Resumen
Analizamos la participación de São Paulo como ciudad invitada de honor de la 40ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires (2014). Subrayamos la opción de la Prefectura por llevar al evento escritores de la literatura marginal ligados a los saraus –encuentros poéticos promovidos en barrios periféricos de la ciudad. En primer lugar, discutimos la formación histórica de las periferias paulistanas y los contextos de segregación socio-cultural en los cuales tales movimientos culturales emergen. Enseguida, describimos los arreglos políticos que hicieron posible la participación de los colectivos culturales periféricos en el evento argentino, considerando que la mayor parte de los escritores invitados poseía poca consagración en el sistema literario y poca inserción en el mercado editorial. Finalmente, planteamos algunas hipótesis para explicar la diferencia entre la participación en la Argentina y aquellas promovidas por el gobierno federal en eventos editoriales realizados en Europa, ocasiones en las cuales los curadores priorizaron a escritores poseedores de más prestigio literario.
Palabras Claves
Ferias del libro, literatura, periferia urbana, Brasil.
Abstract
The paper analyzes the participation of São Paulo as guest of honor at the Buenos Aires International Book Fair (2014). We will examine in particular why the event’s curators and the municipality opted to take writers from marginal literature associated to the saraus, poetry readings on the city's outskirts. First, we discuss the formation of the “periphery” of São Paulo and the contexts of social and cultural segregation in which these artistic movements emerged. Then we describe the political arrangements that made possible the participation of peripheral cultural collectives at the Argentinean event, given that the most of the guest writers had low level of consecration in the Brazilian literary system and little insertion in the traditional publishing market. Finally, we suggest some hypotheses to explain the differences between the participation in Argentina and those promoted by the Federal Government in other events held in Europe, occasions when the curators prioritized authors with greater literary prestige.
Keywords
Book fairs, literature, urban periphery, Brazil.
1. Introducción
La 40ª versión de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, mayor evento de este tipo en Sudamérica, tuvo lugar en la Sociedad Rural Argentina (SRA), barrio de Palermo, entre los días 24 de abril y 12 de mayo de 2014. El evento ocupó un espacio de 45 mil m2 de la «Rural» e incluyó una amplia agenda con actividades profesionales en el mercado editorial; lanzamientos de libros, homenajes, conversaciones y debates con intelectuales, periodistas, sociólogos; cuenta-cuentos para niños; presentaciones de música y danza regional, entre otras. Esta feria es la principal actividad promovida por la Fundación El Libro, entidad sin fines de lucro compuesta por las principales instituciones del mercado editorial, librero y gráfico de la Argentina.
En los últimos años, la Feria ha buscado adquirir relevancia internacional, sobre todo en el ámbito hispano-americano. Una de las acciones que van en este sentido es el evento de las ciudades invitadas de honor, a partir del cual se pretende poner en el centro de la atención ciudades de dentro y de afuera de América Latina, fomentando intercambios y haciendo disponible al público la producción cultural de otros países. La primera, en 2013, fue Ámsterdam; la segunda, en 2014, São Paulo.
En este artículo, discutiremos acerca de la participación de São Paulo como ciudad invitada de honor de esa Feria y, particularmente, la decisión del poder público local en dar énfasis a los saraus -eventos literarios organizados en barrios periféricos de la ciudad [1]. Para esto, exploramos la cuestión urbana en São Paulo y los sentidos socio-espaciales y culturales de sus periferias. En seguida, localizamos un tipo específico de producción cultural en esos territorios. Finalmente, analizamos la participación de São Paulo como invitada de la feria de Buenos Aires, en 2014, trayendo a colación un conjunto de temas relacionados con la circulación y la consagración en el ámbito literario.
2. El «padrón periférico» de ocupación del espacio urbano en São Paulo
São Paulo, núcleo de una de las mayores áreas metropolitanas del mundo, es uno de los principales centros de actividad comercial, industrial y financiera de Brasil. Al contrario de lo que ocurre en otros países, la mayor ciudad brasilera no representa los principales símbolos de la «identidad cultural nacional», que tradicionalmente se construyeron en torno a expresiones culturales de otros espacios urbanos, como Río de Janeiro y Salvador. No obstante, es el centro hegemónico del mercado nacional de bienes simbólicos: desde mediados del siglo XX, viene haciendo frente al dominio de Río de Janeiro como principal polo de atracción e irradiación de las actividades culturales e intelectuales del país, constituyéndose como sede de muchos museos, galerías, editoriales, empresas de medios, instancias que, en cierta medida, oligopolizan la producción, difusión, consumo y consagración de esa producción [2].
Como otros centros urbanos latinoamericanos, São Paulo creció de manera rápida y desordenada, fruto de sucesivas migraciones internas y externas y del éxodo rural. Esos enormes contingentes poblacionales se desplazaron a ese centro industrial, comercial y de servicios en busca de trabajo y oportunidades. El resultado fue un acentuado proceso de segregación territorial: en el llamado «centro expandido» se concentran las clases altas y medias, mientras que en las periferias viven las clases más bajas, instadas a desplazarse diariamente hacia las áreas centrales, donde se aglutina buena parte de las ofertas de trabajo, servicios y entretenimiento.
Caldeira (1984 y 2000), Holston (1991) y Bonduki (1982) reconocen que, a partir del inicio de los años 1940 hasta mediados de los 1970, hubo un descuido de las autoridades estatales en relación con el proceso de urbanización de las regiones suburbanas y rurales de São Paulo, lo que facilitó la expansión irracional de las periferias por intermedio de la iniciativa privada, la especulación, prácticas irregulares de apropiación indebida y fraude, como el no suministro de servicios urbanos básicos e incumplimiento de las dimensiones mínimas de construcción exigidas por ley. Al mismo tiempo en que una urbanización no planificada aceleraba la proliferación de favelas, São Paulo recibía un flujo elevado de migrantes, especialmente nordestinos, en busca de mejores oportunidades laborales y condiciones de vida. Con esto, se delineaba el «padrón periférico» de ocupación del espacio urbano, multiplicándose las viviendas populares en barrios remotos, sin infraestructura y descuidados por el poder público (Bonduki y Rolnik, 1979).
El régimen militar instaurado en 1964, al reprimir movimientos populares surgidos en las periferias y quitarla autonomía de los municipios en la promoción de financiamientos para la construcción de casas propias, profundizó ese modelo segregacionista de urbanización (Feltran, 2007; Carril, 2006). Eso resultó en una urbanización caótica y en un alto grado de pauperización social y «espoliación» urbana (Kowarick, 1979 y 2000), una sumatoria de extorsiones por parte del Estado que sometió a las periferias a la precariedad de servicios, espacios, bienes y equipamientos colectivos.
La población periférica paulista creció abruptamente entre 1975 y 1980 a una tasa promedio de 19,1 % al año (Caldeira, 1984). A partir de la década de 1980, sin embargo, se nota el agotamiento de este padrón de urbanización de la ciudad y el empobrecimiento masivo de la población residente en las favelas y en los barrios populares. A partir de ahí, el modelo de segregación socio-espacial basado en la dicotomía «centro-periferia» comienza a ganar todavía más fuerza, con el crecimiento geográfico de la ciudad y el aumento de los problemas urbanos (Caldeira, 2000).
A lo largo de este proceso, además de que las periferias emergieron como locales de exclusión y espoliación, también se transformaron en espacios de organización autónoma de luchas populares: movimientos para la obtención de agua y alcantarillado, mejoría de los transportes, construcción de escuelas y viviendas. Kowarick y Bonduki (1994) señalan que, a mediados de los años 1980, algunos eventos, como la huelga de los metalúrgicos y la consolidación de centros pastorales y comunidades eclesiásticas de base, así como la creación del Partido de los Trabajadores (PT) y la organización social y política de las periferias, constituyeron cierta conciencia de insubordinación importante para el futuro.
En la década de 1990, a pesar del desmoronamiento del modelo de urbanización periférica -que absorbió contingentes poblacionales en pocos y grandes centros urbanos, sin integrarlos a la ciudad- y de la consolidación de los movimientos que tenían por objetivo mejorías urbanas, la coyuntura no se mostró favorable a la solución de los problemas. Las reformas neoliberales llevaron a la fragilización de las conquistas anteriores, sobre todo considerando lo que Maricato (2001) llamó «urbanización de la pobreza»: predominancia del trabajo precario, aumento de la informalidad, desempleo de larga duración, profundización de la expansión periférica, asentamientos irregulares, «favelización». En varias metrópolis de las periferias del capitalismo, incluyendo las grandes ciudades brasileras, fue un periodo de empobrecimiento y explosión demográfica en las favelas, en que algunos proyectos de modernización y renovación urbanas expulsaron a millones de residentes de los centros expandidos de las ciudades globales hacia sus arrabales periféricos -las favelas o «aglomerados subnormales» (Davis, 2006). En São Paulo, los residentes de favelas y barrios pobres -en torno al 4,4% de la población en 1980- pasaron al 11,2% en la década de 1990 (Kowarick, 2009). Este período vivió una intensificación del proceso de reestructuración del capital (Harvey, 2002), con un aumento irregular del desempleo, deterioro de los salarios, precarización de las relaciones de trabajo, crecimiento escandaloso del mercado informal, etc. En esta coyuntura, la cuestión social estuvo marcada por la disyunciónentre lógica de mercado y dinámica social, la exigencia de más derechos sociales y los imperativos de eficacia de la economía (Telles, 2001).
En ese escenario, creció un fenómeno que en los años siguientes se volvería un estigma de los barrios periféricos: la violencia. La tasa de homicidios en la capital paulista, sobre todo a partir de 1994, subió de forma abrupta, alcanzando su nivel más alto entre 1996 y 1999, al punto de que muchos distritos de la ciudad lideraron la lista de los lugares más violentos del mundo. Según Telles (2010), que analizó la relación entre dinámica urbana y violencia, en algunas regiones de la periferia paulista los indicadores eran espantosos: por ejemplo, en 1999, en Jardim Ângela, eran 93,6 homicidios por 100.000 habitantes; en M’Boi Mirim, 91,5; en Jardim São Luiz, 89,3; en Brasilândia, 88,1; en Grajaú, 87,2; en la Cidade Tiradentes, 84,6; en Guaianazes, 78,7; y en Capão Redondo, 67,2.
Al mismo tiempo, se fortalecieron movimientos que cuestionaban esta situación, con movilizaciones más claras en torno a la cuestión urbana. A partir de mediados de los años 1980, e incluso en los 1990, la relación entre factores estructurales y movilizaciones político-culturales fue repensada a la luz de las experiencias sociales de los actores comprometidos. Es en ese registro de altísima vulnerabilidad social, concentración espacial de la pobreza, segregación (Marques, 2010; Kowarick, 2009), pero también de rutinización de prácticas organizacionales al interior de los movimientos urbanos (Neuhold, 2009), que se puede localizar una serie de hechos importantes, cuyas consecuencias son visibles hasta hoy: fue en los años 1990 que los habitantes de las periferias, desempleados y absorbidos en los asesinatos de rutina, se empeñaron más activamente en construir mecanismos de desestigmatización y en inventar formas de contornear la violencia.
3. Experiencias literarias marginales
Hace más de una década, ha sido posible observar en las periferias de São Paulo dos fenómenos culturales concomitantes. Por un lado, la proyección literaria de escritores oriundos de barrios más pobres de la ciudad, que se atribuyen a sí mismos y a sus productos los adjetivos «marginal» y/o «periférico». Por otro, el surgimiento y la proliferación de los saraus poéticos como instancias de creación, circulación y consumo de productos literarios, que reúnen regularmente a centenas de personas en diversas regiones de São Paulo y que han ido modificando las dinámicas artísticas de esos espacios y las representaciones acerca de la propia periferia [3].
El primer fenómeno viene consolidándose como un importante movimiento cultural, muchas veces acompañado de rúbricas indefinidas: marginal, periférica, suburbana, divergente, de denuncia social, de violencia, comprometida, «litera-rúa» [4], hip-hop, testimonial. El uso de las categorías que clasifican obras que componen el movimiento sigue ciertos criterios: muchas veces, se trata de la producción de escritores provenientes de la periferia; otras, de textos que exploran tópicos como la violencia, la pobreza, las drogas, la prostitución, etc.; pero casi siempre se refiere a la producción de individuos «marginalizados» de los lugares de consagración cultural y que, debido a eso, narran sus experiencias en márgenes sociales y simbólicos. El segundo fenómeno, el sarau, puede ser caracterizado como una reunión artística que involucra habitantes y visitantes de determinada región que buscan exponer sus textos autorales al público, discutir sobre literatura, expresar producciones poéticas ajenas o simplemente oír lo que otros tengan que decir. Tales espacios son en su mayoría bares, pero también Centros Educacionales Unificados (CEUs) [5], espacios culturales, ocupaciones, teatros, escuelas. A pesar de privilegiarla poesía, agregan diferentes lenguajes artísticos, emergiendo como espacios de organización cultural y divulgación de productos literarios.
El estudio Mapa de la Juventud, del Centro de Estudios de Cultura Contemporánea, hizo una lectura oportuna de la manera en que las personas utilizan el espacio urbano paulista, explicitando cuáles son las prácticas socio-espaciales y culturales más frecuentes en cada región. Para cada uno de los 96 distritos se atribuyó un indicador compuesto por las siguientes variables: porcentaje de la población joven del distrito, tasa anual de crecimiento poblacional entre 1991 y el año 2000, porcentaje de madres adolescentes en el total de nacidos vivos, coeficiente de mortandad, porcentaje de jóvenes que no frecuentan la escuela, coeficiente de viajes por motivo de recreación, índice de movilidad de la población, valor del rendimiento medio mensual familiar.
Contando con esas variables, la tabulación de datos resultó en un ranking, en el cual los distritos fueron clasificados del mejor al peor. Después, se calculó la media ponderada, el «Indicador Compuesto Juvenil» (Bousquat y Cohn, 2003a; 2003b), a partir de lo cual fue posible identificar cinco áreas homogéneas (AH), que difieren según sus condiciones de vida y la forma en que sus habitantes utilizan el espacio y la infraestructura urbanos. La AH 1 es la que reúne los distritos con mejores condiciones de vida; la AH5, los distritos con las peores condiciones [6].
El mapeo de los perfiles en zonas homogéneas apuntó, en la época, a indicadores sobre diferenciales intraurbanos, con el fin de mostrar cómo las personas se apropiaban de infraestructura, bienes y servicios culturales en sus regiones. Nótese que la mayor parte de los saraus paulistanos surgió al inicio de los años 2000 en las AH4 y AH5, donde la presencia del Estado era casi inocua (teniendo en cuenta la escasez de infraestructura, bienes, servicios e incentivos a la cultura). Claro, las zonas homogéneas no dicen mucho sobre las dinámicas culturales de los espacios urbanos periféricos; sin embargo, evidencian que los saraus y la literatura marginal nacieron en un contexto de segregación espacial y social, con ausencia de políticas urbanas y falta de opciones culturales en general.
Además de un recital poético, el sarau puede ser leído como encuentro comunitario de intercambio de ideas, formación de redes, elaboración de proyectos colectivos, discusión de experiencias personales y sociales y disfrute de bienes producidos desde una identidad colectiva de habitante de la periferia. Para Nascimento (2009 y 2011), se trata de un arreglo elaborado por artistas para estimular nuevas opciones de entretenimiento, creación y participación político cultural en las «quebradas» [7], en la medida en que revelan una forma diversa de asociativismo entre miembros de clases populares alrededor de la literatura, posibilitando el agenciamiento de subjetividades, modos de estar y ser en la periferia [8].
Según la Agenda Cultural de la Periferia -publicación de la ONG Acción Educativa, que mensualmente vehicula los eventos promovidos en las periferias- y el proyecto «Puntos de Poesía» -de la Organización Social de Cultura que identificó recitales poéticos de la Región Metropolitana de São Paulo (RMSP) en los últimos años-, se pueden contabilizar decenas de saraus en esos barrios periféricos. Cada uno posee su particularidad, periodicidad y temáticas propias, pero todos se reconocen como parte de una «lucha colectiva» por la ampliación de los derechos sociales, mejora de los servicios públicos, financiamiento de proyectos culturales, inversiones en infraestructura colectivos, además del reconocimiento de sus propias producciones artísticas.
Una hipótesis a ser verificada es que la conformación de un subcampo de producción literaria periférica en la ciudad de São Paulo esté ligada a las intervenciones político-culturales de escritores identificados con esa reciente literatura producida a nivel local, pues fue a partir de ella que se potenció la articulación de nuevos artistas que representaban la periferia como tema de elaboraciones y actuaciones estéticas. Son ejemplos de esto, nacionalmente, Paulo Lins (Cidade de Deus, 1997), Ferréz (Capão Pecado, 1999), Alessandro Buzo (O Trem, 2000), Esmeralda Ortiz (Por que não dancei?, 2000), Luiz Alberto Mendes (Memórias de um Sobrevivente, 2001), Marcelino Freire (Angú de Sangue, 2000), Conceição Evaristo (Ponciá Vicêncio, 2003), entre otros.
El proceso que dio publicidad al movimiento de literatura marginal-periférica ocurrió a partir del lanzamiento de tres ediciones de la revista Caros Amigos / Literatura Marginal: a cultura da periferia, ideadas y editadas por el escritor Ferréz, en los años 2001, 2002 y 2004. La primera edición vendió más de 15.000 ejemplares y permitió el lanzamiento de los otros dos números. Juntas, las tres ediciones reunieron 48 escritores y 80 textos que hacían referencia ala condición periférica del escritor y su producción. Se trata de un hito en la historia de la literatura brasilera, que apuntó a la conexión temática con los escritores marginales de los años 1970, estableciendo matices entre los dos movimientos y legitimando el nuevo fenómeno cultural nacido y consolidado en las periferias [9].
La literatura marginal-periférica es la que habla de la periferia y la que viene de la periferia; al final, esos escritores están orientados por una experiencia colectiva -la vida en la periferia- y un proyecto intelectual en común -«dar voz» a su grupo de origen-, resignificando la producción literaria en los márgenes de la ciudad y valorizando el testimonio de situaciones que padecen día a día, por medio de intervenciones que buscan estimular la creación y el consumo de bienes culturales. La rúbrica «marginal» es reivindicada, desde el inicio, por los propios escritores que componen el movimiento. De este modo, la auto-atribución «marginal-periférica» pone sobre la mesa la posición ocupada por el individuo que habita en las periferias en el contexto urbano, lo que se hace en oposición a un «otro» no-periférico y a un «centro». De hecho, la cuestión de la territorialidad y del espacio social al que ese individuo pertenece es esencial y puede ser considerada homóloga a la posición ocupada por el escritor periférico en el campo de producción cultural dominante.
La principal reivindicación de este conjunto de experiencias literarias es la de que los excluidos deben hablar por sí mismos y, además, de que les cabe la definición en cuanto a los medios de hacerlo. Para Dalcastagnè (2007), los que están históricamente excluidos del universo del «hacer literario», por el precario dominio de determinadas formas de expresión, creen que serían también incapaces de producir literatura; sin embargo,son incapaces de producirla justamente porque no la producen, es decir, porque la definición más dominante de literatura excluye sus expresiones, en la medida en que circunscribe un espacio distinto de expresión que corresponde a los modos de manifestación de algunos grupos y no de otros. Lo que hace de esa literatura algo marginal y/o periférico es muchas veces, como alertó Silva (2013), menos el proceso creativo (que se vuelve una consecuencia), que una ética de la creación (que se antepone a todo), que al instaurar una idea específica de literatura, presupone que algunos individuos -debido a la posición que ocupan- están más autorizados a expresar una visión de mundo en que su grupo se verá privilegiado como personaje. O sea, no se trata sólo de artistas buscando alguna inserción cultural, pero de fenómenos conectados a experiencias sociales específicas de individuos marginalizados históricamente.
El movimiento de los saraus fue determinante para la expansión de la reciente literatura marginal-periférica, porque dio visibilidad y propició un aumento de las publicaciones, de las prácticas y del consumo de la literatura producida en y para la periferia. Al mismo tiempo, las efervescencias culturales responsables de la generación de los saraus periféricos son frutos de esa nueva producción literaria, ya que muchas de ellas, esparcidas por todas las regiones de la capital, sólo nacieron gracias a las iniciativas de poetas, activistas y productores culturales que se reconocen como parte de un grupo que invierte sus capitales al margen del campo literario «dominante» (Bourdieu, 1990; 1996). Cabe, en este sentido, una consideración. Aun cuando se puede remitir la historia de esos saraus -por su formato y sus efectos de sociabilidad, sobre todo- a las «tertulias» (o saraus) animadas por las elites intelectuales y/o económicas brasileras desde el siglo XIX, retratadas en obras de escritores como Machado de Assis, Manuel Antonio de Almeida y Joaquim Manuel de Macedo, el fenómeno actual en São Paulo debe su especificidad socio-histórica a la condición doblemente periférica de sus agentes (en el campo de producción cultural y en el campo de las clases sociales).
4. Los escritores periféricos en Buenos Aires
Para comprender las condiciones bajo las cuales este movimiento literario marca presencia en la capital argentina, sería interesante considerar los condicionamientos de la circulación internacional de textos e ideas. Un primer aspecto a ser considerado es el de la circulación de los productos culturales. Diversos investigadores han señalado la importancia de la circulación internacional de textos para la formación de los mercados culturales, la constitución de la producción literaria como negocio y el establecimiento de jerarquías entre tradiciones intelectuales y mercados lingüísticos. Esta circulación revela una constante lucha por la redefinición de los territorios de distribución de productos culturales entre los distintos centros y entre los centros y la periferia (Sapiro, 2009).
Los flujos globales de edición y traducción, más que las operaciones textuales en sentido estricto, son resultado de operaciones sociales que envuelven, además de editores y autores, agentes literarios, traductores, directores de colección, prefaciadores, gate-keepers y descubridores (Bourdieu, 2002), posicionados de modos específicos en los campos de origen y destino de las obras. Esos agentes «cosmopolitas» y «políglotas» (Casanova, 2002), actúan como cambistas en un mercado global en el que los grados de consagración y las capacidades de difusión están desigualmente distribuidos entre autores, géneros, países y lenguas. Al imaginario de una red transnacional desterritorializada, capaz de producir un «mundo sin fronteras», se hace necesario contraponer la idea de un universo donde la circulación de productos, ideas, textos es disputada por los agentes, por las comunidades intelectuales y por organismos públicos y privados.
El segundo aspecto que nos interesa es el de la circulación de personas, porque los flujos de artistas e intelectuales son esenciales para la comprensión de los arreglos asumidos por la producción simbólica en los distintos territorios. Objetos como giras, residencias artísticas, expediciones, prácticas de estudio e investigación, congresos y ferias pueden revelar la construcción de vínculos, grupos, redes que van a condicionar el trabajo intelectual de las partes involucradas más allá del breve espacio-tiempo del encuentro presencial. Si en algunos casos pueden dirigirse al establecimiento de conexiones inéditas entre grupos o tradiciones hasta entonces aisladas unas de otras, en otros esos eventos transnacionales dejarán ver el fortalecimiento o la reconfiguración de intercambios previamente establecidos.
En este sentido, las ferias internacionales del libro se han consolidado como instancias especializadas en la circulación, tanto de los productos culturales como de los productores. Esta observación se aplica, particularmente, a las ferias como las de Frankfurt, Bolonia, Guadalajara y París, donde uno de los principales objetivos es fomentar contratos de coedición y traducción entre editores y agentes de diferentes lugares. También en ferias como la de Buenos Aires, que más recientemente ha adoptado esa orientación de forma simultánea a la apertura al público en general, la programación dedicada al lector final ha compartido espacio con eventos de formación profesional de editores y libreros, de sesiones de negocios y otros atractivos dedicados a públicos restringidos, relacionados directamente al mercado editorial en una escala transnacional.
Un punto interesante para observar las problemáticas de circulación en las ferias del libro son los eventos de ciudades o países invitados. La ocupación de esos espacios de visibilidad en eventos de grandes proporciones moviliza tres lógicas complementarias y concurrentes: la de las jerarquías simbólicas, que expresan expectativas y luchas en torno a la constitución de un canon (nacional, lingüístico, regional, etc.) de obras contemporáneas y de autores vivos; la de los intereses económicos, es decir, de los distintos modos de interpretar tal oportunidad como forma de hacer negocios, cerrar contratos y difundir la producción editorial/literaria nacional más allá de sus fronteras; y la de las presiones políticas, que «reguladas en cada caso por distintos grados de interdependencia y de oposición entre intelectuales y el Estado, tiene como efecto, más allá de traducir las respectivas literaturas nacionales en el exterior, ‘traducir’ también ciertas cuestiones locales en un espacio de alcance global» (Muniz Jr. y Szpilbarg, 2014: 27).
En relación con la participación de São Paulo como invitada de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en 2014, llama la atención que el evento haya dado protagonismo a los colectivos y poetas de las periferias paulistas -y no a artistas ya consagrados en el campo literario. En total, 17 colectivos y más de 180 poetas/artistas, que compusieron la delegación brasilera en la capital argentina, tuvieron sus viajes financiados por la Prefectura de São Paulo. La delegación se dividió en dos grupos. En la primera semana (28 de abril al 11 de mayo), nueve colectivos estuvieron presentes: Sarau do Binho, A Plenos Pulmões, Praçarau, A Voz do Povo, Poesia Maloqueirista, Sarau Suburbano Convicto, Sarau do Burro, Slam da Guilhermina y Zona Autônoma da Palavra. En la segunda (5 de mayo al 11 de mayo), otros ocho colectivos participaron de las actividades: Sarau da Brasa, Elo da Corrente, Quilombaque, Perifatividade, Sarau dos Mesquiteiros, Marginaliaria, O que dizem os umbigos y Encontro de Utopias.
Los grupos invitados participaron activamente de la programación del standSão Paulo en la Feria: alternándose al micrófono, declamaban sus textos, atrayendo la atención del público que pasaba cerca. Además de eso, los colectivos visitaron siete barrios de Buenos Aires, realizando diversas actividades: «Galpón Piedrabuenarte» (Piedrabuena), «La Cazona de Flores» (Flores), «Eloisa Cartonera» (La Boca), «Reciclo de Poesía» (Escobar), «Autores de la Matanza» (Villa Madero), «Centro Universitario Devoto» (Complejo Penitenciario Federal de la Ciudad de Buenos Aires) y el «Slam Poesía Estereo» (en El Emergente Bar, en el barrio de Almagro). Además de eso, se adoptó un nuevo formato, el «sarauzão«, con varios colectivos y poetas actuando conjuntamente.
Al contrario de lo que ocurrió el año 2013, con la participación de Ámsterdam como ciudad invitada en Buenos Aires, donde la articulación fue hecha por la Fundación Letterenfonds -entidad privada que trabaja por la difusión internacional de la literatura holandesa-, en el caso de São Paulo el evento fue organizado por la Prefectura. Dos personajes de la política municipal paulista deben ser mencionados como figuras importantes en ese proceso. El primero de ellos es Nádia Campeão, vice-prefecta de la ciudad, asociada al Partido Comunista de Brasil (PCdoB), que fue quien realizó la articulación con la Fundación El Libro. Es interesante notar, en su trayectoria política, otros esfuerzos de insertar São Paulo en mapas de visibilidad transnacional. El 2002, como Secretaria de Transportes, durante la administración de Marta Suplicy, trabajó por la candidatura paulista a los Juegos Olímpicos del 2012, batalla perdida ante Londres. El 2013, ya como vice del actual prefecto Fernando Haddad, Nádia Campeão presidió el comité de la candidatura de São Paulo a la sede de la Expo 2020, que será realizada en Dubai.
El segundo personaje es Luiz Armando Bagolin, profesor de la USP y actual director de la Biblioteca Mário de Andrade, que fue el curador de la muestra paulista y responsable por la propuesta de llevar los escritores marginales y los saraus. Así declaró al diario La Nación: «Lo que se buscó es invertir lo tradicional: poner la periferia en el centro y lo más consagrado en la periferia […]. No es una concesión, y sí un reconocimiento a toda la creatividad que surge de esos sectores. No se trata tanto de promover nuevos autores, y sí de respaldar toda esa variedad, que permanentemente crea nuevas formas de expresión» (Rey, 2014).
El tercer elemento clave de la ecuación actuando como agente de contacto transnacional fue la traductora Lucía Tennina, profesora de la Universidad de Buenos Aires, e investigadora dedicada a estudiar y difundir en su país la literatura marginal. Ella fue una de las responsables de la curatoría de las actividades de los poetas periféricos en Buenos Aires, además de compilar el volumen Saraus: Movimiento/Literatura/Periferia/São Paulo [10]. Ella ya había traducido libros de escritores identificados con la literatura marginal (los libros de Férrez, Dios se fue a almorzar y Manual práctico del odio, o bien como Cuentos negreros, de Marcelino Freire, autor dotado de una mayor consagración en el campo literario brasilero, que no surge propiamente en los saraus, pero mantiene relaciones de afinidad temática y estética, siendo, inclusive, un asiduo participante y promotor) [11].
La preocupación de los involucrados en dar énfasis a la periferia no se limitó a la programación literaria. Si en el Pabellón de la feria se presentaron atracciones musicales como Tulipa Ruiz, el grupo de percusión corporal Barbatuques y el compositor/poeta Arnaldo Antunes, la programación especial en la casa de espectáculos Niceto Club tuvo como protagonistas expresiones del rap paulistano Racionais MCs, Emicida y Criolo. En la muestra de películas brasileras exhibidas en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), varias de ellas (Antônia, A casa de Alice, Linha de passe, Bróder, Pixote: a lei do mais fraco) retratan, si no el cotidiano de las periferias paulistanas, temas relacionados, como la violencia, la pobreza y el abandono social. Además, la decoración del stand São Paulo en la Feria contó con piezas de estampado producidas por el Jardim Miriam Arte Clube, proyecto llevado a cabo por la artista Monica Nador en la periferia de la Zona Sur de la ciudad.
La decisión de dar protagonismo a las expresiones de la periferia en esa incursión a la capital argentina tiene dos bases políticas bien demarcadas. La primera es la gestión del prefecto Fernando Haddad, cuyo plan de gobierno privilegia la cuestión de las periferias en distintas dimensiones: reordenamiento de los ejes de desarrollo del municipio; descentralización de las ofertas de empleo y servicios públicos; cambios en el sistema de transportes; instauración de un programa territorializado de prevención de la violencia; valorización de las sub-prefecturas; urbanización de favelas y regularización agraria, etc. En lo que concierne a las políticas de cultura, se destacan nuevos diálogos con los movimientos culturales y las propuestas de construir instalaciones culturales en todos los 96 distritos de la ciudad, la descentralización del evento Virada Cultural [12], la implantación de puntos de acceso libre a internet en todos los barrios, etc. [13]. Se trata de un amplio abanico de iniciativas con el objeto de contemplar aquellas regiones de la ciudad históricamente menos atendidas por el poder público [14].
La segunda base política de la participación es la de las políticas culturales llevadas a cabo por la gestión del presidente Luis Inácio Lula da Silva (2002-2010), de la cual participaron tanto el propio Fernando Haddad como Juca Ferreira, actual Ministro de Cultura (y ex-Secretario de Cultura de la ciudad de São Paulo). Explica Tennina (2013: 24-25): «Con los primeros pasos del gobierno de Lula, y la designación de Gilberto Gil como Ministro de la Cultura, comenzó una época de diálogo y reconocimiento para los movimientos culturales periféricos. La creación de programas orientados para el fomento del trabajo comunitario, como el Programa Cultura Viva, cuya principal acción es el reconocimiento de los espacios y grupos culturales como Puntos de Cultura, contribuyeron de forma sustancial para dar visibilidad y legitimidad a esos espacios comunitarios. Ese reconocimiento como espacio cultural por parte del gobierno es, en muchos casos, todavía más importante que la transferencia de recursos para el desarrollo de los proyectos, ya que las manifestaciones culturales periféricas han sido sistemáticamente excluidas y discriminadas por el mercado y por los círculos consagrados. En esa coyuntura, el movimiento de los saraus, al ser alcanzado por esas políticas, desarrolló una intensa relación con el Estado: algunos, asociados con otros colectivos, son nombrados Puntos de Cultura, como el Sarau do Binho (asociado a la Agência Solano Trindade) o el Sarau Palmarino (que forma parte del Circuito Palmarino). Esa relación, sin ser el eje determinante para su crecimiento, fue de suma importancia para su consolidación al sumar participación, no apenas en programas específicos, pero también en mesas para la elaboración y gestión de políticas y programas para las periferias».
Se trata, por lo tanto, de decisiones que tocan el tema del papel del Estado en el fomento y financiamiento de la producción cultural. Interesa pensar, así, de qué modo ciertos debates políticos a nivel local acaban trasladándose a territorios que, por lo menos en principio, nada tienen que ver con la definición de esas políticas. Estos debates se hacen evidentes, año a año, en el evento del país invitado a la Feria del Libro de Frankfurt, que fue la primera en instituir tal modelo. La participación paradigmática de São Paulo en la Feria de Buenos Aires indica, por lo tanto, que también ahí estas cuestiones pueden surgir y tomar el centro de las atenciones.
5. Consideraciones finales
La participación de São Paulo como ciudad invitada en la Feria de Buenos Aires contrasta fuertemente con la participación brasilera en eventos similares alrededor del mundo en años recientes. Como ejemplo, basta recordar la Feria Internacional del Libro de España (Brasil fue el país central en las versiones de 1997 y 1998), el Salón del Libro de París (Brasil fue el país invitado en 1998 y nuevamente en 2015) y la Feria del Libro Infantil de Bolonia (Brasil fue el invitado de honor en 2014). Pero, tomemos como antípoda la presencia de Brasil como invitado de la Feria de Frankfurt, en 2013.
La feria alemana, que es el mayor y el más importante evento del mercado editorial internacional, promueve cada año, desde 1988, la presencia de un invitado de honor, que ocupa un lugar destacado en la programación. Para la participación brasilera del año pasado, fueron invitados 70 autores, un conjunto predominantemente masculino, en que apenas dos (Paulo Lins y Daniel Munduruku) no eran blancos; la media de edad era de 59,4 años y solamente 9 autores nacieron en la década de 1970; además, ninguno de los 70 invitados nació en la década de 1980 (Muniz Jr. & Szpilbarg, 2014).
El análisis comparado de esa muestra con la de los autores invitados a la feria porteña permite ver diferencias en el modo en que el país se proyecta en espacios internacionales distintos. En la feria alemana estuvo presente un conjunto de intelectuales de edad avanzada, alto grado de consagración o en vías de reconocimiento por la crítica, con diversos libros lanzados, y la mayoría ya dotada de cierto prestigio e internalización -obras traducidas, actuación académica o artística en el exterior, premios internacionales, etc. En la feria argentina, la mayor parte de la comitiva brasilera la constituían los representantes de los saraus de la periferia, con predominancia de escritores jóvenes, negros, con participación paritaria de mujeres. Muchos todavía no habían publicado ningún libro y se encontraban excluidos del mercado tradicional de las consagraciones literarias.
Dos caminos de análisis son posibles para dar inteligibilidad a la diferencia entre la participación brasilera en Frankfurt y la participación paulista en Buenos Aires. El primero de esos caminos sería poner atención en las negociaciones que originaron tales eventos. Eso, porque la invitación a un país o ciudad moviliza distintos agentes públicos y privados, así como diferentes tipos de presiones de las partes interesadas. Es necesario considerar, para eso, las diferencias cuantitativas de los dos casos en consideración (la distancia física en relación a Brasil, el tamaño de cada Feria, los costos de cada participación, etc.). Además de eso, se debe tomar en cuenta que tales diferencias numéricas implican modos distintos de divulgar internacionalmente cierta literatura, nacional o regional. O sea, las dimensiones colosales de la Feria de Frankfurt y su posición central en el mercado editorial la vuelven objeto de disputas y embates cualitativa y cuantitativamente distintos de los que ocurren en eventos de menor envergadura, como la Feria de Buenos Aires.
El segundo camino, complementario al primero, sería pensar en el peso relativo de ambos eventos para la proyección de la literatura nacional en el exterior. Por un lado, Frankfurt representa la más importante «aduana» del mercado editorial internacional actualmente, ya que es donde son negociados los grandes contratos de traducción y edición entre distintos países centrales y entre países centrales y periféricos (que a menudo actúan como vendedores y compradores, respectivamente). El evento del país invitado a esaf eria, considerada la principal «vitrina del mercado editorial» (Bayardo y Mihal, 2012), es una oportunidad única para proyectar la literatura brasilera en un espacio jerarquizado y aumentar la posibilidad de traducción a lenguas centrales, como el francés o el inglés, que regulan los intercambios literarios y editoriales a nivel mundial (Heilbron, 2010).
En aquel caso, autores «periféricos», como Paulo Lins y Férrez, constituyeron la excepción a la regla, ya que la organización del evento Brazil: a land full of voices, comandada por el Ministerio de la Cultura y con curatoría del crítico Manuel da Costa Pinto, priorizó autores consagrados y/o con grandes ventas-o sea, con posibilidades más concretas de difusión internacional masiva. En cambio, la Feria de Buenos Aires, que nace como evento dirigido al público lector y, apenas recientemente, cobra el papel de feria de negocios, ocupa una posición periférica en el mercado editorial internacional. Se trata de un evento de grandes proporciones y considerable impacto en la escena cultural nacional, sobre todo si se compara con las bienales del libro de São Paulo y Río de Janeiro; sin embargo, no ejerce gran influencia en los flujos internacionales de libros, autores y obras -incluso si consideramos exclusivamente el ámbito de lengua española, en el cual la Feria de Guadalajara (México), por ejemplo, posee mayor preponderancia.
En ese sentido, es posible entrever una fuerte homología entre la posición de esos eventos de la constitución del campo editorial a nivel mundial y las estrategias de visibilidad del campo literario brasilero: de un lado, la centralidad de la Feria de Frankfurt condicionó la formación de una comitiva de autores centrales, mientras que la posición periférica de Buenos Aires condicionó -o permitió- una selección de autores periféricos. Desde este punto de vista, que da preponderancia a las relaciones contradictorias entre acontecimiento y estructura, la presencia de los saraus y colectivos literarios paulistanos en la Feria argentina adquiere un carácter relativamente previsible, que tiende a ser, muchas veces, descuidado por los discursos nativos.
La lectura que los escritores hacen de la experiencia manifiesta este desajuste. Para Alessandro Buzo, escritor y organizador del Sarau Suburbano Convicto, la expectativa de los frutos de esa empresa era grande: «Nunca tantos periféricos salieron del país juntos al mismo tiempo. Esa experiencia es positiva y puede impulsarla producción literaria, pues tal vez las grandes editoriales miren hacia nuestra literatura con más respeto», dijo. En el mismo tono sigue el comentario de Michel Yakini, escritor del Sarau Elo da Corrente: «Es momento de realizar algo poco común, pues nosotros nos conocemos de visitar la ‘quebrada’ de uno y de otro, y no de hacer una gira y de intercambiar con otras ‘quebradas’. Creo que, después del viaje, los colectivos se van a mirar e interactuar de forma diferente. La oportunidad de viajar nos está aproximando. Estamos conversando más sobre nuestras diferencias y semejanzas y reconociendo nuestra fuerza” [15].
Estos discursos expresan las expectativas de los agentes de que tal participación internacional pueda ser capitalizada por el movimiento al retornar a Brasil, ayudando a transformar las relaciones de fuerza que rigen el campo literario local. La oportunidad de explorar expresiones culturales más allá de las fronteras brasileras también puede ser considerada un gesto político de reconocimiento de la actuación y un marco para el movimiento literario periférico de São Paulo. Aun así, aunque se puedan desprender de esa presencia en Buenos Aires efectos expresivos para los rumbos de los propios saraus y de las relaciones que los escritores y productores culturales establecen entre sí, es arriesgado decir que los efectos se prolonguen en el sentido de mitigar la condición periférica que la producción de esos autores tiene en el conjunto de la literatura brasilera contemporánea.
Aun si se debe considerar el tenor singular de esa experiencia transnacional, tal como enfatizan los poetas presentes y los organizadores del evento, es necesario notar que se reproduce ahí el mismo modelo excluyente de circulación de productos y productores culturales, que se articulan conforme a los intereses dictados por las estrategias de un mercado editorial bastante restringido, que no hace más que reservar lugares secundarios y periféricos a aquellas expresiones que ya se encuentran así posicionadas en las jerarquías del campo literario nacional.
Las experiencias internacionales rinden frutos para el movimiento, considerando la relativa visibilidad que alcanzan [16]. Mientras tanto, todavía es muy temprano para evaluar los efectos permanentes de esa circulación transnacional en la carrera de estos escritores y su reposicionamiento en el campo literario nacional. Al final, es común que el reconocimiento y la conquista de prestigio tengan como contrapartida la realización de «concesiones» por parte de los creadores y activistas culturales, o que el reconocimiento más efectivo de esa producción se dé a posteriori, tal como acostumbra ocurrir con artistas situados fuera de los cánones vigentes.
En esta medida, algunas preguntas se imponen. ¿Será posible la integración de estos poetas al mercado editorial tradicional en un país donde las prácticas letradas todavía no se consolidaron entre los estratos más pobres de la población? Considerando que el conjunto de productores que conforman el movimiento de la literatura marginal de los escritores de las periferias es heterogéneo y abarca una diversidad muy amplia de expectativas, deseos e inversiones, ¿hasta qué punto la «integración» al sistema literario tradicional y el mercado editorial está, de hecho, en el horizonte de expectativas de los productores? ¿Será que la fuerza del movimiento no está, justamente, en su existencia paralela y en contraposición o conflicto a los mecanismos del campo cultural hegemónico? ¿Estaría esta producción «destinada» a permanecer en carácter más performático y menos bibliográfico en el largo plazo? ¿O, por otro lado, esa no sería una oportunidad histórica de forjar una literatura (escrita, publicada, difundida y consumida) verdaderamente popular, ampliando, entonces, el acceso de las prácticas literarias a contingentes más amplios de las clases populares urbanas?
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Recibido el 2 de diciembre de 2014, aprobado el 14 de marzo de 2015. Traducido por Christian Anwandter
José de Souza Muniz Jr. y Lucas Amaral de Oliveira, Doctorantes del Programa de Pós-Graduação em Sociologia da Universidade de São Paulo, Brasil.
[1] Nota del traductor: Aunque se pueda traducir sarau por tertulia, optamos por no hacerlo, para subrayar los rasgos específicos de su aparición en el contexto brasileño.
[2] Al contrario de países como Francia, Argentina y México, donde las sedes de poder político se constituyen también como grandes aglutinadoras de la producción simbólica a nivel nacional y de contacto de esta con otros países, en Brasil se forjaron históricamente diferentes centros hegemónicos de la vida cultural e intelectual. Casanova (2002: 301) argumenta, en este sentido, que en ciertos espacios literarios nacionales, «la autonomía relativa de las instancias literarias puede ser percibida por la presencia (y la lucha) de dos capitales […]. Es la estructura general que puede volver comprensibles las relaciones entre Varsovia y Cracovia, Atenas y Tesalónica, Pekín y Shangai, Madrid y Barcelona, Río de Janeiro y São Paulo».
[3] En los últimos años, algunos autores y autoras han señalado la rica producción cultural alrededor de expresiones artísticas que movilizan las periferias de las metrópolis brasileras -como literatura (Nascimento, 2009; Silva, 2013; Patrocínio, 2013), música (D’Andrea, 2013; Pardue, 2012) y artes performáticas (Levinson, 2005; Pereira, 2010). Dentro de esas investigaciones, es importante observar que, aún hoy, hay poco conocimiento sobre los saraus poéticos (Franco, 2006; Bin, 2009; Soares, 2008; Nascimento, 2011; Costa, 2011; Zibordi, 2004), a pesar de que están de acuerdo en afirmar que habría cierto grado de homología entre la reciente producción literaria periférica y la participación activa en los saraus.
[4] Adaptación al castellano del portugués «litera-rua«, expresión compuesta por las palabras «literatura» y «rua«, equivalente a «calle» o «rúa».
[5] Los Centros Educacionales Unificados (CEUs) son complejos educacionales, deportivos y culturales caracterizados como «espacio público múltiple». La ciudad de São Paulo cuenta hoy con 45 CEUs. Sobre esas intervenciones educacionales de la prefectura en sus barrios periféricos, consultar Anelli (2004).
[6] Cada color en el mapa corresponde a un área homogénea: AH1: azul; AH2: verde; AH3: lila; AH4: amarillo; AH5: rojo. Los números entre paréntesis indican el número de distritos situados en cada área.
[7] Expresión usada en São Paulo para hacer referencia a los barrios más pobres, las periferias de la ciudad. Tiene, no obstante, un marcado sentido de territorialidad, pues que suele estar acompañado de marcadores lingüísticos que indican la pertenencia simbólica de un individuo o un grupo a un lugar específico («minha quebrada», «a quebrada do Fulano», etc.).
[8] La noción de «periferia» debe ser leída no solo geográficamente, sino también a partir de una dimensión simbólica, compuesta de memorias, experiencias, identidades (Carril, 2006). Periferia, entonces, denotaría una serie de situaciones: realidad socio-espacial, inscripción étnico-racial o de clase, referencia a actuación político-cultural, sentimientos de pertenencia. Inclusive, puede ser un discurso producido por individuos estigmatizados que ocupan posiciones subalternas en el campo de producción cultural. Luego, cuando decimos que las representaciones sobre la periferia se han ido modificando en función de los saraus, remitimos a la forma como ellas han sido tratadas en manifestaciones, que no están siendo pautadas en el trinomio «violencia, tráfico y miseria», pero en un locus privilegiado de creación, difusión y consumo literario.
[9] En otra línea de análisis, da Silva (2013) trabaja con la hipótesis de que la apuesta por la noción de «marginalidad» de esos autores periféricos está, tal vez, más relacionada con la condición histórica de subalternidad de la literatura negra que propiamente con la llamada Generación del Mimeógrafo, de la década de 1970.
[10] Se trata de una selección de trabajos que Tennina (2014) localizó como pertenecientes a una «primera generación» de poetas (Binho, Ferréz, Sérgio Vaz, Elizandra Souza, Alessandro Buzo, Sacolinha, Dinha, Marco Pezão, Allan da Rosa, Serginho), es decir, activistas culturales responsables por la organización de los saraus; textos de poetas más jóvenes participantes de los saraus, muchos inéditos, recogidos por Lucia durante su trabajo de campo; cinco «Manifiestos», género fundamental del movimiento; y, finalmente, un «Anexo» con notas biográficas de 37 autores escritas por ellos mismos, acompañado de un artículo de Heloísa Buarque de Hollanda, que traza un paralelo entre la poesía brasilera de los años 1970 y la literatura marginal-periférica contemporánea en São Paulo (Tennina, 2014). Tennina, más recientemente, en la 21ª edición de la renombrada Feria Internacional de Libros en el Zócalo, junto a algunos escritores invitados por la organización del evento, lanzó la Antología Brasil Periférica.
[11] La traductora relata haber tenido contacto con la producción de los saraus poéticos a partir de una clase de la profesora Heloisa Buarque de Hollanda (Universidade Federal do Rio de Janeiro) en la Universidad San Andrés, en Buenos Aires (Mello, 2014). El análisis de esas conexiones indica caminos fructíferos para comprender los modos complejos de circulación internacional de ideas, que generalmente están relacionados con la circulación de intelectuales (que actúan como comentadores, mediadores, «atravesadores»), y no solo de los productos propiamente tal.
[12] Evento anual de grandes proporciones que consiste en la realización de 24 horas ininterrumpidas de actividades culturales, sobre todo musicales.
[13] Ver Plan de Gobierno Haddad Prefecto (2012). Sobre las políticas de incentivo que buscan dar cuenta de demandas realizadas por protagonistas periféricos en los últimos años, ver Silva (2007), Vilutis (2009) y Abreu (2010).
[14] Es notable la sobreposición entre las áreas periféricas con menor acceso de la juventud a infraestructura de recreación (Bousquat y Cohn, 2003b) y las áreas de votación de las elecciones municipales del 2012 (O Globo, s/f).
[15] Ambos testimonios fueron recogidos por Lucas Oliveira y Simone Freire en la semana precedente a la Feria, y sirvieron de base para una serie de reportajes producidos por el diario Brasil de Fato sobre el tema (Oliveira, 2014a, 2014b, 2014c y 2014d).
[16] Ejemplo de eso es que, tras la publicación del libro compilado en Argentina por Lucia Tennina, algunos autores periféricos (como Michel Yakini, del Sarau Elo da Corrente, Vagner Souza, del Sarau da Brasa, Allan da Rosa, Binho e Ferréz) fueron invitados a participar de la 21a Feria Internacional de Libros en el Zócalo, en el centro histórico de la Ciudad de México, ocasión en que Brasil fue invitado de honor.