“……agradezco cada vez que fuimos al Mercado Central de Concepción, lo miramos y admiramos. Una lástima por quienes no lo hicieron, porque nunca sabrán lo que sintió Gepeto y Pinocho dentro de una gran ballena….”
Y si, era una gran ballena. Era una estructura audaz, con una bóveda impresionante y una luz de más de cincuenta metros, con una estructura de marcos de hormigón armado que contenía los hábitos alimenticios de una cultura folclórica, costumbrista. Los mariscales, las fuentes de agua con peces, los carteles de venta, las leches con plátanos, su gente, las frutas. Era un lugar donde, en su interior, existía el color y los sabores. Ahora es un esqueleto que muere.
Desde ayer domingo 28 de abril del 2013 a las 11:45 hrs, en toda Concepción se plantea, de manera colectiva y espontánea, la duda social. Sentimiento común entre locatarios y penquistas que observábamos cómo la cubierta metálica se retorcía por efecto del fuego, sostenida por esas grandes “costillas” de hormigón que prósperamente resistieron y aún siguen en pie.
Al parecer, el origen común entre las fogatas del cuento de la “aventuras de Pinocho” y la historia de nuestra “ballena penquista” son similares: aquí hay intención y un deseo de escape. Cada día más, Concepción pareciera querer escapar del patrimonio y la restauración, evadir su memoria. Escapar, por ejemplo, del edificio de química de Emilio Duhart, del edificio Johnson y de la Vega Monumental, y aceptar, casi sin conflicto, las falsas identidades del retail. En el área metropolitana de Concepción, hasta hace sólo dos años teníamos un solo mall. De manera brusca y voraz, ahora tendremos cuatro, mientras que el Mercado Central había estado esperando, por más de veinte años, una propuesta de restauración y protección patrimonial a través una declaratoria como inmueble de conservación histórica.
De cierto modo nos dejamos anestesiar y permitimos que incendien nuestra dignidad; ¿no es extraña la rutinización de estos “curiosos incendios”? A ratos parecieran comportamientos sectarios, obstinados en sacrificar el patrimonio tangible e intangible de nuestras culturas locales.
Cómo explicamos que justo un día domingo, cuando no hay actividades en el Mercado Central, exactamente en uno de los sitios de mayor plusvalía del suelo del Gran Concepción, a una cuadra de la Plaza Independencia, justo dos semanas antes que comenzaran a zanjarse dos décadas de negociaciones y acciones judiciales entre propietarios, municipalidad y inmobiliaria, se generara un incendio que sigue ardiendo en la comunidad penquista.
A propósito de los testimonios y registros que nuestra memoria, selectiva, se encarga en traer de nuevo, recuerdo cuando el asesor jurídico de la Municipalidad de Concepción expresaba que no valía la pena rescatar el edificio, sin tener el mínimo de consideración con su relevancia dentro del patrimonio regional, nacional y latinoamericano, en su vínculo con la escuela de la Bauhaus y el inicio del modernismo arquitectónico en Chile.
La duda está y, a pesar de ello, no vamos a permitir que este edificio sea demolido. Manteniendo su esqueleto, las costillas de ballena, esas que lo definen en su forma, pero también en su capacidad para emocionar a quien lo visita, el edificio podrá seguir satisfaciendo a su sufriente comunidad.
El edificio, el tejido social y la economía local tienen que ser reforzados, pero no faltarán los inescrupulosos que dirán que hay que demolerlo. Tenemos que hacer todo lo posible para que nuestro mercado no se transforme en un mártir más, tal como lo es el ex-teatro de Concepción, víctima caída de la especulación inmobiliaria del retail. Es necesario que sigamos sosteniendo a los pequeños empresarios para que se mantengan en el área céntrica de Concepción, y no en la periferia. Eso es promover la diversidad funcional, la integración socio-económica, la heterogeneidad y el fomento productivo.
A pesar de que el comentario citado al comienzo de esta nota puede ser desalentador –sólo unos privilegiados pudieron emocionarse como Gepeto dentro de la ballena- los penquistas tenemos la seguridad que, después de este incendio, nacerá otra visión. Una visión que contenga el deseo de ver a nuestros hijos estar felices dentro de la ballena.
* Patricio Mora es Arquitecto de la Universidad de Concepción. Es cofundador y Director ejecutivo de Fundación Proyecta Memoria (http://proyectamemoria.cl/) y Director de Fundación Alto Rio. Ambas organizaciones velan por el patrimonio destruido tras catástrofes naturales y artificiales. A través de su trabajo ha tenido la posibilidad de exponer en diferentes países como Alemania, Japón e Italia (XII Bienal de Venecia 2010), entre otros.
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