Queremos dar nuestro total apoyo a Pablo Katchadjian, acusado por María Kodama de «violar la propiedad intelectual» de Borges con su experimento literario «El Aleph engordado», obra en la cual interviene el famoso libro de Borges.
Kodama justifica sus acciones diciendo que es necesario respetar el legado de Borges y defender su palabra, pero si alguien conoce mínimamente a Borges sabrá que la mejor manera de respetar su legado es dejar que siga bifurcándose, y si alguien quiere defender su palabra lo primero es aceptar que su voz nunca fue un susurro solitario sino parte de un canto multitudinario, entretejido en colaboración y tensión con cientos de otros autores, conceptos, culturas e ideas. ¿Se puede patentar un diálogo? ¿Está bien desenmarañar lo que firmemente se ha tejido?
En una conferencia de «Siete Noches», Borges menciona lo increíble que es pensar el Corán como un libro en árabe que se entiende anterior a dicha lengua. Kodama intenta hacer hoy un ejercicio similar: robarle a la obra de Borges sus canales subterráneos y dejarlo como un lago congelado; una especie de museo Escheriano sin duda admirable, pero muerto.
No aceptemos estos gestos mezquinos. El conocimiento no tiene propietarios.
Ricardo Greene Director Revista Bifurcaciones www.bifurcaciones.cl