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Suburbia, de Bill Owens
Fotografías de los
suburbios estadounidenses
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Andrea Purcell
Licenciada en Letras y Estética,
P. Universidad Católica de Chile. Magíster (c)
en Estudios Latinoamericanos, U. de Chile. E-mail: andreapurcellt@yahoo.com
El libro Suburbia de Bill Owens,
editado por primera vez en 1973 y reeditado recién en 1999, recoge
su trabajo fotográfico realizado en distintos suburbios estadounidenses.
Uno de los grandes méritos del libro
es la amplitud con que se trabaja fotográficamente el concepto
de espacio. Owens no sólo se encarga de ilustrar el fenómeno
con panorámicas que hagan explícito el diseño urbanístico,
sino que agudamente nos lleva a mirar el espacio del habitar. Los suburbios
de Owens, entonces, no sólo son maquetas urbanas listas para
ser consumidas; el suburbio es también un espacio donde viven
individuos que tienen sueños y que, más o menos ingenuos,
se han materializado en el abandono de las ciudades para darse la oportunidad
de empezar una vida desde cero. El sueño del colonizador, pero
con las comodidades del mundo moderno.
El formato cuadrado de 26 x 26 centímetros
(edición de 1999) nos entrega 132 imágenes y sólo
una carilla escrita, correspondiente a la introducción de David
Halberstan. El libro en tanto objeto ya es interesante y no sólo
por sus dimensiones, sino por la estética llamativa de sus tapas
donde predominan el verde claro de fondo y el amarillo de las grandes
letras que anuncian el título. El nombre del autor va en letras
azules y una mancha roja lo promociona como new & improved.
Ironía o no, la saturación de consumo que en las fotografías
es mirada críticamente por el autor, no puede desligarse de la
estrategia de marketing con que el libro es ofrecido al consumidor.
Como decíamos, el libro se convierte
en un objeto digno de ser atendido. Pienso en el libro de poesías
de Ronald Kay Variaciones Ornamentales, como ejemplo de tantos
otros que resultan ser objetos de arte en sí mismos, libros en
los cuales cada elemento (textos, imágenes u otros) sigue una
lógica de articulación y tiene un sentido en tanto está
ahí, y de un modo particular. Al igual que en ellos cada poema,
el lugar que ocupa cada fotografía en Suburbia ha sido
cuidadosamente editado.
Abren el libro dos imágenes claves
en la idea que nos formemos de los suburbios: una de ellas muestra el
gran desarrollo de carreteras con el texto Sunsetown/growing beautifully
population. Lo propuesto por Owens en ese Sunsetown es
la apuesta al sueño de los nuevos pobladores por vivir una vida
tranquila con su familia, en un lugar apacible; por su parte, Growing
beautifully population se convierte en una estrategia publicitaria
que ofrece garantías de un entorno favorable para vivir en óptimas
condiciones.
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The California freeway. Fuente |
Estas dos fotografías
de planos generales funcionan en perfecta coherencia con las cuatro
imágenes (igualmente planos generales) que cierran el libro.
En ellas se muestra una planificación urbanística con
abundantes cul de sac y cargada de idénticas edificaciones
dispuestas en serie, instaladas en enormes extensiones que, como indica
el autor en un pie de página, antes fueron ocupadas por ganado
1.
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Dublin, California. “Hace catorce
años, Dublin, California, era la intersección
entre U.S. 50 y Highway 21. La población era inferior
a mil (la mayor parte de ella eran vacas). Hoy, Dublin es la
intersección entre Interstate Highways 580 y 680, con
una población de más de 25 mil personas. Ahora
tenemos quince gasolineras, seis supermercados, dos tiendas
de departamentos y un K-Mart. Y seguimos creciendo” 2.
Fuente
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Hoy, el territorio está ocupado por casas de
uno o dos pisos donde sólo pueden vivir pocas personas, y por
grandes carreteras y todo el comercio asociado al fenómeno que
apareció rápidamente, como moteles y estaciones de servicios,
incluidos los hoy tan populares locales de comida rápida.
La fotografía de cierre corresponde a una explanada similar a la del Sunsetown inicial, donde se anuncia –también a través de un cartel- la pronta construcción de un enorme centro comercial junto al suburbio.
vuelve
al comienzo
La soledad de los letreros en medio de estos territorios
desérticos, contrastados con la vitalidad del corpus
fotográfico interior, hace pensar en una edición fotográfica
que emula la situación del suburbio en su concreta disposición
con el entorno: el suburbio entonces como un perfecto oasis rodeado
de desierto y carreteras.
Cada fotografía del cuerpo
central del libro ocupa una carilla, y bajo la imagen aparece un texto
que correspondería a cosas que literalmente le dijeron a Owens
los retratados, con lo cual éste nos expone su estrategia de
trabajo: el fotógrafo actúa así como un antropólogo
que va con su libreta de notas y que ha optado por la “observación
participante” como estrategia de acercamiento a sus colaboradores.
No es menor el que encontremos muchas fotografías de interiores
de las casas, ya que a través de ellas podemos leer un trabajo
invasivo, de intromisión del lente a los espacios íntimos.
Los textos matizan ese acto aparentemente agresivo, ya que denotan la
comodidad con que la gente accedió a dejar entrar a Owens y su
cámara 3.
Suburbia es así un libro de cruces y
contrastes. Las imágenes se carean unas otras interpelándose
continuamente. Estos enlaces de edición permiten un diálogo
que no necesita mayores explicaciones. Como vemos, las fotografías
no son utilizadas por Owens como registros documentales directos, sino
como verdaderas caricaturas documentales de su propia representación
del suburbio.
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Good things. “La gente bota
un montón de cosas buenas: ropa, juguetes, tostadoras rotas,
estéreos, y en las áreas más nuevas se deshacen
de mesas y sillas que no caben en las casas. El movimiento ecologista
no interesa. Gano más de 250 dólares en botellas
de Coca Cola. La gente no se da cuenta que en el mundo hay pobres.
No piensan en las necesidades de otras personas” 4.
Fuente
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A pesar de sus constantes ironías y críticas
al suburbio y al estilo de vida de sus habitantes, el libro poco a poco
nos obliga a entrar en las realidades más profundas que hay en
el interior de esas casas, más allá de la opulencia y
detrás de las puertas de sus garajes. Un ejemplo de esto lo constituye
la figura de una niña luciendo su colección de ocho muñecas
Barbie con ropero, auto y casa rodante. El ángulo levemente
contrapicado con que se toma la foto y el perfecto orden con que se
exhiben las muñecas bajo su dueña, hacen que veamos a
la niña como una pequeña reina de su fortaleza en miniatura.
Sin embargo –y aquí confirmamos el valor de los textos
que aparecen en el pie de foto-, la niña expresa a Owens que
“[en su mundo en miniatura] hace lo que quiere… sin guerra,
odio racial o incomprensión. Ken y Barbie son papás y
mamás preferibles a mi papá y mi mamá…”.
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Valerie’s world. “Este
es el mundo en miniatura de Valerie. Ella hace que sea lo que
ella quiere... sin guerras, odio racial o incomprensión.
Los muñecos Ken y Barbie son más hombre y mujer
que Mamá y Papá incluso. Ellos disfrutan la vida,
y tener una casa rodante es una buena vida. Hoy Valerie tiene
la varicela y no puede salir a jugar” 5.
Fuente
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El suburbio de Owens entonces, va sistematizando en
imágenes los múltiples aspectos merecedores de su repudio,
pero con todo eso, no deja de retratar este espacio como soporte de
humanas y respetables particularidades, por momentos mucho más
críticas y conscientes de los problemas sociales que aparentemente
quedaban en las ciudades, lejos del suburbio.
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Valerie’s world. “Este
es el mundo en miniatura de Valerie. Ella hace que sea lo que
ella quiere... sin guerras, odio racial o incomprensión.
Los muñecos Ken y Barbie son más hombre y mujer
que Mamá y Papá incluso. Ellos disfrutan la vida,
y tener una casa rodante es una buena vida. Hoy Valerie tiene
la varicela y no puede salir a jugar” 6.
Fuente
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Las fotografías de Owens parecen tener un plano
matriz como el de una casa que se va a multiplicar muchas veces en un
inmenso suburbio. Del mismo modo él escoge su estética
madre. Owens decide hacer fotos aparentemente planas: tomas frontales,
casi nada de ángulos picados o contrapicados; un poco de gran
angular, pero no demasiado; los retratados al centro del encuadre de
cuerpo entero o medio cuerpo.
Pero a pesar de la persistente “planitud”
de su fotografía, Owens deja un espacio abierto que nos hace
mantener distancia respecto del juicio personal. Y aunque nunca deje
de existir una crítica subyacente hacia la planificación
de una forma de habitar acompañada casi inevitablemente de materialismo,
consumismo y segregación, el individuo es finalmente levantado
a través del documento fotográfico, al contextualizarlo
en su “habitar” y darle voz a través de los textos.
vuelve
al comienzo
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