Gottsunda es el distrito “malo” de
Uppsala, la ciudad sueca que hoy tiende a integrarse a través
de trenes y carreteras a la región urbana alrededor de Estocolmo,
la capital. Constituido mayoritariamente por viviendas de interés
social de propiedad municipal que se entregan en arrendamiento, sus
edificios de departamentos y conjuntos de casas han acogido a miles
de inmigrantes del Tercer Mundo, incluidos muchos chilenos. La reforma
y globalización económica de los años ochenta
produjo esta masiva corriente migratoria desde los países pobres.
Barrios como Gottsunda, en parte vacíos por efecto del sobredimensionado
programa del “millón de viviendas” de décadas
anteriores, parecían dispuestos por el destino para acoger
a estas familias. De paso, el Estado sueco podía aliviar así
el problema financiero que representaba un stock de viviendas sin
uso que igual debía mantener.
Los vecinos de Gottsunda provienen de una variedad
increíble de nacionalidades, culturas y religiones, incluido
aproximadamente un 30 por ciento de hogares suecos, como el que habita
la casa de la foto. Frente a las residencias que despliegan la bandera
sueca, posiblemente para marcar una diferencia con sus vecinos “otros”,
abundan carteles de organizaciones locales rechazando el racismo y
llamando a la tolerancia y la integración. Es tal vez la manifestación
más local y micro-social de las tensiones sociales anidadas
en los “barrios en crisis” que se han multiplicado en
las ciudades europeas, muchos de ellos conformados por esta amalgama
multicolor y multicultural de pobres de la tierra. Otros, como muchos
barrios en España, están formados por ejércitos
de “parados”, obreros desplazados por la economía
capitalista contemporánea que empujó a la debacle a
las antiguas zonas industriales.
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"Barrios como Gottsunda, en parte vacíos por efecto del sobredimensionado programa del “millón de viviendas” de décadas anteriores, parecían dispuestos por el destino para acoger a estas familias [de inmigrantes]" |
Los barrios en crisis formados por los inmigrantes
pueden ser de alto estándar urbanístico y habitacional
en comparación con los barrios pobres de las ciudades de América
Latina, y también con los ghettos negros o latinos de Estados
Unidos. Pero Gottsunda se diferencia de los ghettos estadounidenses
en algo más esencial que su estándar material, y se
parece a las “poblaciones”, “villas miseria”,
favelas y “barriadas” de América Latina también
en algo más esencial que la apariencia física. Gottsunda
y los barrios latinoamericanos son concentraciones de hogares pobres
que los mercados de trabajo y el sistema político del capitalismo
de nuevo cuño tienden a marginalizar. La pérdida de
esperanza en poder progresar dentro del sistema social es lo que tienen
en común. El tráfico de drogas, que sigue la lógica
implacable de la economía de mercado, y otras lacras sociales,
como la deserción escolar y el embarazo adolescente, encuentran
terreno fértil en tales ambientes.
Los ghettos estadounidenses, en cambio, tuvieron
su origen en el racismo y el profundo e inveterado miedo que el color
negro parece producir. Es cierto que después de la reforma
económica esos ghettos se han “especializado” en
pobreza. Los negros de clase media que había en ellos se han
empobrecido o bien los han abandonado. Pero la raíz de los
ghettos sigue siendo el racismo. Los barrios de inmigrantes europeos,
en cambio, son en su mayoría grandes experiencias de mezcla
y de conversación interétnica, incluida la gente del
propio país que les otorga asiento. Es innegable, empero, que
el racismo también está presente allí, aunque
de manera más sutil que en los ghettos, como muestra esa orgullosa
bandera sueca. El racismo que expresan los ghettos estadounidenses
es devuelto por éstos a la sociedad de una forma transfigurada
e hiperbólica: homicidios de negros que alcanzan tasas muy
altas y que, además, son cometidos por los mismos negros. Más
negros que blancos mueren asesinados en Estados Unidos cada año,
siendo ellos sólo el 12 por ciento de la población,
y sobre el 90 por ciento de los negros asesinados lo son por negros.
Decir que los barrios en crisis de Europa están
emulando los ghettos de los Estados Unidos es, en términos
generales, una exageración. Sin embargo, no están libres
de racismo. ¿Por qué esa modesta familia sueca pone
esa bandera sueca en su balcón? Tal vez porque los extranjeros
estén copando los mercados de trabajo con oferta barata de
brazos. ¿Pero, por qué marcar así la diferencia?
Los vecinos de Gottsunda acusan motivaciones
racistas. De hecho, la eugenesia, manifestación del darwinismo
social que tan cerca estuvo de las corrientes del socialismo y que
se incoara en la discusión europea sobre la salubridad pública
en la primera mitad del siglo XX, tuvo amplia influencia en la sociedad
sueca. La eugenesia, en su versión
vulgar como manifestación popular de racismo, fue en buena
medida neutralizada por la época de oro de la socialdemocracia
sueca, pero el influjo masivo de morenos, amarillos y negros, más
el ascenso de la derecha política, parecen haberle entregado
nuevamente base para expresarse.
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¿Por qué esa modesta familia sueca pone esa bandera sueca en su balcón? Tal vez porque los extranjeros estén copando los mercados de trabajo con oferta barata de brazos. ¿Pero, por qué marcar así la diferencia? |
Al final, el racismo, que casi sin excepción
funciona en una sola dirección cromática, desde los
claros a los más oscuros, parece enraizado en lo más
hondo de los patrones culturales de Occidente. Según Le Goff
(1999), el bosque y la noche fueron base de las angustias que marcaron
la vida medieval, haciendo de todo lo claro, los ojos azules y la
rubia cabellera incluidos, lo bueno y hermoso. Los bosques espesos
y la oscura noche del medioevo ayudaron a empujar a más y más
gentes hacia las ciudades, marcando el renacer urbano que puso fin
a la larga noche que iniciara la debacle del Imperio Romano. ¿Será
el desprecio por lo oscuro y por la negritud el precio que hubo que
pagar por el vibrante renacimiento de las ciudades en la Baja Edad
Media, las ciudades que darían origen a la democracia moderna,
la investigación científica y las universidades? ¿Será
ese mismo hálito soterrado el que está haciendo ondear
esa orgullosa bandera sueca en ese sencillo balcón de Uppsala?
Referencias bibliográficas
Le Goff, J. (1999). La civilización
del Occidente medieval. Barcelona: Paidós.