22/01/2013

Con la barriada al centro. Viviendas al margen, 1957-1977

Gonzalo Cáceres Q.

Blog | reseñas

Resumen

Colección Documentales. Viviendas al Margen 1957-1977. Archivo Fílmico UC
Facultad de Comunicaciones, Pontificia Universidad Católica de Chile.

Las callampas, Rafael Sánchez (1957) 19'16''
La cara tiznada de Dios, Rafael Sánchez (1963) 9'26''
21 de Junio de 1971, Sergio Navarro (1971) 9'10''
Si todos los vecinos, Grupo B - Cuarto Semestre (1972) 7'03''
Campamento Sol Naciente, Ignacio Aliaga (1972) 9'37''
Aquí se construye, Ignacio Agüero (1977) 5'28''

bifurcaciones-viviendasalmargen

 

¿Qué beneficios reporta el visionado de los documentales reunidos en Colección documentales Viviendas al margen 1957-1977 Archivo Fílmico UC? Amparado en una lectura en clave planificación urbana, la observación de todas las producciones compiladas por Susana Foxley no hace sino reconfirmar la centralidad de la barriada. Pero la importancia de la favela, el cantegril, la villa miseria, el pueblo joven o la colonia, también es cinematográfica como lo corrobora una extensa lista de filmes que antecede a Milagro en Milán (1951) y que con seguridad se extenderá más allá de Elefante Blanco (2010).

La barriada es antigua, mucho más que centenaria, pero su relevancia contemporánea antes que pretérita. Una reflexión procesual permite concluir que no puede ser espoleada al anonimato cuando sus integrantes residen en las proximidades a las áreas centrales, se movilizan públicamente en favor de necesidades insatisfechas y conforman un porcentaje revelador de los habitantes de la ciudad. Aunque parezca obvio recordarlo, los callamperos, agregados y mejoreros también son habitantes de la ciudad. El cine al igual que la sociedad, siempre les ha prestado la atención, aunque el interés sea dispar.

Miracolo in Milano, Vittorio De Sica (1951)

Miracolo in Milano, Vittorio De Sica (1951)

Complexo, universo paralelo (2011) / 5x Favela, agora por Nós Mesmos (2010) / Elefante Blanco (2012)

Complexo, universo paralelo (2011) / 5x Favela, agora por Nós Mesmos (2010) / Elefante Blanco (2012)

 

La barriada multidimensional

En los años en que debutaba la expresión Tercer Mundo, la mayoría de los favelados que habitaban mejorasno pagaban alquiler. Ergo, su presencia aglomerada era un revulsivo para el capitalismo urbano vigilante de las rentas de la tierra. Cuando el número de asentamientos creció a ritmo incesante, el temor se fortaleció hasta forjar todo un imaginario.

Sin lugar a dudas, los asentados constituían un desafío para toda clase de autoridades que tenían la ciudad como responsabilidad. Vistos por sus profesiones: abogados, ingenieros, higienistas; más tarde arquitectos, salubristas y urbanistas. Cuando a la lista de tomadores de decisión se sumaron trabajadores sociales, economistas, demógrafos, sociólogos y planificadores urbanos, el desborde popular ya erizaba decenas de ciudades. En pocos casos, los Estados aplicaron programas de vivienda. En la mayoría de las realidades nacionales, sin embargo, las intervenciones oficiales fueron orientadas a la tenencia, pero sin la oferta suficiente para solventar el déficit habitacional.

En el Chile de la república presidencialista, la significación de la población callampa justificó monografías de trabajo social e impulsó encuestas y censos de alcance municipal y también citadino. Mucho más influyentes, con todo, fueron las opiniones desplegadas en los medios impresos.

A modo de ilustración y durante la década del ´30, diferentes diarios dedicaron columnas impactantes sobre los socavones habitados del cerro Blanco de Recoleta. Cuando Covacevich, tres décadas más tarde, filmó Morir un poco (1968), la callampa no había cambiado demasiado. Una continuidad similar se advierte si nos detenemos en las crónicas sobre “barrios miserables” y “suburbios horripilantes”, en revistas más antiguas como Sucesos o Zig-Zag. Ambos magazines, pero también periódicos y diarios, publicaron reportajes sobre la aglomeración de chozas adosadas a cementerios, industrias, canódromos, basurales y presidios. Como la tesis del arquitecto Leonardo Cortés subraya para el Valparaíso decimonónico, la lista incluyó asentamientos en cauces, lomajes y quebradas. De ninguna manera se trataba de un fenómeno local. Las imágenes que Harry Olds capturó en el barrio de las ranas de Buenos Aires, eran equivalentes a las que se podían obtener a lo largo del Mapocho.

Pacífico Magazine (12), 1913

Pacífico Magazine (12), 1913

Morir un poco, Álvaro Covacevich (1967)

Morir un poco, Álvaro Covacevich (1967)

Barrio de las ranas, Harry Olds (1901)

Barrio de las ranas, Harry Olds (1901)

 

Si nos concentramos ahora en las interpretaciones criollas sobre la barriada, sostendremos que las voces tradicionalistas prolongaron su mirada horrorizada con el guangualí como referencia dura. Por diversas razones, el panorama de ideas cambió con la modernización de la sociedad. De este modo, a la mirada horrorizada también se agregó la compasiva y la regeneracionista. Sobre esta última, y hacia comienzos de la década del veinte, se depositó una nueva convicción entre ensayistas y tecnócratas: salvar la raza chilena. ¿Salvarla de qué? En una sentencia: de la explosiva combinación organizada en torno a prédica “roja”, alcohol a destajo y vivienda insalubre. Pero mientras algunos declamaban contra la totalidad del tridente, otros redujeron la “problemática” a una o dos de sus puntas.

No es casualidad que bajo la Dictadura de Ibáñez, el Estado encarara la disolución de la raza. Alessandri y los gobiernos sucesivos prolongarían la tarea, que en términos de infraestructura se saldaría en hospitales, escuelas y estadios. Las viviendas, salvo proyectos ejemplares, tardarían en llegar al menos en la cantidad suficiente.

Mientras el cuadro de ideas volvía a rebarajarse, voces provenientes de la propia Iglesia Católica saltaron del púlpito a la calle. Alberto Hurtado montado en su camioneta es el símbolo principal de la ruptura. Sin que la mirada horrorizada, la compasiva o la regeneracionista desaparecieran del todo, lo que sobrevino fue el ascenso de las Ciencias Sociales. Hurtado, después de su experiencia europea y norteamericana, fue un vanguardista en captar su potencial.

¿Cuánto cambió la interpretación prevaleciente en su versión horrorizada, compasiva o regeneracionista? No lo sabemos, pero el paisaje mental se vio azorado cuando Verbitsky publicó Villa Miseria también es América (1957) y Matos Mar un estudio sobre los pueblos jóvenes en la Lima de los migrantes de la sierra. Imposible olvidar a Buñuel, con mayor razón después del estreno de Los olvidados (1950) ni tampoco a Isidora Aguirre con Población Esperanza (1959).  Aunque se trata de materiales muy diferentes, todas ellos rechazan la compasión como eje de la relación elite-pueblo. En su reemplazo, se instaló el escrutinio como recurso lo mismo que el realismo como enfoque.

Bernardo Verbitsky - Villa Miseria también es América (1957) / José Matos Mar - Las barriadas de Lima (1957)

Bernardo Verbitsky – Villa Miseria también es América (1957) / José Matos Mar – Las barriadas de Lima (1957)

Luis Buñuel - Los Olvidados, 1950

Los Olvidados, Luis Buñuel, 1950

Con anterioridad a la Revolución cubana, la aproximación compasiva fue cuasi substituida por la promoción social. La caridad no desapareció como fuerza movilizadora, pero el impulso filantrópico pareció menguar en capacidad persuasiva.

Antiguas palabras fueron resignificadas y otras derechamente importadas. Proyecto, beneficiario, trabajo de terreno, comunidad, organización, estudio de caso, encuesta, compromiso, desarrollo. Debutaba toda una nueva enciclopedia y, para el caso santiaguino, las páginas de Vistazo, La Voz y Mensaje eran la vitrina del nuevo enfoque.

El alza del compromiso, nos hace preguntarnos ¿Con quién? Por ejemplo, con las familias provenientes de toda la ciudad y que desde la década del ´10  se ubicaron en el Zanjón de la Aguada hasta interpelar con su fisonomía a sacerdotes como Rafael Maroto y a estudiantes de arquitectura como Mariano Puga. Obviamente, no todos los sacerdotes pensaban igual aunque los involucrados hundieran “…sus pies en el barro”.

Población callampa, s/f

Población callampa, s/f

A las diferencias de enfoque también hay que sumar las metodológicas. Estaban los sacerdotes, como Del Corro y Van de Reest, que combinan innovación con proximidad. Mientras el primero se disloca por la periferia en moto o jeep, participando de autoconstrucciones y negociaciones, Van de Reest convirtió el Hogar de Cristo Viviendas en una factoría de mediaguas no sin antes vivir en varias callampas, pero también en algunas tomas. También estaban Schlosser y Sánchez. El primero formó un Instituto de Promoción Social en el Concepción de la década del ´50, para luego crear un centro educacional en plena barriada. El segundo, se multiplicó para crear un Instituto fílmico. ¿Qué tienen en común todos ellos?  El interés por forjar instituciones, desarrollar proyectos y materializar cambios.

Aunque los documentales no son un espejo del proceso que los últimos sacerdotes vivieron, si nos entregan pistas y claves de su desempeño. Animado por el revisionismo interpretativo, Viviendas al margen dispara preguntas y también reveladores omisiones. Enhebremos en base a los soslayamientos.

Para un país institucionalista, impresiona la ausencia de autoridades en todos los documentales reunidos por Foxley. ¿Cómo explicarlo si el Chile de los largos sesentas fue caracterizado como la “patria del Estado”? Incluso la propia Alicia Vega, casi remedando a Sánchez, nos recuerda el papel fundamental del Cardenal Caro cuando consigue la radicación de los ocupantes en la Chacra La Feria. Pese a la gravitación que alcanzó su gestión, en Las Callampas (1957) no comparece ni Caro ni tampoco ningún dignatario de la Iglesia Católica. Misma ausencia se advierte en La cara tiznada de Dios (1963) y se prolonga en los cortos realizados por estudiantes de la EAC. La fugacidad con que aparece un gobernador en Si todos los vecinos (1972), no modifica la tendencia. ¿Acefalía de autoridad o rechazo contra la alta burocracia?

Si volvemos a Las Callampas, advertiremos que el vacío de figuras de autoridad, es rellenado con nuevos protagonismos. Liderazgos emergentes los llamaríamos ahora. Con seguridad estamos hablando de los sectores populares, pero también de otras mediaciones ¿Cuáles?

Un  caso. Estamos en el primer tercio de Las Callampas y Sánchez decide fogonear la narrativa. Aunque lo que se quema frente a la cámara es una maqueta, representa un incendio de grandes proporciones. El panorama, imagina el espectador, es desolador en las proximidades al Zanjón de la Aguada y el director se detiene en tablones combustionados. Unos pies femeninos parecen estar a punto de desplomarse en medio de un entresijo de maderas. Como era presumible esperar, la flamígera destrucción se saldó con autoconstrucciones derruidas y familias damnificadas.

Las callampas, Rafael Sánchez (1957)

Las callampas, Rafael Sánchez (1957)

En medio de una narración dominada por el agobio y la frustración, Sánchez admite simbolizar la intervención del Estado. Pero en vez de mostrarnos el despliegue de camiones municipales o la distribución de víveres, la atención se concentra en una reunión que ocurre en plena calle -Alcalde Flores con Urzúa para ser más exactos-. A la cita no solo concurren funcionarios municipales y carabineros. También está presente el cura Del Corro. Los espectadores de Las Callampas, no saben todavía de su existencia, pero Sánchez decide elevar al sacerdote, joven y dinámico, a un lugar de privilegio. Ya llegará el momento en que el documental tendrá segundos para mostrar a Del Corro en pleno activismo. Incluso, una de las tomas capturará el ir y venir en uno de los móviles del Hogar de Cristo Viviendas, para luego detenerse en su imagen corporativa ¿Por qué tanta publicidad? El guiño de Sánchez a sus financistas no parece ser respuesta suficiente. Por otros testimonios sabemos que la presencia de Del Corro, fue controvertida por los pobladores de militancia comunista. Quizá la encomienda de Del Corro a Sánchez fue reposicionar una imagen y por eso tanto didactismo respecto a las capacidades constructivas de Hogar de Cristo Viviendas. Más allá de las especulaciones, todas casi imposibles de verificar, lo cierto es que Del Corro funge de agente externo mientras busca apoyar sin mimetizarse.

Padre Del Corro. Las Callampas, Rafael Sánchez (1957)

Padre Del Corro. Las Callampas, Rafael Sánchez (1957)

Observando todos los documentales, es claro que el vacío de autoridad es substituido por el protagonismo que alcanzan los  sectores populares salvo, por razones obvias, en Aquí se construye (1977) de Ignacio Agüero. Aunque en los documentales de Sánchez, carezcan de voz propia, los pobladores son erigidos en agentes del cambio social. No sin simbolismo, Sánchez lo enfatiza de manera evidente cuando, en un cruce con otras tradiciones estéticas, realza la figura de la columna. Dicho de una manera apresurada, podríamos sostener que es el pueblo en movimiento, puro e irredimible.

Las callampas, Rafael Sánchez (1957) / Novecento, Bernardo Bertolucci (1976)

Las callampas, Rafael Sánchez (1957) / Novecento, Bernardo Bertolucci (1976)

 

¿Explotado o cultivado? La cuidadosa preocupación es la clave interpretativa con que son leidos los sectores populares urbanos en las producciones de los estudiantes de la EAC. Pero a diferencia de otros trabajos visuales de la época, impresiona la sensibilidad con que son tratados los pobladores y sus asentamientos. Ni compasiva ni regeneracionista, la mirada desplegada es profundamente inclusionaria.

Que el enfoque sea sensible, no significó para los estudiantes evadir conflictos latentes y manifiestos. Efectivamente, un asunto interesante en el trabajo de los jóvenes realizadores, es su habilidad para captar contradicciones más allá del binomio capital-trabajo. Por ejemplo, las que se establecen entre mujeres y jóvenes deportistas respecto del uso de un predio –Campamento Sol Naciente (1972)-, las que se provocan cuando un sacerdote concentra sus preferencias en una pobladora –21 de Junio de 1971– o las que se disparan cuando los hombres, salvo uno, escabullen responsabilidades respecto del cuidado de los hijos –Si todos los vecinos (1972)-. Todas las piezas, más o menos incompletas, dan muestras de una apertura intelectual muy distante del estereotipo con que algunos justificaron el cierre de la EAC.

Campamento Sol Naciente, Ignacio Aliaga (1972)

Campamento Sol Naciente, Ignacio Aliaga (1972)

¿Documentales sin documentalismo en el Chile de los largos sesentas? La colección que Foxley compiló, orilla la respuesta en favor de una institucionalización del documentalismo. Voces más expertas dirán si se trata de un proceso temprano o tardío. Solo me resta insistir que antes de 1957 y después de 1973, se produjeron documentales en calidad y cantidad suficiente como para sostener que el documentalismo en Chile fue más bravura que bravata. Tres justificaciones: a) sus practicantes recibían entrenamiento avanzado, b) existían publicaciones especializadas donde debatir los nudos de la actividad y c) pese a que no se habían producido reconocimientos internacionales, exponentes de la escena local ya los recibirían.

 

* Esta reseña fue leída con ocasión de la presentación del DVD compilatorio de la Colección Documentales. Viviendas al Margen (1957-1977). Centro de Extensión de la Pontificia Universidad Católica de Chile, 21 de enero del 2013.

** Gonzalo Cáceres Q. es Historiador y Planificador Urbano. Actualmente es académico del Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales (IEUT), de la Pontificia Universidad Católica de Chile.