A propósito de «Allen Ginsberg no debiera ser leído por nadie”
Hace unos días nos enteramos, al igual que varios que seguimos la prolífica y continua producción de Cinosargo –esa que nos conecta con el norte chileno, pero también con Tacna y Arequipa, el altiplano boliviano, con La Plata o Trujillo- de lo ocurrido en un taller impartido por Daniel Rojas Pachas. ¿Qué sucedió? Por encargo del municipio, Daniel desarrolló un taller de encuadernación en cuatro sesiones. En una de esas jornadas participaron, por pedido de la municipalidad, algunos niños (originalmente la actividad estaba dirigida a mayores de edad), quienes recibieron algunas hojas ya impresas que servirían para dar forma al libro “casero”. En ese lote de páginas, por equivocación se entregó un fragmento del poema Aullido, de Allen Ginsberg. Frente a la molestia de la madre de uno de esos jóvenes participantes, Rojas pidió todas las disculpas del caso a la afectada, quien las aceptó, permitiendo a su hijo que participara en la sesión siguiente. Esta situación abrió una serie de impugnaciones por parte del concejal Peralta, así como por parte de funcionarios del municipio, respecto a las intenciones de Rojas y su integridad profesional y moral.
Esas páginas de Ginsberg coladas en un taller, que hoy aparecen como el gran problema de Arica, sirven como demostración de las ridículas y sobredimensionadas reacciones de algunos frente a otros modelos de concebir un proyecto cultural. Algunas preguntas inmediatas: ¿por qué tal nivel de acusaciones y agravios si se habían ya dado todas las explicaciones y disculpas del caso? ¿Cómo es que un error se vuelve subversivo a ojos de una autoridad miope? ¿Qué se persigue denostando a Daniel y a Cinosargo? Al parecer lo que importa es dañar un proyecto que promueve la producción cultural y la aproximación a nuevas visiones de mundo, desde una ciudad intermedia, con todo lo que ello significa en un país centralizado como Chile.
Más allá de recalcar lo absurdo de la cacería de brujas iniciada por el concejal Urrutia, que a todas luces parece una pelea medieval -aunque a veces pareciera que esos tiempos eran más libertarios-, creemos que la gravedad radica en manchar todo un proyecto de promoción cultural descentralizado, conectado con su entorno y atento a las complejidades locales. Por años se ha hablado de la decadencia económica de Arica, de sus problemas estructurales en cuanto a empleo y otros indicadores sociales. Se la ha catalogado como la puerta de entrada del crimen organizado del narcotráfico y se la ha estigmatizado como un lugar donde nada pasa, salvo por la circulación de uno que otro turista que enfila rápidamente hacia el Chungará, o los más intrépidos, hacia el altiplano boliviano. Sin embargo, las acusaciones no contemplan que el proyecto Cinosargo promueve culturas y sociabilidades locales y alternativas, conectadas con otros proyectos de la macro-región (de Arequipa a Antofagasta, de Arica a Cochabamba). ¿Cuántas iniciativas se plantean trazar miradas paralelas en áreas fronterizas, en donde los poderes nacionales tienden a diluirse? ¿Cuántos apuestan por complejizar las miradas en torno al territorio y el paisaje cultural, más allá de los chovinismos prevalecientes en las regiones limítrofes?
Estas líneas se escriben hoy desde Santiago, pero surgen de un proyecto cuya base está en Talca, en la región del Maule. Admiramos el consistente proyecto de Daniel por muchas razones: su interés por asentarse en su ciudad, ya no sólo como un proyecto editorial –cuántos de nosotros quisiéramos haber soñado y concretado una treintena de ediciones de libros- sino como un espacio anclado en el territorio, capaz de convocar a ciudadanos a una oferta cultural lo suficientemente amplia y diversa como para promover la circulación libre del conocimiento. Un arraigo que no sólo es funcional, sino también simbólico: ¿Cómo puede un libro que rescata versos de poetas chinos conectarnos con la historia de los inmigrantes asiáticos venidos a participar de la extracción del guano? Del mismo modo, ¿cómo una compilación de poetas jóvenes bolivianos, chilenos y peruanos puede ayudar a pensar otras formas de integración territorial, más allá de tratados de buena voluntad? ¿Cómo puede un taller de encuadernación potenciar la imaginación, pero también el rigor, en un grupo de ciudadanos que, libremente, asiste a recibir conocimientos que escapan del mero cálculo de rentabilidad económica? La “comedia esperpéntica” (gracias Leonardo Sanhueza por tan perfecto apelativo), sólo viene a mancillar un proyecto sólido, consistente y bien articulado, con perspectivas de desarrollo local, que contribuye a repensar la región y las formas cotidianas de aprendizaje, el uso del tiempo libre y los modelos de gestión cultural.
Porque en decadentes conglomerados urbanos enfermos de municipalizados que confunden el aseo y el ornato con el desarrollo y la calidad de vida (como decía Mellado en La Provincia), la aparición y permanencia de un proyecto como Cinosargo no sólo es inesperada, sino que hasta milagrosa. Ojala esto sirva para volver a plantearse los patrimonios y riquezas locales, que esperamos, en el caso de Arica, vayan más allá del Morro, la iglesia de Eiffel y las aceitunas. Ojala esta carta de apoyo no llegue tarde y sirva para ayudar a limpiar el nombre de una persona y su valiosa iniciativa.