El nombre de la ciudad es el modo de llamarla desde el mar, mirándola desde lejos. Blanca por el terreno salitroso, que hace unos pocos miles de años era una planicie de influencia marina, que hace que hoy la vegetación propia del lugar sea espinosa, siempre al ras del suelo. No hay bosque, caída de agua, montañas, ni otras características desmesuradas del entorno, esas que suspenden el pensamiento.
Quizás por eso la vegetación sea una buena forma de indagar esta ciudad. Porque lo ínfimo de esos arbustos hace evidente todas las intervenciones que fueron necesarias para convertir un salitral en uno de las ciudades agro-industriales más grandes de la Argentina. No hay mediación: hablar de las plantas de Bahía Blanca es exactamente hablar de la historia de la ciudad de Bahía Blanca.
El poco monte de piquillín, alpataco, caldén o chañar que quedó sin talar durante la construcción del fuerte que dio origen a la población, allá en 1828. Los tamariscos plantados a principios del siglo XX por el Ferrocarril Sud, la empresa inglesa que trasportaba toneladas de cereal a Europa según las coordenadas del modelo agroexportador. Cada una de las acacias puestas en las veredas del Barrio Obrero y regadas por los vecinos durante el primer peronismo. Los eucaliptos colorados que, desde los años ’90, forman la cortina forestal entre uno de los Complejos Petroquímicos más grandes de Sudamérica y las casas vecinas.
Pero estas plantas no tienen que ver solamente con el pasado. Pasar por debajo de su sombra, podar un cantero, pensar un plan de riego público, son acciones que nos hablan del presente. Del presente de una ciudad y de los resultados de distintos momentos de la urbanización del territorio.
* Lucía Bianco, nació en Punta Alta, Argentina, en 1979. Es Profesora de Artes Visuales por la EAV de Bahía Blanca. Actualmente trabaja en el Museo del Puerto de Ing. White, de la Municipalidad de Bahía Blanca, donde lleva adelante tareas de investigación y coordinación de actividades en el Área Cocina.
** Luciano Campetella nació en Tres Arroyos, Argentina, en 1983. Está a punto de terminar la Licenciatura en Letras en la Universidad Nacional del Sur, con orientación en Lingüística y Análisis del Discurso. Desde 2005 trabaja en el Museo del Puerto de Ing. White, en la organización de actividades educativas.
*** Agradecemos a Carlos Gradín por ayudarnos a contactar a los autores de esta instantánea, así como por mostrarnos el interesante proyecto del Museo del Puerto de Ing. White, Bahía Blanca.