Diez años después del término de la Guerra Civil (1975-2002), la economía angoleña ha crecido sostenidamente hasta convertirse en la tercera mayor potencia subsahariana tras Sudáfrica y Nigeria. La punta de lanza de esta transformación ha sido la expansión de la industria petrolera, hasta hoy en manos de la compañía nacional Sonangol.
En noviembre de 2011, Pedro Passos Coelho, primer ministro portugués, señalaba en su visita a Luanda que “el capital angoleño es bienvenido!” (Conchiglia, 2012). Con ello reconoce que la nueva burguesía angoleña ha mostrado gran interés por adquirir bienes inmuebles lisboetas, al punto que, según Conchiglia, parte del alza actual de los precios obedecería a su nueva capacidad adquisitiva. El dinero proveniente del ouro negro no se ha limitado al mercado inmobiliario e incluso ha comenzado a utilizarse para tomar control de algunos de los grupos bancarios y energéticos más importantes de Portugal 1.
El crecimiento de la clase alta angoleña ha producido, a la vez, otro efecto: mientras en 2003 eran 21 mil los portugueses residentes en Angola, en 2011 alcanzaban ya los 100 mil; para el mismo periodo, el número de angoleños migrantes a Lisboa se ha reducido ostensiblemente.
Una de las contracaras de este patrón invertido de flujos e inversiones post-colonial, es que el costo de vida se ha puesto al alza: los precios del suelo, la vivienda, los bienes de consumo o los créditos han aumentado exponencialmente en el país africano. Aunque convertida en una de las ciudades más caras del mundo, en ella aún vive una gran mayoría sumida en la pobreza, la que ha visto cómo su vida cotidiana se ha encarecido a una velocidad más rápida que el aumento de sus salarios. Tal como afirma una nota del Daily Mail inglés, un guardia de seguridad que gana el equivalente a 200 – 300 dolares al mes, debe gastar, a lo menos, 12 al día para llegar a su trabajo, lo cual, en términos reales significa que casi tiene que pagar para poder trabajar.
La diversificación de las fuentes de riqueza ha hecho que los empresarios petroleros ahora se dediquen a la especulación inmobiliaria: Sonangol Inmobiliaria, en conjunto con inversores chinos, ha desarrollado un enorme plan de negocios vinculados a la vivienda en el nuevo distrito de Kilamba Kiaxi, a unos 30 kilómetros de Luanda. Pensado para albergar a medio millón de personas en 750 torres de departamento, su venta ha sido lenta, en parte por los altos niveles de inflación de la economía interna, en parte por la inexistencia de una clase media capaz de endeudarse lo suficiente como para invertir en un inmueble de esa categoría. Sin mayores cambios en la distribución del ingreso, el proyecto parece más destinado a convertirse en barrios populares verticales (vertical slums) que en áreas de alta renta. La urbanización africana debiera mirar los efectos de ese tipo de proyectos masivos en otras latitudes. América Latina sabe bastante de ello.
Referencias Bibliográficas
Conchiglia, A. (2012). «Angola, al rescate de Portugal». En Le Monde Diplomatic, Mayo.
* Angola não é um país pequeno (2011) es un proyecto de Paulo Moreira, arquitecto portugués residente en Porto, que forma parte de una serie de acciones e investigaciones vinculadas a las nuevas fórmulas de interacción entre Portugal y Angola, específicamente entre sus principales ciudades, a saber, Lisboa y Porto por un lado, Luanda por el otro (http://www.paulomoreira.net/)
** Este breve texto fue construido con apoyo de tres notas de prensa: la ya mencionada Angola, al rescate de Portugal, aparecida en Le Monde Diplomatique-Chile, en mayo de 2012; Luanda, the capital of Angola, the most expensive city in the world, del Daily Mail inglés; y Chinese-built ghost town in Angola.
1 El mismo artículo señala que el consorcio Esperanza, formado por las angoleñas Santoro (sociedad financiera) y la petrolera Sonangol, posee el 45% del grupo portugués Americo Amorim Energie, controlador de un tercio de la compañía nacional portuguesa de petroleo, GALP. Asimismo, desde 2008, Sonangol se convirtió en accionista principal de Millenium BCP, el principal banco privado portugués.