007
OTO/INV 2008

Para una reseña bibliográfica de la globalización urbana

Arturo Almandoz

Artículo | Revista

Resumen

El término globalización es parte fundamental del debate actual que mueve a disciplinas tan diversas como economía, urbanismo, política y estudios culturales. Este artículo pretende contribuir a dicha discusión, a través de una revisión bibliográfica del concepto en sí. Para ello, se sigue un recorrido que pasa por autores como Spengler y Lefebvre, a la vez que discute sus relaciones con las nociones de ciudad, urbanización y urbanismo. Por último, se revisa la contingencia del término 'globalización' a través de una óptica local, enfocando la mirada en las complejidades que este término adquiere en el marco de discusión latinoamericano.

Palabras Claves

Globalización urbana, ciudad global, metrópoli, post-industrial, Latinoamérica.

Abstract

Globalization is today a concept located at the root of disciplines so diverse as economy, urbanism, politics and cultural studies. This paper aims to contribute to the discussions that move these disciplines, by offering a bibliographical review of the concept. It will show how the term 'Globalization' has been used by authors such as Spengler and Lefebvre, while discussing its relationships with other key concepts, such as city, urbanization and urbanism. At last, it will review the contingency this concept has in the latinoamerican context.

Keywords

Urban globalization, global-city, metropoli, post-industrial, Latin America.

1. Apartando la polémica y la retórica

No soy un experto en temas globales ni aspiro a serlo. Sin embargo, con frecuencia me ha tocado toparme con la globalización y sus términos afines en el marco de mis cursos universitarios, así como en eventos urbanos que abordan esta agenda cuya naturaleza es, fundamentalmente, económica, política y cultural. En tales situaciones, he tenido que ir esbozando algunos elementos conceptuales, así como referencias bibliográficas, que me han ayudado a responder a inquietudes de estudiantes y colegas de otras áreas, sobre cómo el proceso de globalización se intercepta, por así decir, con los objetos conceptuales urbanos: ciudad, territorio, urbanización, urbanismo. En este sentido, las consideraciones que me atrevo a ofrecer aquí tratan de responder a esa demanda a través de una aproximación evidentemente preliminar e incompleta, pero con la peculiaridad de estar centrada en el dominio urbano, con un componente latinoamericano. Ojalá que tal aproximación pueda contribuir a una revisión conceptual de este complejo tema de la globalización urbana desde nuestro propio dominio, así como desde las vecinas áreas de la economía, la sociología, las ciencias políticas y los estudios culturales.

Una consideración preliminar que conviene señalar: creo que la globalización, en su vasta pero más bien difusa y lata utilización contemporánea como contraseña -emblematizada quizás en el logotipo de McDonald’s, así como la Coca Cola lo hizo en el capitalismo de la Guerra Fría- tiene en buena medida un componente retórico y polémico que viene dado en su invocación por parte de actores sociales diversos para connotar procesos económicos o culturales que se anhelan o rechazan de manera radical. La globalización puede así ser conjurada con vehemencia equivalente, pero con carga opuesta, por ejemplo, en la campaña electoral de aspirantes a presidencias o alcaldías que desean ganar votos para gestiones de corte neoliberal; o puede ser proferida como grito de guerra por manifestantes anti-globalización, como esos que han proliferado en las cumbres del G8, la Unión Europea, Davos y otros foros de países industrializados o de integración económica.

Figura 1. Maurizio Cattelan, tergiversación de íconos globales. De izquierda a derecha, La nona ora (1999), Him (2001) y Hollywood landing in Sicilia (2002).

Figura 1. Maurizio Cattelan, tergiversación de íconos globales. De izquierda a derecha, «La nona ora» (1999), «Him» (2001) y «Hollywood landing in Sicilia» (2002).

Todo ello carga a la globalización, casi eléctricamente, de significados que la hacen susceptible de ser incorporada en lemas, posiciones y agendas políticas de la derecha e izquierda en América Latina, donde todavía cabe esta dicotomía superada, y donde aquella parece haber alcanzado, desde finales del siglo XX, un polémico valor modernizador, análogo al que las nociones de orden, progreso y civilización tuvieran en la retóricas conservadoras y liberales del XIX. Si bien no puedo incorporar aquí todas esas valencias políticas y económicas del término, sí considero esa analogía con los ideales decimonónicos, a efectos de dimensionar la noción a través de algunas de las referencias históricas y obras señaladas a continuación. En este sentido, apartando entonces la polémica y retórica conjuradas por el término, esta suerte de reseña conceptual y bibliográfica se establece con relación a nociones previas y colindantes de lo que entendemos como globalización urbana.

2. Ciudad mundial y metrópoli

En su esencia, la noción de globalización no es nueva, sino que deriva de procesos de dominación, colonización, transferencia y/o integración económica o cultural que se han dado en otros períodos de la historia, cuando no contaban todavía con la plataforma tecnológica que los hace ahora aparecer mucho más evidentes y articulados. Parte de esos antecedentes históricos están comprendidos en la famosa antinomia entre «cultura» y «civilización», desarrollada por Oswald Spengler en La decadencia de Occidente (1923): la dominación económica, política o militar hace que las manifestaciones emanadas desde las metrópolis que sojuzgan, tiendan a socavar las bases e imponerse a las expresiones artísticas de las culturas locales. Se trata de una dialéctica histórica que ha estado asociada, como puede deducirse, a muchos procesos de colonización desde la antigüedad. En Occidente, el Imperio Romano habría representado la manifestación más conspicua de ese proceso de transvase desde la metrópoli hacia una provincia en la que se buscó la uniformidad urbana y urbanística, la cual ya había sido iniciada con la expansión helenística.

A pesar de ese trasfondo milenario, Spengler parecía estar consciente de que eran las «ciudades mundiales» de comienzos del siglo XX -Berlín, Londres, París, Nueva York- las más llamadas a exportar sus estandardizadas formas de vida a periferias culturales, aceleradas por nuevos mecanismos económicos del capitalismo industrial, así como por la literatura, la prensa y el cine, que eran los medios de comunicación de masas dentro del horizonte histórico de la entreguerra. Polarizando los territorios económicos, políticos y culturales, esas ciudades mundiales eran a la vez las protagonistas de la historia universal, como lo señala el pensador alemán:

«Me refiero a esas pocas gigantescas ciudades de toda civilización madura, a esas urbes que descalifican y desvaloran todo el paisaje materno de su cultura, aplicándole el concepto de provincia. Ahora ya todo es provincia; el campo, la pequeña y la gran ciudad, son provincias. Solo quedan exceptuados de este apelativo dos o tres puntos centrales […] Ya solo existen los provincianos y los habitantes de la urbe mundial. Las restantes oposiciones palidecen ante esa oposición única, que domina los acontecimientos, las costumbres vitales y las concepciones del universo» (Spengler, 1998, II: 158-159).

Vistas desde una perspectiva histórica, las Weltstädte, o ciudades mundiales de Spengler, detentan buena parte de los atributos de dominación política, económica, cultural y artística que han sido asociados a las metrópolis, grandes ciudades o urbes desde la antigüedad mesopotámica (Jones, 1992); potenciados más tarde durante el muy significativo período de la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX, cuando la metrópoli industrial adquirió un especial valor como laboratorio de modernización y reforma urbanas, así como de vanguardia artística (Sutcliffe, 1983). Si bien ese protagonismo dominador y creativo -de «exudación cultural» y «monopolio de creatividad», como dijera Mumford (1961: 99-102; 1979, I: 126-130)- provee el sustrato de la globalización urbana, ésta necesita de otros atributos económicos post-industriales para ser explicada como la mutación que es, dentro de la realidad urbana y su aproximación teórica.

3. Lo urbano y post-industrial

En la tradicional concepción spengleriana y metropolitana en general, hay por lo menos dos asunciones que se vinculan con aportes clave del pensamiento posterior que prefiguraría la globalización urbana. Por una parte, la reducción de los contextos culturales y territoriales a la centralidad citadina y el derredor provinciano, es análoga a la concepción binaria de la que partiera Henri Lefebvre para desarrollar su obra, y en especial La révolution urbaine (1970). Esta revolución era en buena medida el cambio de perspectiva que había que asumir para superar el «campo ciego» y vislumbrar la emergente sociedad urbana, polarizada en torno a una centralidad de manifestaciones formales y temporales. Todo aquello era ya observable, para el pensador francés, en aquellos contextos o territorios post-industriales de mediados del siglo XX, donde la urbanización se había difundido a la par que el desarrollo económico y tecnológico (Lefebvre, 1979; Almandoz, 1993). Aunque sin referirse a la «ciudad» global -ya que el término «ciudad» tenía para él un vencimiento muy próximo en el contexto de la urbanización mundial- el Lefebvre de Espace et politique (1972) apuntó entonces a «lo urbano» en tanto nodo privilegiado en sus atributos, dentro de la heterotopía espacial y económica (Lefebvre, 1974: 201-208; 1976: 63-71; Almandoz, 2000: 34-57).

Figura 2. Anthony D. King.

Figura 2. Anthony D. King.

Por otra parte, la vinculación de la globalización con los procesos de colonización histórica queda reconocida por Anthony King [1]. Tal como lo ha reconocido el autor de Global Cities (1990), las raíces históricas de la globalización estuvieron presentes en la «internacionalización de la producción y el financiamiento» que liderara el imperio británico en el siglo XIX y los Estados Unidos en el XX; seguido de la «internacionalización del Estado», después de los nacionalismos económicos que duraron hasta la segunda posguerra (King, 1991: 14-24). Pero más allá de explorar su plataforma histórica, King llega a una detallada jerarquía de ciudades globales, de primera y segunda categoría, tanto en los países centrales como periféricos, estableciendo una serie de criterios ajustados y actualizados para la década de los noventa: número de corporaciones transnacionales y bancos, prestación de servicios, ocurrencia de eventos, entre otros atributos que nos hacen recordar la simultaneidad y el acaecimiento de la centralidad lefebvriana. También de manera premonitoria, King detecta una serie de fenómenos y procesos análogos que están teniendo lugar entre esa red de ciudades globales, tales como la inmigración, la segregación, la multiculturalidad, el desbordamiento de los problemas locales, entre otros síntomas que le llevaron a señalar una suerte de «tercermundización» en las metrópolis del Primero, como contrapartida a la modernización por enclave de las urbes subdesarrolladas (King, 1991: 24-32).

Pero no fue hasta el último tercio del siglo XX cuando comenzaron a darse cambios políticos, económicos y tecnológicos que acelerarían la globalización hasta las formas que actualmente observamos. Antes de que se produjeran la integración económica de los países de la UE y otras confederaciones estatales, la caída de la URSS, el surgimiento de los «tigres» asiáticos y la liberalización de economías comunistas como China y Vietnam, la competitividad global puede decirse anticipada, con relación a la ciudad y la urbanización, en teorías de procedencia marxista surgidas en el marco de la nueva división internacional del trabajo, las cuales han sido catalogadas como «teorías del desarrollo desigual» por Savage y Warde (1993). Éstas habían resaltado aspectos como los efectos urbanos de la des-industrialización del Primer Mundo, el desplazamiento de la fabricación manufacturera al Tercero, y la jerarquía de las ciudades dentro de estos procesos de globalización y competencia; en este sentido, además de la ya mencionada obra de King, debe señalarse el diagnóstico que hiciera David Harvey de las transformaciones del capitalismo tardío en La condición de la posmodernidad (2001). También en esta dirección, dentro de la llamada Escuela de California, cabe identificar a Edward Soja, quien en Postmodern Geographies (1989) convirtiera a Los Ángeles en laboratorio de post-modernidad y globalidad de finales del siglo XX, análogo por su valor teórico al Chicago de los años 1920 y 1930 (Soja, 1995). [2]

Los cambios tecnológicos han tenido que ver no sólo con el continuo mejoramiento de los medios de transporte y comunicación – fax, telefonía móvil, servicios de suscripción por cable y satélite a televisión internacional – sino también y principalmente con la revolución digital que comenzara a gestarse desde los años 70, y que se concretara en Internet a partir de los 90. La red de redes y el correo electrónico han colocado a la ciudad de la era de la información electrónica frente a una globalización que ha sobrepasado la función aglutinante de sus elementos constitutivos tradicionales, los cuales en apariencia continúan allí sin modificación, pero no por mucho tiempo. Desde City of Bits (1995), pero sobre todo en E-topia (1999), así lo ha anticipado Edward Mitchell, uno de los pocos estudiosos que han teorizado sobre las implicaciones urbanas de la globalización informática de la era digital:

«Los edificios, barrios, pueblos y ciudades que surgen de la revolución digital que se está desarrollando conservarán mucho de lo que nos es familiar actualmente. Pero, superpuesta a los residuos y a los remanentes del pasado, como las más recientes estructuras neuronales sobre nuestro viejo cerebro de lagarto, existirá una estructura global de conexiones de telecomunicaciones de alta velocidad, lugares inteligentes y aplicaciones informáticas cada vez más indispensables» (Mitchell, 2001: 12).

Él alerta sobre la obsolescencia de la estructura económica y el tejido constructivo de la ciudad tradicional pareciera apuntar también en la dirección de la revolución urbana de Lefebvre; pero algunos de los atributos de ésta, cuales eran la simultaneidad y la accesibilidad, son sustituidos en la era digital por nuevos principios, tales como la asincronía y la conectividad (Mitchell, 2000: 24). Todo ello ha llevado al decano de arquitectura y urbanismo del MIT a advertir a sus colegas sobre los nuevos principios virtuales del diseño urbano: «Debemos aprender a construir e-topias, ciudades servidas electrónicamente y conectadas globalmente para el amanecer del milenio» (Mitchell, 2001: 13).

4. Urbanización y urbanismo

Más allá de la ciudad, la globalización ha planteado cambios en la aproximación teórica e historiográfica a otros objetos urbanos, tales como la urbanización y el urbanismo. Con respecto a la primera, puede señalarse el ejemplo de Urban World/Global City (1996), obra en la que David Clark explora las dimensiones del proceso -demográfica, territorial, económica, cultural- desde una perspectiva auténticamente internacional. Aprovechando el hecho de que desde los años 90 más del 50 por ciento de la población mundial ya era urbana, Clark (2001) se plantea una revisión histórica y contemporánea de las pautas de la urbanización y ciudad globales, superando no sólo los tradicionales ámbitos referenciales del estado nacional, sino también de las divisiones entre Primer y Tercer Mundo que habían caracterizado a algunas aproximaciones previas (Drakakis-Smith, 1990; Potter y Lloyd-Evans, 1998).

Por otro lado, aunque no haya partido explícitamente de la globalización como variable, creo que la revisión historiográfica que sir Peter Hall ha hecho del urbanismo moderno en Cities of Tomorrow (1988), así como de las edades doradas de las urbes desde la antigüedad ateniense en Cities in Civilization (1998), es una suerte de palimpsesto de la globalización del mundo occidental a través de la constitución de movimientos artísticos o intercambios urbanísticos (Hall, 1994 y 1999). En este último sentido, creo que la preocupación por los componentes y aportes nacionales que llevaron a la cristalización del urbanismo como movimiento internacional -aproximación historiográfica que venía gestándose desde los años 1970 (Choay, 1976; y 1979; Sica, 1976-1978; Benevolo, 1989; Sutcliffe, 1981)- ha alimentado el tema de la transferencia de modelos y cultura urbanísticas, el cual es actualmente una de las principales vertientes de la historiografía urbana (Ward, 2002; Nasr y Volait, 2003).

Figura 3. Infografias que muestran los nieveles de urbanización en los paises del mundo. El rojo indica un nivel predominantemente urbano, sobre un 75%, mientras que el verde indica aquellos predominantemente rurales, con un máximo de un 24% de urbanización. Imágen realizada con datos del informe anual de la UNFPA, por el gráfico Paul Scruton. Infografías producidas por The Guardian.

Figura 3. Infografías que muestran los niveles de urbanización en los países del mundo. El rojo indica un nivel predominantemente urbano, sobre un 75%, mientras que el verde indica aquellos predominantemente rurales, con un máximo de un 24% de urbanización. Imagen realizada con datos del informe anual de la UNFPA, por el gráfico Paul Scruton. Infografías producidas por The Guardian.

5. Acotaciones latinoamericanas

Al igual que en el caso de conceptos urbanos ya señalados, tales como metrópoli y ciudad mundial, creo que la globalización como noción comprehensiva de relaciones económicas, políticas y territoriales ha estado antecedida en interpretaciones especialmente formuladas para el contexto latinoamericano. Tal es el caso de la Teoría de la Dependencia, que desde los años 1960 hasta comienzos de los 1980 proveyó a las ciencias sociales de una matriz histórica para entender el atraso de América Latina durante las eras colonial y republicana, incluyendo las dimensiones económica, política y social del subdesarrollo (Cardoso y Faletto, 1969; Palma, 1978, entre otros). En relación con los cambios urbanos propiamente dichos, la «urbanización dependiente» de América Latina fue periodizada de acuerdo a los bloques de poder que sucesivamente condicionaron los estadios de dominación capitalista; los resultados urbanos de tal sucesión fueron explorados por científicos sociales en términos de las debilidades de los sistemas de ciudades nacionales y de las deformaciones estructurales de la urbanización. Así por ejemplo, los problemas históricos de la «urbanización dependiente» a lo largo del siglo XX fueron descritos y analizados por Manuel Castells en Imperialismo y urbanización en América Latina (1973), así como por Marta Schteingart en Urbanización y dependencia en América Latina (1973); los aspectos sociales y políticos de las ciudades latinoamericanas en tanto escenarios dramáticos de esa urbanización fueron tipificados por Marcos Kaplan (1972) y Aníbal Quijano (1977), entre otros. Un análisis histórico de la constitución de las redes urbanas nacionales fue hecho por Alejandro Rofman en Dependencia, estructura de poder y formación regional en América Latina (1974), en el que creo fue uno de los pocos intentos desde esta perspectiva por especializar el análisis histórico (Rofman, 1977). Creo que, por abordar la dependencia en sus fases capitalista industrial e imperialista, esos trabajos tuvieron que asumir una perspectiva internacional enmarcada en una concepción centro / periferia, la cual ha sido reinterpretada dentro de la agenda de la globalización; por lo que a pesar de las limitaciones históricas de la producción dependentista, es justo reivindicarla como antecedente de análisis globales en América Latina.

Después de la Escuela de la Dependencia, las ciudades globales latinoamericanas -Sâo Paulo, Ciudad de México, Buenos Aires- como escenarios continentales de la modernización, han sido vistas de una manera globalizada en la obra de Néstor García Canclini, a partir de Culturas híbridas (1989). Tal como lo reconoce allí el pensador «argenmex», la «multiculturalidad» y la «hibridez constitutiva» de las repúblicas modernas no son nuevas para la intelectualidad latinoamericana, que las habían tocado en cierta forma desde el arielismo novecentista; pero no fue sino después de la «transnacionalización de las industrias comunicacionales y de las migraciones masivas» (García Canclini, 1995: 11-12), cuando el capítulo cultural urbano incorporó componentes que hoy lo hace aparecer, a mí entender, como el más desarrollado de la agenda de la globalización en América Latina. Más allá de casos de estudio que no pueden ser enumerados aquí, creo que las expresiones globales de cambios recientes han sido abordadas, desde una perspectiva comparativa para temas específicos, por Armando Silva Téllez (1993) para los imaginarios sociales, así como por Susana Rotker (2000) para el crimen y la violencia en las grandes ciudades latinoamericanas.

Figura 4. Antropofagia, globalización desde la periferia.

Figura 4. Antropofagia, globalización desde la periferia.

6. Nota final

Si bien la globalización es ya, a comienzos del siglo XXI, un tema de muchas ramificaciones -tal como lo prueban los recientes trabajos propiamente bibliográficos de Brenner y Keil (2006), o los comparativos de Sassen (2007) y Borja (2007), centrados en las variables urbanas de dicho proceso-, la breve genealogía bibliográfica que este artículo ha tratado de reconstruir pretende sólo rescatar antecedentes que parecen haber sido olvidados en la historiografía moderna del concepto. Creo que tal olvido ha ocurrido asimismo con constructos holísticos e interdisciplinarios como ambiente y territorio, los cuales, al igual que la globalización, se cruzaron con el dominio urbano en múltiples direcciones. Creo que es tarea de las investigaciones que actualmente desarrollan estos cruces epistemológicos, teóricos y conceptuales desde diferentes puertas de entrada disciplinares, por así decir, elaborar no sólo las variables urbanas de la globalización, sino también reconstruir los recorridos históricos en cada uno de esos frentes.

Además del económico, que quizás haya sido el más trajinado, creo que la globalización cultural es uno de los aspectos que todavía requieren atención, especialmente en Latinoamérica. Particularmente en este ámbito, además de las perspectivas globales y comparativas, quedan por seguir elaborando los procesos y las variables de la globalización en los diferentes contextos nacionales y urbanos, para completar una casuística latinoamericana que ya es muy rica para algunas ciudades, pero que no siempre incorpora el proceso histórico o la dimensión cultural de la globalización urbana.

Referencias Bibliográficas

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Una versión esquemática de esta aproximación fue mi intervención en el panel «A Global City: Challenge or Threat», City as a Space and a Culture. Urban Studies Forum, Helsinki. The Finish Society for Urban Studies – The Finish Society of Urban Planning, mayo 22-23, 2003. Artículo publicado en co-edición con Universidad Nacional Andrés Bello UNAB.

Arturo Almandoz, Universidad Simón Bolivar de Venezuela.

[1] Ello sin restar mérito a otras aproximaciones clave, tales como las de Saskia Sassen (1991) y Manuel Castells y Jordi Borja (1997).

[2] Me apoyo en mi propia aproximación en «Taxonomía urbanística de teorías sobre la ciudad moderna» (Almandoz, 2000).