Buenos Aires:
Software
Hace ya unos
años que Veronicka Ruíz está obsesionada con las
aplicaciones territoriales de la informática.
Ha elaborado por ejemplo un software que permite registrar distintas
dimensiones personales de Buenos Aires. El programa parte de un mapa
convencional de la ciudad, al que se agrega sobre un eje de coordenadas
el contenido significativo que cada punto en el espacio adquiere para
el individuo interesado, y en otra coordenada se cargan los datos temporales
(fecha, edad del recurrente al momento de producirse el hecho, situaciones
climáticas, sucesos históricos coetáneos, etc.).
El resultado es una especie de relieve alternativo de la ciudad, donde
la altura de cada punto en el espacio está relacionado a los
factores que la Ruíz denomina “de sicogeografía”,
en una (a mi juicio) apresurada interpretación de ciertas prácticas
situacionistas.
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"Mario Tercco, siempre curioso por lo rentable de las cosas, propone que de todas las maquetas personales podría extraerse el relieve común, y que ese sería el alma de la ciudad"
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Maquetas de N. Constant para el proyecto New Babylon
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El mecanismo para la captura de datos
es complejo, pero con un poco de paciencia pude cargar los míos
y me hice de mi electromaqueta. Ahí están los hechos y
registros: los festivales de Buñuel en la cinemateca de la calle
Corrientes, Marina sonriente leyendo su libro una noche en Santa Fe
y Callao, el florista de la Chacarita con el que me peleé el
día de la muerte de mi madre, los partidos de San Lorenzo en
el Viejo Gasómetro, la caminata de San Telmo a Retiro el día
que me abandonó H., aquella manifestación en Plaza de
Mayo donde mataron a Dalmiro Flores, la radio Fénix, la vuelta
desde Ezeiza recién llegado de Aruba, los carnavales en Platense,
el amor furtivo con A.M. en Palermo, los panqueques con dulce de leche
en la Martona de Esmeralda, el recital de Santana en el Luna Park, el
proyecto para Mataderos, los jacarandaes en noviembre y los lapachos
en febrero, la plaza de Paraná y Sarmiento, la casa en que discutíamos
con Pablo Beitía en Bulnes, el hotel de la calle Tres Sargentos,
el estudio de Puig, los ladrones que hablaban de mujeres a la salida
de la Bombonera, los miércoles con Ana, las citas en La Horqueta,
la entrada escenográfica por el Riachuelo, Antier avergonzado
con sus libros por las calles del Centro, el manicomio de Talita y Olivera,
la boca tentadora de la milonguerita... Ricot desdeña la invención
de Verónica por supuesta “carencia de rigor” en la
selección de datos; sostiene además que el programa funciona
en la topografía plana de Buenos Aires pero resultaría
distorsionado en Siena, La Paz o Valparaíso. En cambio Mario
Tercco, siempre curioso por lo rentable de las cosas, propone que de
todas las maquetas personales podría extraerse el relieve común,
y que ese sería el alma de la ciudad, y que podría exhibirse
en Florida con música de tango y cobrar por palparla, etc.
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"“¿y cuando iremos nosotros a Buenos Aires?”, pregunté a mi padre en la estación de Gutiérrez, “un día de éstos, hijo”"
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Esta imagen pertenece al artista francés OPT. Agradecemos su interés por publicar en bifurcaciones. |
A mí en cambio me interesa,
y no me queda claro, y Verónicka no tiene idea, si la maqueta
debe ser leída como una topografía (una serranía
que escalar y descender, en todo caso un relieve donde posarse) o más
bien como un velamen donde cobijarse, como solía de niño
bajo las sábanas, una carpa en la que se refugiaba mi cuerpo-universo,
allí en Mendoza, las noches de invierno con la bolsa de agua
caliente, todos dormían, salvo el tren a lo lejos (“¿y
cuando iremos nosotros a Buenos Aires?”, pregunté a mi
padre en la estación de Gutiérrez, “un día
de éstos, hijo”).