La calle Mohammed Mahmud, conocida también como sharei’ uyuun al-hurriyyah (la calle de los ojos de la libertad), está transformándose en un ícono de El Cairo. La vía ha sido recientemente descubierta por numerosos caminantes y fotógrafos, impresionados tanto por los impactantes graffitis que han comenzado a cubrir sus muros, como por la curiosidad que ha suscitado en la opinión pública. Son varios los que desean visitar el lugar: quienes van a recordar a los mártires asesinados se encuentran con equipos de periodistas e investigadores, interesados en comprender los sucesivos eventos violentos que allí ocurrieron. Este interés no se limita sólo a los levantamientos del 2011, sino también se extiende a analizar la persistencia de un barrio de la ciudad que fue llenándose de barricadas y muros levantados por las fuerzas de seguridad. Un área de El Cairo en que los residentes han sufrido la violencia de parte de la policía antidisturbios durante enfrentamientos, pero en donde también persiste una activa vida social: los populares cafés en las cercanías del antiguo campus de la American University de El Cairo (AUC) siguen siendo muestra de ello.
Mohammed Mahmud es una de las calles principales que lleva hacia la plaza de Tahrir, y en ella se localiza la puerta trasera a la AUC. Para los residentes de la ciudad, la calle ha ido constituyéndose como un espacio de memoria de la revolución, principalmente porque fue escenario de algunos de los episodios más dramáticos y violentos ocurridos entre noviembre del 2011 y febrero de 2012. Allí cientos de manifestantes fueron gaseados, desfigurados a golpes y/o asesinados por las fuerzas policiales egipcias. Como evidencia de la crueldad de esas semanas, fuerzas especiales y francotiradores especialmente entrenados solían apuntar directamente –y en algunos casos disparar- a los ojos de los manifestantes.
Tras los enfrentamientos ocurridos entre el 19 y 24 de noviembre del 2011, el régimen de Mubarak levantó muros de cemento en la calle Mohammed Mahmud, con el objetivo de cortar la circulación y separar dos áreas. Esas mismas paredes fueron destruidas en febrero de 2012 por las fuerzas de la Revolución y los residentes del barrio, no sin antes enfrentarse con las fuerzas de seguridad aún leales al régimen. Luego, en la misma calle fueron vueltos a construir más muros y barreras, que bloqueaban la posibilidad de acceso a la calle Rehan, donde se localiza el monumental edificio del Ministerio del Interior, en la época completamente rodeado de tanques y puntos de control.
Durante todo el 2011, los muros perimetrales del campus de la AUC fueron transformándose casi semanalmente, corporizando una guerra constante por entregar mensajes a la opinión pública a través de la pintura. En concreto, suscitó un choque entre artistas graffiteros –la mayoría de ellos enormemente creativos- y el personal de seguridad de la junta militar, quien insistía desesperadamente en blanquear los muros, con el fin de eliminar burlas e insultos dirigidos hacia el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (SCAF). Además de las pintadas sarcásticas, el espacio fue convirtiéndose paulatinamente en un espacio de conmemoración a los mártires.
En Septiembre de 2011, en una protesta que reunió a más de un millón de personas, los barra bravas de los equipos de fútbol de El Cairo ocuparon la Plaza Tahrir, en su mayoría cantando las consignas que usualmente despliegan en los estadios. Muchos niños y jóvenes fueron vistos sentados en el muro de la AUC, mientras que muchos graffiteros ocuparon la occasion para pintar. Como respuesta a esto y a los enfrentamientos que sucederían en Noviembre y Diciembre, al muro de la AUC le fueron añadidos algunos metros de altura.
Durante esta fase de violencia, la sede de la AUC fue saqueada y varios guardias de la universidad heridos. En un intento por eliminar las pintadas, las autoridades decidieron blanquear los muros en los preparativos al primer aniversario de la revolución del 25 de Enero.Sólo bastó un día para que los muros blanqueados fueran llenados de nuevo de fantásticos dibujos. Los murales eran representaciones visuales de los ataques de las fuerzas de seguridad, que en su mayoría incluían gases lacrimógenos, palizas y la matanza de manifestantes; mascaras y rostros desfigurados comenzaron a llenar las paredes. Tras la masacre a los hinchas del Al-Ahly en Port Said del 1 de Febrero de 2012, una pintada apareció en los muros, que representaba a estos hinchas como ángeles descansando en el cielo. Otra de ellas mostraba el funeral de los mártires a la usanza del antiguo Egipto. Ilustraciones de mujeres desnudadas y violadas por el personal de seguridad también siguieron apareciendo y re-apareciendo en los muros.
Estas imágenes vívidas han convertido a la calle Mohammed Mahmud en un templo, o más bien, en un memorial constantemente visitado y fotografiado –existe un deseo de registro frente al peligro que sean borrados-. La calle está volviéndose también un punto turístico dentro de la ciudad, donde las personas se toman fotografías junto a los murales. No es extraño tampoco que el espacio permita que transeúntes –espectadores extraños entre sí- comiencen a conversar y compartir sus experiencias acerca de la revolución.
El 24 de Febrero de este año, las paredes de la calle fueron una vez más –quizá por vigésima vez- blanqueadas con pintura; lo extraño fue que a diferencia de otras ocasiones, los murales de los mártires de la barrabrava del Al-Ahly fueron dejados intactos. Esto es un hecho revelador: se deja intacto porque trae una imagen del Antiguo Egipto –el miedo a la maldición de los faraones debe haber disuadido a los agentes de seguridad de borrar el maravilloso mural-, o porque existía una potencia tal del mensaje, que los blanqueadores profesionales decidieron dejarlo. De todas formas, nadie sabe cuanto tiempo durará esta obra en la pared.
De forma similar, todos los graffiti pintados en las paredes de concreto o en las barricadas de las calles laterales de Mohammed Mahmoud han sido eliminados. Sin embargo, el 27 de Febrero, un enorme mural que retrataba al mártir Emad Effat –clérigo sunita asesinado en las protestas de diciembre del año pasado- apareció en las barreras cercanas a la antigua biblioteca de la AUC.
Los flujos de estas expresiones artísticas revelan que las revoluciones también están contenidas en estos procesos dinámicos, los cuales incluyen estos mecanismos de impugnación pública. Sea promoviendo la creatividad, sea registrando fotográficamente antes que el acto se marchite, el testimonio sirve también para reforzar al acto revolucionario mismo.
* Este texto fue publicado originalmente en la revista Jadaliyya, el 10 de Marzo de 2012. Jadaliyya es un medio electrónico independiente, producido por el Instituto de Estudios Árabes, también responsable del Journal de Estudios Árabes y del colectivo de cine documental Quilting Point. Agradecemos tanto a Mona Abaza, la autora del texto, como a Hesham Sallam, editor de Jadaliyya, quienes aceptaron nuestra propuesta de re-publicación. (http://www.jadaliyya.com/pages/index/4625/an-emerging-memorial-space-in-praise-of-mohammed-m)
** Mona Abaza es cientista política (American University, Egipto), Máster en Sociología (University of Durham, UK) y Ph.D. en Sociología (Universidad de Bielefeld, Alemania). Actualmente se desempeña como académica del Departamento de Sociología, Antropología, Sicología y Egiptología de la American University de El Cairo (Egipto), así como profesora visitante en Estudios Islámicos en la Universidad de Lund (Suecia). En años anteriores ha sido investigadora visitante en Singapur (Institute for South East Asian Studies, 1990-92), Paris (EHESS, 1994), Berlín ( Wissenschaftkolleg, 1996-97), Leiden (IAAS, 2002-03) y Wassenaar (NIAS, 2006-07).
*** La traducción del texto fue desarrollada por el equipo editor de Bifurcaciones.