ARTICULO·
Jerome Krase*
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Sucesión étnica en Little & Big Italy** |
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Resumen: Este artículo ilustrado reflexiona sobre los cambios e intercambios étnicos que se han sucedido en Nueva York y Roma –la pequeña y la gran Italia-, tomando como eje de discusión la noción de autenticidad. La hipótesis central se relaciona con cómo los sentidos de los barrios se alteran continuamente por hasta el más pequeño de sus habitantes. Intenta demostrar cómo los barrios italianos norteamericanos en los Estados Unidos, específicamente en Nueva York, son similares a los barrios italianos en Italia, específicamente en Roma, en tanto ambos son lugares que han sido modificados radicalmente por la invasión de nuevos y diferentes grupos étnicos. Las lógicas espaciales y la lógica semiótica de diásporaprocesos transnacionales es presentada aquí en la forma de imágenes; específicamente, en la de los cambios acontecidos en espacios comcericales vernaculares. Teóricamente, por último, esta investigación se asienta en dos enfoques: por un lado, en el concepto ya clásico de ecología como invasión y sucesión planteado por Park y Burgess; mientras que por el otro, en la Semiótica del Espacio y en las propuestas metodológicas de la Sociología Visual.
Palabras Claves: Diversidad étnica, heterogeneidad urbana, enclaves, Italianidad.
Abstract: This illustrated essay on urban neighborhoods in the United States and Italy is the latest in a long series based on research which I have conducted about how the meanings of neighborhood spaces are changed by the agency of even the least of their inhabitants. It attempts to demonstrate how Italian American neighborhoods in United States, specifically New York City, are similar to Italian neighborhoods in Italy, specifically Rome, in the way that they have been changed by the invasion of new and different ethnic groups. The spatial and semiotic logic of diasporic/transnational processes is presented here in the form of images; especially of changing commercial vernacular landscapes. In order to demonstrate how Italian central cities have become as American ones cities both old and new approaches are needed. The old is represented by Park and Burgess’ classical ecological theory of invasion and succession. The new is represented theoretically by Spatial Semiotics and methodologically by Visual Sociology.
Keywords: Ethnic diversity, urban heterogenity, New York, Rome.
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Introducción Este ensayo ilustrado sobre barrios en Estados Unidos e Italia es el último de una larga serie basada en investigaciones que he conducido, relativa a cómo los significados de los espacios de estos barrios son cambiados por la actuación de hasta el más pequeño de sus habitantes. Pretende demostrar cómo los barrios italianos en Estados Unidos, específicamente en Nueva York, son similares a los barrios italianos en Italia, particularmente en Roma, en la forma en que han sido modificados por las invasiones de grupos étnicos nuevos y diferentes. La lógica espacial y semiótica de los procesos transnacionales de diáspora es presentada aquí en la forma de imágenes, en especial de los cambios en los paisajes lingüísticos y comerciales. En el caso ítalo-americano, este proceso –que los ecologistas urbanos clásicos llaman “sucesión étnica”- es análogo al aforismo de los peces que se tragan a otros peces. Por más de un siglo, los inmigrantes italianos en Estados Unidos han ido cambiando los significados de los espacios centrales de las ciudades. Típicamente, de una u otra manera crearon colonias italianas o “Little Italies”. Esto lo lograron no sólo a través del poder que les otorgaba el contar con un número superior de habitantes locales, sino también gracias al ímpetu de las semióticas espaciales; por ejemplo, cambiando la apariencia de espacios y lugares, y con ello transformando también sus significados. En la década de los ‘70, tanto la demografía como los significados de muchos de esos espacios étnicos ítalo-americanos fueron amenazados por el influjo de nuevos grupos. Hoy, algunas de las “Little Italies” más conocidas permanecen como poco más de lo que he llamado “parques temáticos étnicos ítalo-americanos”, lugares que son virtualmente italianos sólo por el nombre. En relación con el país de origen, si bien por años Italia ha sido una de las mayores fuentes de emigrantes, desde la década de los ‘80 se ha transformado en receptora de un gran número de extranjeros que buscan más que una mera residencia temporal. Más recientemente, la demografía de ciudades esencialmente italianas ha ido cambiando en respuesta a los inmigrantes. Así como ahora es posible considerar cómo los espacios urbanos estadounidenses fueron sido italianizados –volviéndose subsecuentemente menos “estadounidenses”-, deberíamos poder considerar también cómo los espacios italianos perdieron su propia Italianita original en respuesta a los asentamientos de inmigrantes y las prácticas comerciales locales.
Para demostrar cómo las ciudades centrales de Italia se han convertido en ciudades semejantes a las estadounidenses –idea rechazada como absurda alguna vez-, se necesitan aproximaciones tanto tradicionales como novedosas. Las primeras son representadas por la teoría clásica de invasión y sucesión de los barrios de Park y Burgess (Park, Burgess y McKenzie, 1925). Las segundas son representadas teóricamente por la semiótica espacial, y metodológicamente, por la sociología visual. Luego de discutir brevemente estas teorías y métodos, tornaremos a la consideración de los significados cambiantes, ilustrados por imágenes seleccionadas de espacios de coexistencia étnica en Nueva York y Roma. Las imágenes de Nueva York corresponden a mis estudios recientes de “Litte Italies” históricas; las de Roma central, al cambiante barrio Esquilino. Esta es una de las áreas que observé y fotografié mientras estaba en la Universidad de Roma en 1998, estudiando los “nuevos inmigrantes” en la ciudad. Regresé en 2003 y volví a fotografiar la mayor parte de estos mismos paisajes. En este artículo me centraré en los paisajes comerciales, vitrinas y carteles que son interpretados corrientemente como marcadores étnicos. Es interesante notar que los paralelos semióticos más fuertes tienen lugar con la invasión de asiáticos, particularmente chinos, tanto en la “Little Italy” como en la “Big Italy”. Existe también una gran ironía en estos paralelos, por cuanto en el período de la migración masiva los estadounidenses consideraron a los italianos como parte de una sucia horda de invasores, de la misma manera que los italianos contemporáneos conciben a un flujo mucho menor de asiáticos documentados e indocumentados y otros extranjeros.
Mi trabajo no es el único que enfatiza la importancia de comprender el carácter semiótico-simbólico esencial de la Italianita. El “americanista” italiano Gardaphe se refiere a los signos que indican cualidades como Omerta y Bella figura. Mi propio trabajo identifica los componentes visibles y espaciales de la compleja –y aun sin reconstruir- idea de Italianita, en cuanto la manera en que las nociones de Omerta y de Bella figura se encuentran visualmente disponibles como actuaciones sociales y en la arquitectura lingüítica. Como argumentó Davis (2001) refiriéndose al término Latinidad (1), yo diría que Italianita es práctica más que representación. En un tema relacionado, Barthes (1985) escribió que una vez vio en la televisión algo que pensó era una película “muy francesa”. “¿Por qué ‘muy francesa?’”, se preguntó. “Vemos a una joven mujer sacar sus vestidos de un armario y ponerlos dentro de su maleta: está abandonando el lecho conyugal –problemas, adulterio, crisis. Bueno, entonces es una buena película dramática. Esto es lo que la hace francesa: los actores parecen pasar el tiempo en un café o en cenas familiares. Acá el estereotipo extraño es nacionalizado: pertenece a la escena, no a la historia: por tanto tiene un significado, no una función” (103).
Es el agenciamiento (agency) lo que transforma la mera representación en práctica. Utilizo una simple fórmula para este proceso: los miembros de grupos étnicos se presentan en su vida cotidiana; el observador re-presenta sus actuaciones en descripción, lo que a su vez se torna en representación. Barthes y Davis indican claramente la necesidad de explorar el rol que juega el espacio y el lugar en la etnicidad y la identidad étnica de cada “yo” y cada grupo social identificado. Puede sernos útil el pensar por un momento en los barrios de inmigrantes como Third Spaces o lugares intersticiales, donde elementos como la identidad étnica están siendo creados y negociados, demostrando de esta manera el agenciamiento de la gente común y corriente (Gutiérrez, 1999). Mientras mucho del discurso relativo al Third Space involucra la negociación de las identidades personales dentro de espacios reales e imaginados, mi interés particular está puesto en cómo esas identidades cambian el significado del espacio en el cual la etnicidad se actúa o practica. Consecuentemente, también se puede considerar cómo el espacio recientemente definido afecta la identidad de las personas que viven en él. Se podría afirmar que a través de la Italianita,los inmigrantes italianos en Estados Unidos crearon socialmente “Little Italies”. De la misma manera, entonces, podemos argumentar que los nuevos inmigrantes, al desplegar sus propias prácticas sociales y culturales, están deshaciendo la Italianita, tanto en “Little Italy” como en –a falta de un mejor eufemismo- “Big Italy”. Sucesión Étnica Los sociólogos de la Universidad de Chicago Park y Burgess desarrollaron una elaborada noción –más bien una fórmula general descriptiva que una teoría- sobre el crecimiento y desarrollo de la ciudad (Park, Burgess y McKenzie, 1925). Esta noción supone que las ciudades funcionan como ambientes naturales, y como tales son influenciadas por fuerzas que también afectan a los ecosistemas naturales. La más importante de estas fuerzas es la competencia, la cual se expresa en la lucha por los recursos escasos como el espacio para vivir y los empleos. Park y Burgess afirman que la competencia resulta en “áreas naturales” dominadas por personas que compartían características sociales y económicas. La competencia, a nivel de la ciudad, por los espacios residenciales o comerciales más apetecibles se expresa en la forma de zonas concéntricas, como muestra el diagrama. Este modelo no era estático, y se utilizó el término “sucesión” para definir el movimiento de una zona a otra. Para nuestros propósitos, esta lógica se demostró aquí por los emigrantes menos hábiles extrañamente “dominando” las secciones residenciales menos apetecibles en los centros urbanos. El patrón clásico en las ciudades centrales estadounidenses, durante los períodos de inmigración, ha sido el desarrollo de enclaves de inmigrantes en “zonas de transición”, tales como “Little Sicily” y “Chinatown” en Chicago, localizadas dentro del central business district. Esta zona de transición puede ser encontrada en Roma cerca de la Estación Central, en el Esquilino. Con algunas otras excepciones, las áreas centrales más antiguas de Roma han sido las más protegidas de los cambios radicales. En décadas recientes ha habido muchos cambios sutiles, y hoy, hasta las áreas obreras deterioradas están siendo gentrificadas. Desde la década de los ’90, las que eran las áreas menos deseables para residencias y comercio, cerca de la Estación Central, han estado también “en transición”.
La sucesión étnica resulta de la competencia entre los grupos nuevos y los establecidos, y suele ser facilitada por la migración del grupo más aventajado. Comparada con la de Estados Unidos, la movilidad residencial de Italia es lenta. Por tanto, las oportunidades para vivienda son limitadas. En contraste con lugares como Nueva York, por ejemplo, la mayoría de los barrios romanos no se transforman en cosa de una década. Sin embargo, esta historia-en-construcción puede ser fácilmente comparada a los centenarios procesos de invasión y sucesión que han caracterizado a las mayores ciudades de Estados Unidos. Ciudades como Nueva York han sido por mucho tiempo el destino de inmigrantes, y ya se han establecido patrones espaciales ecológicamente comprensibles. La gran escala de la inmigración, legal y de otro tipo, es relativamente nueva para Italia, donde en décadas recientes ha ido creciendo un interés por la sociología urbana estadounidense. Con pocas excepciones, la mayor parte de los sociólogos europeos consideran a las ciudades estadounidenses como pertenecientes a una especie diferente. Mi trabajo apunta a similitudes mayores que las previamente asumidas. De la misma manera en que la apariencia de los barrios de las ciudades centrales ítalo-americanas ha cambiado en respuesta la inmigración documentada e indocumentada de fines del siglo 20, así también está cambiando hoy el paisaje lingüístico urbano de Italia.
Semiótica espacial y sociología visual La pregunta para los urbanistas pre y post modernos no ha sido quién o qué está en qué parte de la ciudad, sino por qué y cómo llegó allí. Los investigadores observan los mismos objetos, pero los significados de tales objetos parecen variar según la ideología del observador. Los modelos puramente descriptivos de la ecología urbana clásica provienen de una analogía biológica. En la ciudad, el equilibrio se expresa a través de la interacción de la naturaleza humana con factores espaciales y geográficos, produciendo “áreas naturales”. Al contrario, los economistas políticos ven esas áreas naturales y las zonas ecológicas como resultado del “desarrollo desigual”, y quizás hasta de ciclos de descomposición y renovación planificados. La globalización y el movimiento del trabajo han cambiado el significado del espacio en la América Italiana y en Italia misma. Los paisajes de una y otra son afectados por fuerzas “naturales” y por otras que obedecen a la migración demográfica, además del poderoso proceso de globalización, desindustrialización y privatización. Como he argumentado en otra parte (Krase, 2003: 17), “la visión de los sociólogos urbanos contemporáneos parece sufrir de paralaje (2). Un ojo ve la forma espacial ‘natural’ y la función de la ciudad como una analogía biológica, como Parks y Burgess. El otro ve los mismos lugares y espacios urbanos como las reproducciones de poder y circuitos de capital a la Castells (1977), Harvey (1989) y Lefebvre (1991)”. Debo enfatizar que mi investigación en la etnicidad y el espacio no ha sido meramente un ejercicio teórico. Contiene importantes aplicaciones prácticas a los problemas presentes y futuros de las ciudades italianas que no están preparadas para lidiar con la rapidez del cambio racial y étnico engendrado por la globalización y el desarrollo de una Unión Europea (Krase, 1977).
Para la mayoría, una aproximación visual en las humanidades y las ciencias sociales significa tomar o mostrar fotografías como un agregado al proceso “normal” de investigación. La sociología visual es mucho más que eso. En mi propio trabajo constituye una práctica tanto teórica como metodológica para producir y decodificar imágenes que pueden usadas para investigar empíricamente la organización social, los significados culturales y los procesos psicológicos. Me enfoco sobre lo que Jackson (1984) denomina los “paisajes lingüísticos”, que son parte de la vida de comunidades gobernadas por la costumbre y cohesionadas por relaciones personales. Los administradores y planificadores de ciudades italianas multi-étnicas podrían beneficiarse mucho de la comprensión de los paisajes urbanos lingüísticos étnicos y de inmigrantes, que según Hayden constituye un reporte de tanto inclusión como exclusión.
En un tema relacionado, Harvey (1989) argumenta que “las diferentes clases construyen su sentido de territorio y comunidad de formas radicalmente distintas. Este hecho elemental suele ser omitido por aquellos teóricos que asumen a priori que hay algún ideal-típico y tendencia universal para todos los seres humanos de construir comunidades humanas relativamente similares, independientemente de las circunstancias políticas o económicas” (265). La sociología visual y los paisajes lingüísticos están conectados vía semióticas espaciales. Gottdiener (1994) escribe que “el estudio de la cultura que une símbolos a objetos es llamado semiótica”, y “la semiótica espacial estudia la metrópoli como un ambiente significativo” (15-16). “Ver” los usos y/o significados del espacio requiere de sensibilidad y comprensión de la cultura particular que crea, mantiene y utiliza el espacio re-significado. En otras palabras, hasta el habitante urbano con menos poder es un “agente” social, y por lo tanto participa en la reproducción total de las relaciones sociales regionales, nacionales y globales.
Según Gottdiener (1994), el concepto más básico para los estudios urbanos es el espacio de establecimiento (settlement space), el cual es tanto construido como organizado. “Es construido por personas que han seguido algún plan significativo para el fin de contener actividades económicas, políticas y culturales. Dentro de él, la gente organiza sus acciones diarias según los aspectos significativos del espacio construido” (16). Como parte de los sistemas nacionales y globales, los barrios son afectados por un amplio rango de fuerzas laterales. La conexión hecha entre los paisajes lingüísticos italianos e ítalo-americanos muestra que la gente común y corriente puede afectar su ambiente, aunque finalmente estén a la merced de fuerzas sociales mayores. La sociología visual y la atención a los paisajes lingüísticos en la inner city nos permite observar el conflicto, la competencia y el dominio a un nivel que sólo advierten los residentes locales.
Las “Little Italies” de Nueva York Alba, Crowder y Logan (1997) observaban los barrios étnicos blancos para ver el grado de asimilación de alemanes, irlandeses e italianos en la región del Gran Nueva York en 1980 y 1990. Encontraron que los italianos aún tenían varios barrios de gran tamaño. Sin embargo, desde la década de los ’80, la mayoría de éstos –ubicados en ciudades centrales- estaban en decadencia, debido a la invasión y sucesión de minorías en los barrios del centro de las ciudades. La mayor parte de estos recién llegados eran nuevos grupos de inmigrantes no europeos, para quienes las puertas se ensancharon luego las leyes de inmigración de 1965 en adelante. En adición a estos grupos regularizados, había un gran influjo de inmigrantes indocumentados. Incidentes raciales como los del Bensonhurst ítalo-americano, recordaron a los autores que los ítalo-americanos defendían su territorio, aunque al mismo tiempo la afamada “Little Italia” de Manhattan se transformó en hogar principalmente para los chinos. Noto acá que en la primera década del siglo 21, el área de Bensonhurst en Brooklyn está siendo transformada por el influjo de los chinos, otros asiáticos o inmigrantes rusos. La principal calle comercial de Bensonhurst, 18th Avenue, aún lleva el nombre de Cristoforo Columbo Boulevard. En el Bronx, Belmont es hogar para muchos albaneses y latinos. En todos estos casos, estas áreas son referidas como “Little Italies”.
“Little Italy” es producto y fuente de capital social y cultural. Aunque la gente del barrio se encuentra finalmente a merced de fuerzas estructurales distantes, en su ingenuidad continúan creando y modificando los espacios locales destinado para ellos e inevitablemente pasan a formar parte del paisaje urbano. Es así como las personas y los espacios devienen símbolos, y como resultado, pasan a representarse sólo a sí mismos, perdiendo con ello su autonomía. El enclave viene a simbolizar a sus habitantes imaginados y los representa independientemente de su residencia en él. Las reproducciones localizadas de los espacios culturales pueden ser también fácilmente acomodadas y representadas como un espectáculo para los visitantes y los turistas.
Ningún modelo o estereotipo puede jamás representar adecuadamente las múltiples realidades de los italianos o cualquier grupo de estadounidenses étnicos. Hay demasiado en el camino de los cambios en las generaciones, en las continuidades y transformaciones. Pero para muchos novelistas, guionistas y cientistas sociales, “Little Italy” representa la idea de la “América Italiana”. He sugerido que los espacios étnicos urbanos idealizados, tanto “representaciones de espacios” como “espacios de representaciones”, pueden resumirse del siguiente modo: olvido, ruina, parques temáticos étnicos, museos de inmigración y jardines antropológicos.
1. En relación al olvido, encontramos enclaves étnicos borrados por la renovación urbana y por carreteras, puentes y otras construcciones.
El foco principal de este artículo son las “Little Italies” y las ciudades italianas en tanto parques temáticos o espectáculos para turistas. Lo que tienen en común es que son representaciones culturales comodificadas visibles. Harvey (1989) explica que la “organización de espectáculos” puede ser parte de “la producción de una imagen urbana”, a su vez una “importante faceta de competencia interurbana” en tanto “estrategia urbana para capturar dólares” (233). Aunque está preocupado principalmente de la versión moderna o post moderna de “exhibición de la producción” (271) bajo las restricciones de “acumulación flexible”, nota que desde el “pan y circo” romano, los espectáculos han existido como una forma de control social. En síntesis, la creación y mantención del espectáculo están asociadas a un a un patrón altamente frágil de inversión urbana, además de una creciente polarización social y espacial de los antagonismos de las clases urbanas. Roma, Italia Esta más allá del alcance de este artículo el especular acerca del grado en que la realidad y/o la imagen de Italia cambiarán en respuesta a la inmigración. Hasta el momento presente, la escala de inmigración es mucho menor que incluso un año “lento” para lugares como Nueva York. Sin embargo, se argumenta que los procesos ecológicos y semióticos de la sucesión étnica son bastante similares. Como cabría esperar, hay también similitudes entre las actitudes italianas e ítalo-americanas frente a los “invasores”.Como notan Sciortino y Colombo (2004), hay un patrón en la distribución espacial de los inmigrantes a las regiones italianas que puede explicarse por las oportunidades laborales, proximidad geográfica, políticas nacionales y locales y el efecto no menor de las redes familiares y laborales. En Roma, por ejemplo, los chinos se han establecido en el negocio de los restaurantes. Afirmo que para todos los grupos inmigrantes esta misma lógica se filtra de manera descendente hacia ciudades específicas dentro de las regiones, y luego a áreas específicas en las mismas ciudades.
Las observaciones de King y Andall (1999), al ser contemporáneas con mi investigación en Roma, resultan también de valor aquí. Acerca de la creciente xenofobia y posturas políticas sobre los extranjeros que no forman parte de la Unión Europea, escriben que “en años recientes, los medios han creado frenéticamente imágenes poderosas, aunque distorsionadas, que asocian a los inmigrantes con crimen y violencia generalizados. Casi a diario se repiten los estereotipos nacionales en las pantallas de televisión y en los periódicos: crudas asociaciones entre africanos del norte y drogas, albaneses y fraudes, mujeres africanas negras y prostitución. Mientras algunos inmigrantes están sin duda inmiscuyéndose en actividades criminales, el grado de asociación está siendo infinitamente exagerado, y se le da mucha menor prominencia a la participación de italianos en el crimen, incluso contra los inmigrantes”. Con apenas un 2,5% de la población italiana de origen inmigrante –mucho menos que en la mayoría de los otros países europeos-, esta “crisis de inmigración” es realmente una crisis de (des)representación” (King y Andall, 1999: 155). Roma tenía el tercer porcentaje más alto de inmigrantes (55%), el mayor número absoluto y la mayor diversidad de nacionalidades inmigrantes que cualquier provincia de Italia, y puede ser referida como “la capital de la inmigración”. King y Andall (1999) notaron asimismo cambios en la composición de los inmigrantes entre 1975 y 1997, y que los incrementos más rápidos tenía lugar entre los asiáticos y los provenientes del norte de África y el África Subsahariana. Los nor-africanos se incrementaron desde un 1,9% a un 17,7%, los asiáticos desde un 3,8% a un 15,7% y los africanos subsaharianos desde un 2,8% a un 10,3%. Tanto para los romanos como para los neoyorquinos, la inmigración y los barrios cambiantes son temas políticos tanto a nivel nacional como a nivel local. Caritas (2003) reporta una encuesta de las actitudes italianas hacia los inmigrantes en 2002. En ella se encontró que un 72% de los italianos expresaban actitudes negativas hacia sus nuevos vecinos, y que había una relación directa entre el nivel de educación y la hostilidad hacia los inmigrantes.
Mi propuesta de ir a Italia a comienzos de la década del ’90, a enseñar e investigar cómo los paisajes urbanos europeos podrían cambiar en respuesta a la migración, utilizando el modelo estadounidense de sucesión étnica, fue vista con burla por mis colegas italianos en las ciencias sociales. En ese entonces se asumía que las poblaciones inmigrantes en Italia eran migrantes temporales y no residentes permanentes. Esta actitud cambió rápidamente debido a sucesos regionales y mundiales que a su vez se aceleraron por la expansión de la Unión Europea. Ahora tornaremos a la escena urbana italiana contemporánea, donde hay un problema relacionado de transformación visual de los paisajes lingüísticos. Aquí, nuestro foco estará puesto tanto en las personas como en los edificios. Un aspecto importante de la escena urbana lo constituyen las personas presentes en ella. Éstas forman parte de un espacio simplemente estando en él. El turismo es una gran industria internacional, y la imagen italiana que se vende deriva en gran parte de la imagen mental de los extranjeros sobre los espacios públicos, espacios accesibles para todos (Lofland, 1998) en ciudades y pueblos italianos. Estos espacios tienen paisajes tanto monumentales como lingüísticos. Podríamos decir que al menos para los turistas, Italia es un gran y multifacético parque temático étnico. Millones de visitantes acuden en masa a lugares como Roma todos los años, con expectativas sobre cómo se ve la Italia “real” y los italianos “reales”. Llegan esperando ver una Italia conforme a sus expectativas estereotípicas.
Afortunadamente para aquellos que comercializan las imágenes tradicionales de Roma, son pocos los visitantes que viajan fuera del centro histórico más antiguo. Algunos quizás pasen por la Estación Central, y otros ocasionalmente viajarán en el transporte público. Durante sus descansos podrán ver multitudes de turistas étnicamente diferentes, pero no verán mucho de la población local. Mientras cenan fuera rara vez mirarán más allá, hacia las cocinas de los restaurantes. Mientras compran en tiendas locales no verán, en la parte trasera de éstas, los trabajadores que allí se afanan. En resumen, verán sólo una pequeña proporción del espacio público y de la gente que vive en Roma.
Según el censo de octubre de 1991, la población de Roma era de 2.775.250 personas, y el porcentaje de extranjeros con permisos era de un 3,9%. La Roma multiétnica tiene residentes de 167 naciones distintas. Caritas (2003) estimó que en 1998, los inmigrantes legales, ilegales, temporales y permanentes de Roma constituían en total un 6,2% de la población de la ciudad. Había 134.578 residentes extranjeros, y una estimación de 40.000 que no estaban registrados. En contraste, desde 1900 Nueva York promedia una población nacida en el extranjero de al menos 30%. Más información entregada por Caritas sobre niños en edad escolar indicó que la población inmigrante no se encontraba diseminada al azar. Como cabría anticipar, esta concentración refleja los datos del censo que encuentra la mayor concentración de inmigrantes en el centro. Los inmigrantes parecen estar conectados por las principales líneas del transporte público desde el centro hacia el noreste, norte, noroeste y oeste.
Aquellos que estudian la inmigración en Italia saben bien que las estimaciones publicadas sobre residentes extranjeros y la información sobre sus orígenes no son muy confiables. El principal problema es la subestimación del tamaño de la población, debido las crecientes cifras de los extranjeros indocumentados. Esto resulta más complicado en lugares como Roma, debido al gran número de turistas y otros visitantes extranjeros, y hace que la investigación sociológica visual sea aún más valiosa para la comprensión de los espacios italianos multiétnicos, donde las poblaciones extranjeras son más visibles en las calles de lo que habría sido anticipado por las estadísticas oficiales.
Rápidamente descubrí que las indicaciones visuales de la concentración de inmigrantes no eran meramente residenciales, sino que relativas a tipologías particulares del territorio urbano. Luego de identificar las áreas en las cuales esperaba encontrar inmigrantes, viajé a ellas a pie, en bus y metro. Esto es importante de señalar porque la mayoría de los inmigrantes, cuando no caminan, utilizan regularmente el transporte público. Mis primeros hallazgos fueron hechos en tránsito. Los inmigrantes utilizan el transporte público en una proporción mayor a la esperada, especialmente en ciertas rutas. Su sobrerrepresentación se acentúa por la afición de los italianos a sus automóviles y scooters, utilizados en el camino al trabajo. Una vez que llegaba a una zona designada como “inmigrante”, pasaba horas caminando por las calles, algunas de las cuales volví a visitar varias veces.
De todos los distritos que observé y fotografié, el más “visiblemente étnico” estaba cerca de la Estación Central, especialmente en el lado oeste y luego hacia el sur. Allí se concentran residencias, trabajo, comercios y transporte público. Es interesante destacar que en general el centro de la ciudad, con sus áreas comerciales peatonales y miles de turistas, es multiétnico, pero no necesariamente es étnicamente mixto. Por otra parte, en las residencias cercanas a la Estación había una importante proporción de inmigrantes no cuantificados (probablemente clandestini), que comparten departamentos con extranjeros registrados y que pueden estar durmiendo en los mismos edificios en los cuales trabajan. Mis observaciones a nivel de calle, así como hacia los espacios privados detrás de puertas cerradas, revelan un mundo de inmigrantes mucho mayor. Otro problema para los etnógrafos es que los espacios residenciales italianos son difíciles de acceder, porque generalmente están a trasmano de los espacios públicos. Buscando indicaciones de nuevos inmigrantes cerca de la Estación Central en 1998, observé una “Little Africa”, una creciente “Chinatown” y un floreciente intercambio de joyería bengalí. Tanto “Chinatown” como los mercados de joyas parecían ser también centros de producción liviana, lo cual sería consistente con los extranjeros indocumentados en fábricas textiles. Las tiendas locales también exhibían y vendían comida y servicios, provisiones y vestimenta étnicos. Cuando regresé en 2003 parecía haber menos chinos, pero había señales de que la población proveniente de Asia del sur había crecido significativamente, y se evidenciaba también una presencia del Medio Oriente musulmán (ex Palestina). Había signos contradictorios de una gentrificación, además de combativas poblaciones inmigrantes. Transformaciones étnicas, tales como la carne halal, se evidenciaban en los mercados locales de comida, pero los mercados al aire libre habían desaparecido. Claramente, el Esquilino es parte de la zona de transición romana.
En trabajos anteriores he identificado las siguientes situaciones, lugares y actividades en las cuales las diferencias étnicas fueron más visiblemente notables durante mi investigación de 1998 en Roma: centros de transporte público, principales rutas automovilísticas urbanas y centros de telecomunicaciones, tales teléfonos públicos o servicios de llamados telefónicos de larga distancia. En 2003, la situación continuaba igual. En ese tiempo, al igual que en 2003, fuera de la sección asiática y africana (Esquilino) cerca de la Estación Central, pocas áreas en la ciudad fueron ampliamente conocidas o publicitadas como portadoras de una identidad étnica distintiva, en el sentido en el cual los estadounidenses se refieren a los vecindarios étnicos.
Resumen Puede decirse con certidumbre que los inmigrantes (de primera y segunda generación) han estado cambiando simbólicamente los espacios públicos de Roma. Al igual que su contraparte de inmigrantes italianos en ciudades de Estados Unidos, los inmigrantes en Roma han ido cambiando gradualmente los paisajes lingüísticos a través de su sola presencia física, además de sus actividades en los espacios que utilizan. Su presencia y “diferencia” cambian también el valor del espacio. Al igual como lo han hecho los inmigrantes no-blancos en barrios de ciudades estadounidenses, en algunos casos también han estigmatizado ciertos lugares por su presencia (Krase, 1977). En este sentido, es interesante señalar que algunos romanos de buena situación están empezando a escapar de las zonas centrales menos apetecibles, aduciendo insatisfacciones urbanas clásicas como “ruido”, “suciedad” y “crimen”. En contraste, al mismo tiempo que algunos residentes se van, en otras áreas centrales de Roma el valor de las propiedades es muy elevado, y sucede lo que los urbanistas estadounidenses consideran gentrificación, o conversión en áreas de clase media. Esta paradoja urbana no es inconsistente con observaciones de Harvey (1989) relativa a los “circuitos del capital”.
En los primeros reportes de mi investigación en Roma, formulé la pregunta retórica relativa a en qué momento la contribución de los inmigrantes al paisaje lingüístico de las ciudades sería representada en los libros y guías turísticos. Aún queda por ver indicaciones hacia “Chinatown” en Roma o señalética urbana bilingüe, como puede encontrarse en las “Chinatowns” más establecidas de Londres, París y Nueva York. Sin embargo, hay otras indicaciones de estos cambios, como la sección de viajes del New York Times, que por primera vez incorpora los cambios étnicos en Roma como parte del escenario. Mewshaw (2004) comenta muchos de los mismos espacios que he observado en visitas e investigaciones fotográficas: “Pero hasta en este típico escenario italiano, no pude evitar notar la presencia de extracomunitari, como son llamados los inmigrantes. Todos los domingos en la tarde, Chiesa della Natività di Gesù late con los cantos y aplausos de los católicos congoleses. Dos cuadras más allá, en Chiesa di San Tommaso Apostolo, cristianos coptos de Etiopía y Eritrea llenan la Via di Parione, con mujeres en trajes elegantes y el sonido de tambores y flautas de caña, lo que provoca el desconcierto en los bebedores tempranos en el Abbey Theater Pub cercano” (12)
“La casa está ubicada en el barrio animado, multiétnico y seguro del Esquilino. El Coliseo, S. Giovanni, y S. María Maggiore se encuentran a una distancia fácil de caminar (quince minutos o menos) y el metro, buses y paradas de tranvías están a cien pies de la puerta principal. Una caminata de diez minutos o dos paradas de metro le llevará a la estación central de trenes”.
“El moderno vecindario del Equilino fue construido en el siglo 19 para acomodar los nuevos oficiales de la administración del gobierno italiano luego de la derrota militar del Para. Se ha convertido en el centro de la Roma multiétnica, con tiendas, restaurantes y servicios enfocados a servir a una clientela mixta. Como la inmigración es un fenómeno reciente en Italia, todas las culturas extranjeras retienen la autenticidad de sus orígenes”.
Lento pero seguro, los significados de los espacios de Roma están cambiando debido a la transformación en la apariencia de sus paisajes lingüísticos. Uno podría preguntarse, ¿cuándo “Chinatown”, “Little India” o “Little Africa” formarán parte del paisaje turístico? Y más críticamente, ¿cuándo el significado de “italiano” incluirá, tanto para los italianos como para los que no lo son, la diversidad racial y nacional que crece frente a sus ojos? Estas preguntas requieren mayor discusión, y ciertamente mayores esfuerzos de investigación, pero se puede especular sobre ellas aquí. Lo que está claro es que los procesos ecológicos y semióticos llevan a la construcción social de espacios y lugares étnicos reales e imaginarios.
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* Jerome Krase es Sociólogo por Indiana University (1967) y Ph.D. por la New York University (1973). Ha trabajado como activista y consultor tanto de entidades públicas como privadas, en relación a heterogeneidad urbana y otros asuntos relacionados a comunidades. Ha sido dos veces Director del Departamento de Sociología del Brooklyn College, y durante las últimas dos décadas ha expandido su trabajo a la producción y análsis de material visual, especialmente de fotografías. Ha escrito varios libros y artículos sobre vida urbana, y actualmente se desempeña como Professor Emeritus del Brooklyn College, The City University of New York. volver **“Seeing ethnic succession in Little and Big Italy”. Traducido del inglés para bifurcaciones por Nicole Keller. Enviado el 22 de Julio 2005, aprobado el 28 de Noviembre 2005. El autor agradece al Comité del Rector para la Investigación Científica y el Departamento de Sociología de la Universidad de Roma, y al Centro Para Estudios Italianos en la Universidad Estatal de Nueva York en Stony Brook. volver (1) En español en el original (N. del T.). volver (2) El autor alude aquí al funcionamiento de algunas cámaras fotográficas, en las cuales existe una diferencia entre lo que se observa a través del visor y lo que efectivamente “ve” el lente. Esta diferencia es conocida como “error de paralaje” (N. del E.). volver |
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