Profesor de ciencias políticas de la Universidad de Illinois, Denis Judd ha iniciado durante los últimos años junto a otros investigadores como Susan S. Fainstein y Lily M. Hoffman, una línea de investigación en torno a las relaciones entre el turismo y la ciudad posfordista. A fines de marzo de 2008, participó junto a otros destacados investigadores como Edward Soja, Susan Clarke, Arturo Almandoz y Neil Brenner de un taller titulado “Construyendo la ciudad justa” que organizó el Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos de la Universidad Católica de Chile. Aprovechando su estadía en Santiago, pero también su amabilidad y buena disposición, quisimos ahondar sobre la noción de “ciudad turística” que ha desarrollado, así como reflexionar acerca de sus alcances y posibilidades en el contexto urbano latinoamericano. Acompañado de un vino chileno y de unos tacos que nunca fueron tan picantes como los que él acostumbraba a comer en Illinois, nos juntamos a conversar una noche de semana de los primeros días de abril.
Tomás Errázuriz (TE): Empecemos con una pregunta amplia. Tú te has puesto en contra de esa literatura post-estructuralista que critica al turismo de las últimas décadas (Sorkin, Edensor) en tanto promotor de lugares de “simulación”. Propones, en cambio, una visión alternativa desde la cual los límites de esos espacios turísticos pueden considerarse límites de interacción permeables. Con ello remarcas, además, la necesidad de enfocar el análisis desde la escala de ciudad. En tu opinión, ¿cuánto del “simulacro” descrito por esos autores aún se mantiene desde el punto de vista de la escala de la ciudad que sugieres.
Dennis Judd (DJ): Esa pregunta da para mucho. Me gustaría tomar la primera parte, que en mi interpretación es una pregunta acerca de lo que supuestamente es genuino como algo opuesto a lo que es artificial. Lo que personas como Michael Sorkin y otros nos han señalado se refiere a lo artificial versus lo auténtico. Desde mi punto de vista esta distinción es completamente falsa.
Todos los espacios son reales, todos son auténticos. Disneyworld es auténtico. No es una creación de otra cosa, no es una copia de otra cosa, es tan auténtico como una calle urbana por la que caminas. Es tan auténtico como Roma o Londres, un espacio distinto con cualidades particulares. Entonces, ¿qué es lo auténtico? Me gusta pensar en Chris Boyer, en The city of Collective Memory, un trabajo que trata de la ciudad de Nueva York desde su creación durante el siglo XIX y XX hasta hoy. Y lo que ves es que Nueva York siempre ha sido una ciudad que trata de emular otra cosa. De manera que si lo que queremos llamar auténtico es lo vernáculo, local, que no se parezca a nada que haya en otro lugar, eso difícilmente existe en el mundo.
TE: En otras palabras, ¿podríamos considerar el “simulacro” como un componente natural del turismo?
DJ: Casi todos los diseños de ciudades han sido copiados de otro lugar. En la arquitectura vernácula, y en probablemente todos los estilos arquitectónicos,. Así, a fines del siglo XIX, los movimientos de arquitectura neo-clásicos influyen en la forma que adopta la “ciudad blanca” de 1893 de Daniel Burnham en Chicago. Entonces, ¿podemos decir que eso es artificial? Se le acusó así. El famoso arquitecto Louis Sullivan, también de Chicago, lo acusó de arruinar la arquitectura por haber impuesto el neo-clasicismo como camisa de fuerza sobre la arquitectura, mientras que en el contexto norteamericano algunas personas como el mismo Louis Sullivan habían desarrollado un estilo distintivo norteamericano de formas naturales incorporadas a la arquitectura del momento.
Entonces pensemos en la crítica. Es cierto que la arquitectura neo-clásica popularizada por Bernard y otros se alejó de la arquitectura con formas distintivamente americanas. Eso es cierto. Pero eso no significa que las formas distintivamente americanas sean más auténticas. Podemos encontrar ejemplos en los que la autenticidad tiene un significado, pero eso no es a lo que la literatura se refiere con el termino “auténtico”, sino la idea de terreno familiar. Tomemos por ejemplo el blues en Estados Unidos, o la música cajun o el bluegrass. Se pueden encontrar formas auténticas, pero a lo que se refiere es a “invención”, “creatividad”, a lo que no existía antes. Creo que lo mismo es probablemente cierto también para las ciudades, pero eso no es a lo que Michael Sorkin y otros se refieren con el termino, ya que nunca lo definieron. Esa es mi objeción.
Este problema de las formas se traduce también en, por ejemplo, que los críticos se opongan a la construcción de un puerto en Nueva York o de un muelle en Chicago porque son básicamente parques temáticos dentro de la cuidad. Eso lo critican porque se contraponen a las escenas callejeras que son en su mayoría una conjunción de edificios y formas que pertenecen a otro tiempo. De esta manera, sólo estamos diciendo que nos gusta lo que lleva más tiempo construido. Pensemos nuevamente en esto: si lo que llamamos auténtico es el terreno familiar o lo crecido en casa, una expresión de cultura en un momento específico del tiempo, que no ha sido tomado de otro lugar, entonces, ¡Disney es auténtico!
TE: Pensando en los cambios entre viajeros del siglo XIX y turistas del siglo XX, ¿qué ha perdido la experiencia urbana de los viajeros debido a la mediación de la industria del turismo, en las imágenes y experiencias de los lugares visitados?
DJ: Absolutamente nada. El turismo masivo data de siglo XIX. En Inglaterra, cuando Thomas Cook realizó su tour ferroviario alrededor del 1840, su iniciativa estaba conectada con una campaña contra el consumo de alcohol. Mucha gente no sabe eso, que él era un cristiano ferviente. Entonces lo que hacía en sus tours, inicialmente compuestos de mujeres que viajaban distancias cortas, era ofrecer una serie de panfletos religiosos que luego se convertirían en guías acerca de los lugares a los que viajaban. Más adelante Cook se fascinaría con Egipto y llevaría a ese lugar visitas guiadas. Pero todo eso estaba previamente demarcado. Las personas visitaban lugares específicos como las pirámides, no andaban simplemente paseando por Egipto. Lo mismo sucedía en los tours que se realizaban por Inglaterra. Ese es el modo en que se ha desarrollado el turismo masivo.
En Estados Unidos, en el siglo XIX, los tours urbanos se volvieron bastante comunes. A los europeos les gustaba viajar a Estados Unidos para ver especialmente dos cosas: en primer lugar, lo que ellos interpretaban como “salvaje”, razón por la cual limpiaban las ventanas de los trenes y veían búfalos y cosas así; generalmente les disparaban y quedaban fascinados con esta parte de América. Y en segundo lugar, se fascinaban con las ciudades, las que para ellos eran también algo salvaje. Como el caso de Saint Louis, que tenía desde mansiones fastuosamente decoradas hasta personas que parecían haber cruzado recién la frontera, personas oscuras y todo ese tipo de ideas. Pero la ciudad era siempre interpretada, no se dejaba al azar. Cada ciudad era traducida por los que hoy llamaríamos operadores o agentes de turismo y hay bastante literatura acerca de este fenómeno.
TE: ¿Cómo por ejemplo?
DJ: Bueno, vamos al siglo XIX, a la Feria Mundial de 1893 en Chicago, que fue extremadamente influyente en el turismo masivo. La Feria produjo panfletos que implicaban una interpretación de la vida en la ciudad y no podías ir sin estas guías que te iban explicando el sentido de las cosas. De la misma manera, las guías y panfletos fueron dándole forma a las ciudades, de tal modo que la gente que vendría a Washington DC comenzaría por visitar todos los monumentos siguiendo una agenda muy ajustada. Tal como sucede hoy, eran personas que querían sentirse cómodas e ir a buenos hoteles y todo eso. Y luego hubo otras cosas, como el Barrio Chino de San Francisco, que se hizo muy popular en 1920. Fue una manera de ver una parte de la ciudad que podía ser interpretada como exótica.
Entonces, hay dos cosas en relación al turismo urbano. Una es la previa demarcación de vistas, hitos y sitios en la ciudad y la otra es el exotismo, que también es una interpretación ¿Es eso distinto a lo que pasa hoy? No creo que sea muy diferente. La diferencia hoy es que la industria del turismo se ha vuelto más compleja y organizada, de tal manera que los agentes turísticos pueden hacer casi cualquier cosa que tu quieras. Puedes ir a India en un bus de turismo y sólo bajarte a ver el Taj-Mahal o la cremación de cuerpos en el Ganges. Muchas personas lo hacen cada año. Lo mismo pasa con Egipto y otros lugares. Nunca estás sin un aire acondicionado, nunca estás fuera de un hotel cinco estrellas, nunca te quedas sin una voz que te explique lo que está pasando. Y ni siquiera eliges tus propios restaurantes.