En una pequeña trastienda sin ventanas abrió una caja de cartón y sacó doce álbumes de fotos negros e idénticos. Dijo que aquélla era la obra de su vida, y no tardaba más de cinco minutos al día en hacerla. Todas las mañanas durante los últimos doce años se había detenido en la esquina de la Avenida Atlantic y la calle Clinton exactamente a las siete y había hecho una sola fotografía en color de exactamente la misma vista. El proyecto ascendía ya a más de cuatro mil fotografías. Cada álbum representaba un año diferente y todas las fotografías estaban dispuestas en secuencia, desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre, con las fechas cuidadosamente anotadas debajo de cada una.
Mientras hojeaba los álbumes y empezaba a estudiar la obra de Auggie, no sabía qué pensar. Mi primera impresión fue que se trataba de la cosa más extraña y desconcertante que había visto nunca. Todas las fotografías eran iguales. Todo el proyecto era un curioso ataque de repetición que te dejaba aturdido, la misma calle y los mismos edificios una y otra vez, un implacable delirio de imágenes redundantes. No se me ocurría qué podía decirle a Auggie; así que continué pasando las páginas, asintiendo con la cabeza con fingida apreciación. Auggie parecía sereno, mientras me miraba con una amplia sonrisa en la cara, pero cuando yo llevaba ya varios minutos observando las fotografías, de repente me interrumpió y me dijo:
–Vas demasiado deprisa. Nunca lo entenderás si no vas más despacio.
Tenía razón, por supuesto. Si no te tomas tiempo para mirar, nunca conseguirás ver nada. Cogí otro álbum y me obligué a ir más pausadamente. Presté más atención a los detalles, me fijé en los cambios en las condiciones meteorológicas, observé las variaciones en el ángulo de la luz a medida que avanzaban las estaciones. Finalmente pude detectar sutiles diferencias en el flujo del tráfico, prever el ritmo de los diferentes días (la actividad de las mañanas laborables, la relativa tranquilidad de los fines de semana, el contraste entre los sábados y los domingos). Y luego, poco a poco, empecé a reconocer las caras de la gente en segundo plano, los transeúntes camino de su trabajo, las mismas personas en el mismo lugar todas las mañanas, viviendo un instante de sus vidas en el objetivo de la cámara de Auggie.
Una vez que llegué a conocerles, empecé a estudiar sus posturas, la diferencia en su porte de una mañana a la siguiente, tratando de descubrir sus estados de ánimo por estos indicios superficiales, como si pudiera imaginar historias para ellos, como si pudiera penetrar en los invisibles dramas encerrados dentro de sus cuerpos. Cogí otro álbum. Ya no estaba aburrido ni desconcertado como al principio. Me di cuenta de que Auggie estaba fotografiando el tiempo, el tiempo natural y el tiempo humano, y lo hacía plantándose en una minúscula esquina del mundo y deseando que fuera suya, montando guardia en el espacio que había elegido para sí. Mirándome mientras yo examinaba su trabajo, Auggie continuaba sonriendo con gusto. Luego, casi como si hubiera estado leyendo mis pensamientos, empezó a recitar un verso de Shakespeare.
–Mañana y mañana y mañana –murmuró entre dientes-, el tiempo avanza con pasos menudos y cautelosos.
Comprendí entonces que sabía exactamente lo que estaba haciendo.
Las ilustraciones que acompañan esta instantánea son trabajos inéditos producidos por Isol, inspiradas en el cuento de Paul Auster.
Fragmento de “El cuento de navidad de Auggie Wren”. Publicado por primera vez en el New York Times el 15 de diciembre de 1990.
Paul Auster, Novelista estadounidense nacido en 1949 en Newark (New Jersey). Entre sus obras más conocidas se cuentan Trilogía de Nueva York (1987), El país de las últimas cosas (1987), El palacio de la luna (1989), Leviatán (1992) y Mr. Vértigo (1994). Ha escrito también poesía, ensayos, guiones de cine y una obra de teatro. “El cuento de navidad de Auggie Wren” inspiró al director de cine Wayne Wang, quien le propuso a Auster escribir el guión de una película. El resultado fue Smoke (1995), destacado film cuyo final es precisamente este cuento.
Isol, Ilustradora y vocalista del grupo «Entre Ríos», nace en Buenos Aires en 1972, lugar donde todavía reside. Hizo el Magisterio en Bellas Artes en la Escuela Nacional “Rogelio Yrurtia”, pasando luego por la carrera de Licenciatura en Artes, en la UBA, la que abandonó para dedicarse a la ilustración para la prensa y a la producción de libros-álbum para niños, trabajo que sintetiza su pasión por el cómic de autor, la literatura y la plástica.
Su primer libro, ‘Vida de perros’, fue publicado en 1997 tras recibir una Mención de Honor en el Concurso ‘A la orilla del Viento’, organizado por el Fondo de Cultura Económica de México. A partir de allí ha continuado publicando libros como autora integral, a la vez que ha ilustrado textos de escritores como Jorge Luján y Paul Auster, este último en dos ediciones de «El Cuento de navidad de Auggie Wren». Su trabajo -definido por ella misma como candoroso e irónico a la vez- ha sido publicado en México, España, Francia y Argentina. sitio web de Isol.
Esta instantánea fue publicada originalmente en el número seis de nuestra revista, en el otoño de 2006. URL: [http://www.bifurcaciones.cl/006/NuevaYork.htm].