13/12/2012

Informe de vecino espectador: sobre Educación Física de Pablo Cerda

Marcelo Mellado

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No me gusta el cine, o mejor dicho, hace muchos años que no voy a eso que antes llamábamos teatro, que tenía butacas y una pantalla grande sobre un escenario en que podíamos ser partícipes, además, de una graduación solemne de la enseñanza media del liceo. En San Antonio, hoy por hoy, ya no hay cine. En la ciudad hicieron un mall que aparece en la película, pero el proyecto no contemplaba cine, pero sí un casino de juegos de azar y patio de comidas, lo que supone desprecio y discriminación del modelo ciudad retail. Igual, asumiendo cierta radicalidad político-poética, no me desagrada vivir en un pueblo sin cine. Alguna vez hubo, en la época sesentera, en que éramos balneario popular, pero era otro régimen cultural. Hoy, la insoportable matriz espectáculo del cine es la que manda. No soporto el cine espectáculo ni tampoco el de los cinéfilos (o el del campo sancionado por la doxa fílmica), el primero es el que piratean mis alumnos pendejos y el otro es el de los snobs que le trabajan a la impostura y que suelen participar en largas pláticas performáticas o competidoras por quien sabe más del campo de citas fílmico, como cuando los compañeros de curso de aquella época jugaban a quien sabía más marcas de auto. Me imagino que hoy la lucha debe ser por otras cosas más sofisticadas, ligadas al juego y la tecnología. Yo padecí esas prácticas insoportables de la adolescencia culturosa.

Al cine lo encuentro wagneriano o judío, con pretensiones de poder (que no suene a facho) y de manipulación, y de vanidades sin control. Marcado por la misma obsesión con que deliraba Benjamin o el imaginario revolucionario, o la manipulación fascista de las masas. El cine le rinde mucho tributo a la literatura y no parece dar cuenta de eso en su materialidad, como que fagocita de otras disciplinas y se autonomiza perversamente, y termina pagando un tributo insuficiente al campo literario (y artístico en general).

El cine chileno me carga doblemente porque es lo más pretencioso que puede haber en el tercer mundo. Obviamente la lógica de financiamiento Corfo parece haber destruido cualquier posibilidad de narración cinematográfica coherente y de indagación subjetiva, que es una de las vertientes más fascinantes que puede tener el cine, y que en la película que comentamos es un eje clave.

Todo el cine chileno que he padecido lo he visto por la tele, ya sea por la señal abierta o por cable. Me encanta ver TCM porque veo las viejas películas de vaqueros, incluidas los spaghetti western de Sergio Leone con música de Morricone. A veces mi señora me convence de ver películas en DVD. Fue en ese contexto que vi una película argentina (Un cuento chino). Un film, como dirían los siúticos, que le pega diez patadas en la raja (o que supera ampliamente) a cualquier película filmada por algún cara de chileno.

La película Educación Física, en cambio, me interesó porque su paisaje de referencia es la ciudad en que vivo y porque una de sus locaciones es el jardín del pasaje que compartimos con el papá del director. Además, el protagonista es un profesor fracasado como yo. Se trata precisamente de un profe de educación física que come comida chatarra y que engorda deprimentemente. Hay una buena cantidad de escenas en que su compulsión deglutante, quizás lo más logrado de la película, junto a la muerte del padre mientras riega al fondo del cuadro, conforman un archivo de imágenes muy potentes de la precariedad sicológica y ambiental. En definitiva, no es una película chilena, es sanantonina, lo que la legitima aún más. Y por cierto su carácter municipal le da un plus muy sabroso por lo que representa esa instancia administrativa tan determinante en la vida comunal, con todo el flujo de pasiones, fidelidades y odiosidades que la cruzan. La ciudad puerto aparece en toda su precariedad y desatino urbano.

Es la inmensa tristeza de la provincia cuando decide desplegarse en su acepción más impresentable. Es un gran acierto que la película sea casi de carácter municipal, sólo faltó que estuviera auspiciada específicamente por el DEM, por el Departamento de Educación Municipal, lo que sería toda una paradoja porque la práctica pedagógica del protagonista deja mucho que desear. Lo demás es el paisaje determinado por la desregulación urbana y por la invasividad del kitsch facho flaitongo, no del otro kitsch que se emparenta con el naif feístico tan fascinante en ciertas poéticas, a las que uno mismo adscribe.

Educación Física, la película, me gustó porque está dentro de lo que el colectivo Buceo Táctico llamó “la estrategia de los pueblos abandonados”, es decir, asumir la precariedad y la poética del desamparo como registro identitario. Quizás uno espera más radicalidad, pero el cine es una zona compleja a la hora de sustentarlo económicamente, por eso está marcado por áreas de negociación que complejizan su retórica y sus propuestas. Es interesante que la película se las juegue por el magro deseo de los personajes o por la chatura conductual e intelectual del protagonista.

En nuestro medio faltaba una concreción audiovisual de estas características, construidas por uno de los nuestros. Creo que se trata de una contribución a esa mirada de los otros chiles, la de los territorios otros, de esos que tienen una visibilidad menor y secundarizada por una urbe metropolitana que siempre pretende destruirnos, y que en parte lo ha logrado al hacernos padecer las políticas que allá se generan para nuestro territorio, incluido el eje cultural.

 

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* Marcelo Mellado (Concepción 1955). Es escritor y profesor de Castellano de la PUC. Ha publicado El Huidor (1992), El Objetor (1996), La Provincia (2001), Informe Tapia (2004) y Ciudadanos de Baja Intensidad (2007, Calabaza del Diablo) con la que obtiene el Premio de la Crítica 2008. Es colaborador de medios de prensa como The Clinic y ‘Artes y Letras’ de El Mercurio. Ha trabajado como profesor escolar y universitario. Actualmente vive en San Antonio. Recientemente ha publicado la novela La Batalla de Placilla (Hueders Editores) y el libro de cuentos La República Maderera (Calabaza del Diablo).

** Educación Física, de Pablo Cerda (La Nena Producciones) tendrá su estreno este jueves 13 de diciembre a través de Cinépata.