Recuerdo que hace como 10 años me fui de mochilero con tres amigos a Alaska. Con dificultad nos subimos a un avión de correos y llegamos a una villa remota, cerca del circulo ártico. Luego nos tomamos otro avión a un lago más al norte aún, y desde ahí caminamos hasta que una avioneta nos recogió y nos llevó de vuelta. Nosotros sentíamos “Wow, esto si que es vida salvaje”… pero bueno, cada paso había sido arreglado por un agente turístico, así que, aunque no andábamos con un guía, eso también era turismo. La experiencia del turismo se está expandiendo a todos los posibles gustos.
TE: Me gustaría hablar un poco ahora sobre las estrategias de construcción de imágenes urbanas. Tú dices que ellas deben ser consideradas desde un punto de vista histórico. Cuando una mira las ciudades Norteamericanas, por ejemplo, ellas tuvieron que competir con otras ciudades para atraer personas y capital, desde sus orígenes. En esta lógica, los objetivos de la construcción de una imagen de ciudad no son tan diferentes de los que la industria del turismo puede tener hoy.
DJ: Estados Unidos es único en el sentido por que sus ciudades compitieron a medida que las ciudades del interior se iban poblando. La gente iba cambiándose de lugar y fundando nuevas ciudades. Luego, estos centros urbanos empezaron a competir por cuál iba a tener un canal o conexión de ferrocarril. Las ciudades podían fracasar o ser exitosas dependiendo de su habilidad para integrarse a la red económica del país. Y para promover sus propios lugares de residencia, comenzaron a hacerlos parecer, como si fueran el paraíso, aunque fueran pequeños pueblos. Promoviendo, mediante panfletos y avisos, sus cualidades de producción agrícola y de clima sin importar cuan remoto o desolado pudiera ser ese lugar.
TE: Mirando al sur ahora, en la América Latina colonial se presentó un escenario completamente distinto, donde la jerarquía política de las ciudades era determinada por la Corona Española y las metas económicas no eran necesariamente el tema principal en las políticas de construcción de una imagen de ciudad. Objetivos políticos, militares, o religiosos también se consideraban centrales. ¿Cómo crees que esta tradición afectala emergencia de ciudades turísticas en la América Latina de hoy? ¿Qué diferencias se pueden resaltar respecto de la experiencia y trayectoria en Estados Unidos?
DJ: Mira, en cualquier otro lugar del mundo, no sólo en América Latina, las ciudades no compitieron en ese sentido. Como bien señalaste, ellas eran usualmente los centros del poder, de la autoridad política, del poder estatal, como Paris y Beijing. Pero era un poder que no competían con otros lugares. Y en el contexto hispánico, en América Latina era muy similar. Sospecho que Santiago, no competía con nadie. Era un centro reconocido de autoridad política y por lo tanto todas las otras ciudades cumplían roles especializados pero supeditadas a la capital. Por otra parte, el poder del Estado también determina las zonas urbanas, no como en los Estados Unidos donde su poder está virtualmente ausente en el caso de las ciudades.
Hoy en día sabemos que las ciudades alrededor del mundo son competitivas en ese sentido, situación que encuentra su origen recién en la desindustrialización. En el caso de Europa, los antiguos centros industriales de Alemania, el Reino Unido o Francia, al igual que los de Estados Unidos, comenzaron a perder población y trabajo, de manera que las personas cayeron en situaciones de mucha pobreza. Esas ciudades fueron aprendiendo a competir, a atraer negocios e inversiones. Este fenómeno sigue siendo diferente a la situación de Estados Unidos, ya que las pequeñas ciudades europeas tienen una relación con su Gobierno Nacional. En América Latina, por su parte, las ciudades también mantienen esa relación con su gobierno nacional, lo que modera el grado en que las ciudades compiten. Santiago, por ejemplo, está interesado en desarrollar una base de turismo que traiga riqueza al país y a la ciudad. Es en parte una ciudad global, que se está volviendo interesante. Entonces, la competencia va siendo forzada hoy en lugares de una manera que no existía en el pasado. Muchos podrían pensar que eso es seguir el modelo americano, pero no lo es, aunque tiene características de él, de la competencia urbana.
TE: ¿Y tú crees que la industria del turismo en Norte América es la misma hoy que en la época de la ocupación?
DJ: Si, es igual. El Gobierno Nacional no aporta casi nada para el desarrollo del turismo urbano. Hasta cierto punto, es el Estado quien promueve el turismo. Por ejemplo, es muy interesante ver los folletos turísticos del Estado de Illinois. Ellos tienen esta gran ciudad, Chicago, pero la mayor parte del folleto de Illinois muestra pequeños lugares para visitar, pequeños parques y ese tipo de cosas. No necesitan promover el turismo en Chicago. Además el presupuesto de Chicago para la promoción del turismo supera bastante la del Estado, por lo que este no tiene un rol en la promoción de la ciudad. La oficina de desarrollo cultural de la alcaldía es la que maneja el presupuesto.
En México la situación es distinta. Como podemos leer en el capítulo que escribe Daniel Hiernaux-Nicolas en el libro “The Tourist City”, la primera estrategia que se desarrolla en México incluía la construcción de lugares como Cancún, Cozumel o Puerto Vallarta, donde el Estado invierte recursos de manera de atraer turismo masivo. En “Cities and Visitors”, por su parte -que es el libro más reciente que he co-editado-, Daniel describe la estrategia post-fordista del gobierno Mexicano que implica tener nichos de turismo que apelen a un nivel mas alto, donde el turista tenga que gastar más; lo que significa que quieren crear lugares que parezcan más auténticos. Estos lugares serán promovidos y recibirán financiamiento del gobierno, por lo que no compiten entre sí. En casi todos países del mundo, el Gobierno Nacional juega un papel importante. El lugar a donde se va a dirigir el turismo forma parte de una estrategia nacional de desarrollo, no es solo local. Pero en Estados Unidos ese no es el caso, para nada.
TE: Me gustaría ahondar un poco en lo que has planteado en el reciente seminario “Ciudad Justa”. En tu intento por ligar el turismo a la equidad y a la justicia en relación al contexto del espacio urbano, simpatizas con Leo van den Berg en sus estudios de Rotterdam, donde argumenta que la ciudad es un lugar que deber hacerse “vivible” para que sea elegido por sus visitantes. En otras palabras, entiendo que dices que sólo podemos empezar a hablar de justicia urbana cuando la distinción entre la gente que vive en un lugar y sus visitantes se evapore. Como seguramente ya sabes, las ciudades en Latino América y la mayoría de las ciudades de países en desarrollo han estado constituidas históricamente por un gran numero de personas en situación de pobreza, muchos de los cuales probablemente nunca han sido turistas.
Si consideramos el impacto de la pobreza sobre la competitividad del espacio urbano, y los espacios “in-vivibles” que estos asentamientos producen en la ciudad ¿Es posible hablar de un encuentro entre las políticas de turismo y la justicia social en las ciudades Latinoamericanas? O ¿debiéramos decir que la industria del turismo enfatiza la segregación de estas personas y de sus lugares, ya que las omiten de los recorridos y mapas turísticos?
DJ: El turismo que ocurre en los todo-incluído claramente aumenta la inequidad espacial. Tomemos la estrategia de México de construir Cancún y Puerto Vallarta, por ejemplo. Es fascinante estar en ese contexto como un turista. Una vez lo hice, lo odié, pero tuve que hacerlo. De hecho, es bastante similar a estar en un crucero. Este tipo de reservas pagadas, tal como las de Detroit y Baltimore, son espacios cerrados muy vigilados. Son colonias virtuales y en el contexto de México son expresiones extraordinariamente grotescas de consumo turístico en base a capitales en gran escala. En todo caso, creo que son casos algo excepcionales…. bueno, no sé si excepcionales, pero sí de un cierto tipo que no es el que más se ha desarrollado en América Latina. Ustedes sabrán más de esto que yo… En Buenos Aires, por ejemplo, en vez de reservas turísticas existen áreas como San Telmo, cuyos límites están abiertos. Incluso, se podría pensar que la estrategias turísticas adoptadas en México pueden tener algo de únicas en América Latina, ¿o no…?