– Vámonos de aquí, manito, vámonos de aquí. El muchacho de pantalón vaquero desteñido se detiene en la esquina de Bucareli y la Avenida Chapultepec y lanza una mirada de desafío a todos los hombre y cosas de la ciudad. – Pero en mi casa, Lalo, en mi casa… -Órale, no te me chiviés. En tu casa creen que estás en la secundaria, igual que yo. De aquí a la hora de salida ya nos pelamos. Ni quién averigüe nada. El otro muchacho, más bajo, vestido con una chamarra de lana amarillenta, se muerde la uña. – Ya… ¿A poco no te lo decía que te ibas a rajar? – Oye, manito, es que mi mamá se queda sola… – Voy , a poco tú llevas lana a tu casa. – No, pero ella quiere que me prepare y haga una carrera. Ya ves cómo trabaja la pobre para que yo estudie y vaya a la escuela. Se va a quedar toda inquieta si no regreso. -¡Sólo los tontos trabajan, mano! Tú y yo somos listos. Nomás que en esta pinche ciudad no nos saben apreciar. En Ciudad Juárez, ya verás… – Pero tu primo este, que nos va a hacer ricos, ¿ya les hablaste? – No, manito, pero es cuate, tú verás. Allá tiene su cabaret, y todas esas cosas suaves, donde haces harta lana divirtiéndote. ¿Aquí qué? Echa las cuentas: un año más en la secundaria haciéndonos majes, dos de la prepa, cinco o seis en la Uni. ¡Nueve años sin un quinto, mano, haciéndonos tarugos con maistros que nomás te están tomando el pelo! N’Hombre. Si tú naciste para eso, quédate aquí. Yo me voy a Ciudad Juarez.
El muchacho bajo, regordete, frunce el ceño y baja los ojos. El otro, esbelto, nervioso, se peina el copete negro y se pasa los dedos por la nuca. – ¡Pinche ciudad ésta! Aquí acabas de bolero. ¿No has visto a todos esos niños bien con coche, tú, Memo? ¿A poco tú y yo les vamos a hacer competencia? ¿Crees que así, a pata, te caen las buenas viejas? Aaaah… de veras que tú nunca has estado con una vieja, ¡puñetero! El muchacho regordete mira avergonzado a su compañero. – Ponte abusado, manito, porque ahora en el Norte hay que fajarle a todo. Bueno, ¿te decides?
Ixca Cienfuegos camina hacia la calle de Tonalá y cruza la vista con el muchacho nervioso y esbelto. El muchacho le devuelve una mirada retadora y turbia. –Así te miran todos aquí, Memo. Con puritita compasión. ¡No me voy a dejar! ¡Volveremos a vengarnos de todos estos capitalinos que se sienten tan salsa! Y los dos muchachos cruzan la calle, evitando los tranvías, saltando entre los automóviles con las manos en los bolsillos.
* Extracto de La región más transparente (1958) de Carlos Fuentes (Fondo de Cultura Económica: México). La imagen que acompaña esta entrada fue tomada de un archivo de un viaje -lo que desde la producción cultural estadounidense ha sido denominado un roadtrip– hecho desde Texas a México, el mismo año en que se publicó la gran novela urbana de Fuentes.
