28/03/2014

La ciudad de los titerotes

Larry Niven / Paul Trillo

Blog | ensayos audiovisuales

Resumen

Texto: Extracto de "Mundo Anillo", de Larry Niven. Barcelona: Ediciones Martínez Roca S.A.
Video: "NY 41x41", de Paul Trillo: https://vimeo.com/paultrillo
Autor Posteo: Ricardo Greene

 

«Las calles eran blandas. A simple vista parecían de cemento con incrustaciones de partículas iridiscentes, pero caminar por ellas era como pisar un terreno húmedo y esponjoso. Después de recorrer una manzana muy larga, llegaron a un cruce.

– Nos dirigimos hacia allí – dijo Nessus, y señaló hacia delante con la cabeza -. No piséis el primer disco. Seguidme.

En el centro del cruce había un gran rectángulo azul. Cuatro discos azules rodeaban el rectángulo, uno frente a cada calle de acceso.

– Podéis pisar el rectángulo si queréis – explicó Nessus -, pero nunca pongáis el pie en un disco que no corresponda. Seguidme. – Circundó el disco más próximo, cruzó al otro lado, posó los cascos sobre el disco allí situado, y desapareció.

Por un instante, los tres permanecieron inmóviles, estupefactos. Luego Teela lanzó un aullido de guerra y saltó sobre el disco. Y también se esfumó.

Interlocutor-de-Animales bufó y dio un brinco. Un tigre no hubiera calculado mejor el salto. Luis se quedó solo.

– Por todos los demonios de las tinieblas – dijo maravillado. – Tienen cabinas teletransportadoras abiertas. Y dio un paso adelante.

Se encontró de pie sobre un cuadrado situado en el centro del cruce siguiente, entre Nessus e Interlocutor.

– Tu compañera ha seguido adelante – explicó Nessus -. Parecía tener mucha prisa. Nos espera más adelante.

El titerote dio un paso al frente fuera del rectángulo. En tres pasos se colocó sobre un disco. Y se hizo humo.- ¡Vaya sistema! – exclamó Luis. Había quedado solo otra vez, pues el kzin ya había seguido los pasos de Nessus -. Con sólo caminar, en tres pasos se recorre una manzana. Casi parece magia. ¡Y no importa cuán largas sean las manzanas!

Dio un paso al frente. Avanzaba como sobre botas de siete leguas. Corría apoyando sólo la punta de los pies y cada tres pasos cambiaba de escenario. Las señales circulares de las esquinas de los edificios debían ser indicadores, para que el peatón supiera cuándo había llegado a su destino. Entonces tendría que caminar alrededor de los discos y situarse en el centro de la calle.

La calle estaba flanqueada de escaparates que a Luis le hubiera gustado explorar. ¿O a lo mejor eran algo completamente distinto? Pero los otros le llevaban varias manzanas de ventaja. Luis localizó sus diminutas siluetas en el fondo de ese cañón de edificios. Aceleró el paso.

La ciudad iba quedando atrás como un sueño. Luis corría con la cabeza llena de fantasías. Vías rápidas a través de las ciudades, discos pintados de un color diferente, situados a un intervalo de diez manzanas. Discos de larga distancia situados a cien kilómetros uno de otro, cada uno en el centro de una ciudad y los rectángulos de recepción una manzana más abajo. Vías para cruzar los océanos: ¡un paso por isla! ¡Se podrían atravesar los mares saltando de isla en isla, como se cruza un río de piedra en piedra!

Cabinas teletransportadoras abiertas. Los titerotes estaban espantosamente avanzados. El disco quedaba a menos de un metro de distancia y comenzaba a operar ya antes de que uno apoyara todo su peso en él. Un paso y al dar el próximo apoyaba el pie sobre el siguiente rectángulo de recepción. ¡Nej! ¡Las aceras móviles quedaban pálidas al lado de eso!»