El mural siguiente Figura 7, que muestra también la utilización de la cárcel como pretexto, está ubicado en uno de los patios más grandes del lugar, ocupando una muralla larga. Está hecho en forma de comic, en cuadros, y presenta la vida de un presidiario. Se le ve en la celda solo, acompañado por una paloma, y con ella el anhelo de libertad. Este es el primer cuadro. En los siguientes se desarrolla el resto de la historia (Figura 7).
Los últimos cuatro cuadros aún no se encuentran terminados [2], como se ve en la siguiente fotografía (Figura 8), lo que devela el permanente proceso de construcción en el que se encuentra la ex-cárcel, carácter que se lo da, en gran parte, el hecho de ser ocupado por diferentes grupos e individuos que buscan y encuentran aquí espacios para expresarse. El carácter desordenado de lo popular, que siempre está presente, en constante producción, se hace evidente en lo inconcluso y cambiante. En el mismo patio, de hecho, pueden verse esculturas en fierro que se encuentran calzadas sobre rejas. Muchos de los materiales son de desecho, recordándonos la miseria del lugar: botas de goma, fierros, latas, todos ellos construyen la obra.
Con todo esto en mente, llama la atención la arbitrariedad con que se ha pretendido dirigir la resignificación del lugar, sustituyendo la denominación Ex-Cárcel, manejada por la mayoría de la gente, por el rótulo Parque Cultural Ex-Cárcel, reduciendo forzosamente todo posible nuevo significado al de cultura. Me pregunto si efectivamente todo lo que fue la Cárcel hoy es el Parque, y me respondo que no, toda vez que existen otros significados asociados al recinto que trascienden lo cultural, aún cuando se vean sobrepasados por el arte en muchos ámbitos. Las instalaciones patrimoniales se sostienen por sí solas; van más allá de la organización coyuntural del lugar y existen con su valor simbólico independientemente del parque. Lo mismo ocurre con la función recreativa que cumple el lugar, estando abierto para el esparcimiento familiar como plaza cerrada.
Sin embargo, y respaldado por una programación riquísima en eventos y actividades, el parque parece no dar espacio a la espontaneidad de la gente, que acude convocada a «culturizarse». Siguiendo a Octavio Paz (1994) y su idea del arte como la religión moderna de Occidente, podríamos entender este intento por sustituir el significado de cárcel por el de arte situándonos en una relación de oposición entre la prisión, vinculada a las cualidades peor ponderadas por una sociedad y a la degradación del ser humano en la privación de su libertad, por una parte, y la supremacía ética del arte, a quien se le otorga la capacidad de inculcar los mejores valores a la humanidad, por otra.
Tanto a través de talleres como de espectáculos, el Parque Cultural Ex-Cárcel proporciona las posibilidades para que los que no tienen acceso a la cultura lo tengan. Este discurso, sin embargo, no sólo está afirmado por un grupo de elite como los funcionarios de gobierno y artistas organizados, sino que ha encontrado además una gran acogida en la gente común y corriente, que suele auto-convocarse para ser «culturizada». Así, el término cultura termina finalmente por consolidarse como predominante en el discurso referido a la ex-cárcel.
1. A modo de conclusión
El valor simbólico de la ex-cárcel es inmutable. Su condición patrimonial, sus cualidades arquitectónicas, históricas y topográficas trascienden la condición particular del presente. Por ello existe una vinculación afectiva con el espacio como referente de la identidad de ciudadanos pobladores de este sector de Valparaíso. Esto me hace especular que cualquiera fuera/sea la función del lugar, la comunidad mantendría su proximidad y se haría parte del proyecto. Aún así, es innegable que el significado predominante que adquiere actualmente la ex-cárcel está fuertemente centrado en la noción de cultura, en la necesidad por parte de la gente de participar de actividades artísticas y asistir a espectáculos. Así se usa hoy lo que fue la cárcel: como espacio de encuentro y de tránsito, de memoria y cultura; como ejes (desiguales) de la construcción y preservación de la identidad.
Finalmente, creo importante recordar que casi todos siguen llamando “ex-cárcel” a este lugar, a pesar de los esfuerzos por parte de ciertos sectores de dirigir la resignificación a su antojo. En parte la idea ya está instalada, pero mientras la gente mantenga el poder de nombrar, puede aventurarse que las mutaciones más profundas no han ocurrido aún.
Aún se va a la (ex) cárcel, y no al parque.
Referencias Bibliográficas
Paz, O. (1994). «El uso y la contemplación». Historia General del Arte. Madrid: Ed. Prado.
Pincheira, A.M. (2000). Rehabilitación de la Ex Cárcel de Valparaíso. Puesta en valor de un Patrimonio pasado y presente de la ciudad de Valparaíso. Tesis de Título. Santiago: P. Universidad Católica de Chile.
La presente reseña está basada en el ensayo homónimo realizado para el curso «Estética y Ciudad Latinoamericana», impartido por el Instituto de Estética de la P. Universidad Católica el año 2004 y a cargo del Dr. Patricio Rodríguez-Plaza. Publicada originalmente en el número 6 de nuestra revista, en el otoño de 2006. URL: [http://www.bifurcaciones.cl/006/carcelyparque.htm].
Laura Jordán es estudiante de música de la Pontificia Universidad Católica de Chile. E-mail: lfjordan[@]uc.cl.
[1] El Mercurio, 2 de octubre de 2000.
[2] Al momento de escribirse este texto.