El Valparaíso que atrapa
Texto // Todd Temkin
Escritor norteamericano.
Magíster en Artes de la Universidad de Minnesota. Ha sido distinguido como poeta emergente por la Academia de Poetas
Norteamericanos, y como “Personaje del Año de la
Quinta Región", por “El Mercurio de Valparaíso” (2001 y 2002). Presidente de la Fundación Valparaíso;
email: ttemkin@fundacionvalparaiso.org
Fotografías // Bárbara Gallardo
Fotógrafa y Diseñadora multimedia. email:
bgallardo@gmail.com; sitioweb
Valparaíso es una ciudad surrealista,
situada en el umbral que separa la vigilia del sueño. No es una
ciudad “bonita” en el sentido tradicional de la palabra,
como aquellas modelos de la farándula que constantemente aparecen
y desaparecen. Al contrario, es una ciudad-musa, cuya belleza intoxica
cuando se revela sólo parcialmente. Valparaíso es como
un poderoso narcótico que uno rechaza inicialmente, pero cuando
atrapa, la vida jamás vuelve a ser lo que era.
Llegué a Chile en 1993. El
primero año viví en Ñuñoa (Santiago) y viajaba
los martes y jueves a Valparaíso para dictar mis cursos de poesía
norteamericana en la PUCV. Cada vez que venía me dedicaba a recorrer
un cerro distinto. (A pesar de que existe cierto mito de peligrosidad
en Valparaíso, puedo asegurar que en estos diez años he
recorrido sus meandros más recónditos y nunca me ha pasado
nada. Al contrario, he conocido gente muy amorosa). En los vericuetos
de calles olvidadas me topaba con carpinteros, organilleros y señoritas
regordetas atendiendo los almacenes. Allí empecé a desarrollar
mis primeras teorías de que aquí se constituye un ecosistema
humano muy insular y diferente del resto del mundo. Un año después
me cambié a Valparaíso, donde sigo viviendo hasta el día
de hoy.
Hasta hace algunos años persistía
una concepción muy fatalista respecto de la ciudad, que impedía
armar un discurso “ganador” sobre lo que implica la herencia
porteña: a diferencia de otras ciudades patrimoniales, ésta
era la más desconocida y menos querida por su propio país.
Existía un cinco por ciento de los chilenos que amaba Valparaíso:
artistas, pintores, poetas, algunas familias oligarcas cuyos bisabuelos
arribaron a este puerto, donde amasaron su fortuna. El otro 95 por ciento
lo veía como el lugar que había que evitar en el camino
a la vecina Viña del Mar: como una zona pobre, sucia, peligrosa.
|
|
título: "hacia arriba desde un patio trasero"
|
título: "dónde estuve? adónde voy?" |
"En esa época resultaba impensable
que un país pobre como Chile pudiera desarrollar obras
tan complejas; pero la relevancia de Valparaíso como
el puerto internacional más importante del Pacífico
Sur era por entonces muy grande, y las justificaba plenamente"
|
Sin embargo, hay que recordar que
en Valparaíso tuvieron lugar las primeras manifestaciones de
tolerancia y diversidad religiosa del país: la iglesia Saint
Paul fue la primera de tipo anglicana en todo el Pacífico Sur;
el Cementerio de Disidentes fue también pionero en Chile; el
Colegio Alemán inició esta cadena en todo el mundo; acá
estuvieron, finalmente, las primeras colonias de judíos y palestinos.
Todo esto distingue a Valparaíso no sólo dentro de Chile,
sino a nivel sudamericano.
También tenemos un excelente
patrimonio industrial, como los funiculares y grandes obras de ingeniería,
que no se solían hacer en países en vías de desarrollo
antes del Canal de Panamá. En esa época resultaba impensable
que un país pobre como Chile pudiera desarrollar obras tan complejas;
pero la relevancia de Valparaíso como el puerto internacional
más importante del Pacífico Sur era por entonces muy grande,
y las justificaba plenamente.
Entre los puntos de Valparaíso
que más me seducen se encuentra, en primer lugar, el Cementerio
de Disidentes. Se trata de un lugar austero, cuya melancolía
irradia la esencia del alma luterana que edificó el Valparaíso
del 1800, puro esfuerzo y sacrificio combinado –por supuesto-
con una dosis de desdén hacia todo el “floreo” y
barroco que predominan en el Cementerio Católico, ubicado justo
enfrente. A los chilenos parece no gustarle esa clase de lugares, pero
a mí me agradan. Aquí es donde emana con mayor fuerza
ese licor adictivo de Valparaíso, en los sepulcros de cientos
de inmigrantes que, por la misma razón, prefirieron ser enterrados
en este lugar y no en la patria que los vio nacer.
|
|
título: "píntame la vida"
|
título: "Tengo testigos" |
|
|
título: "anoche tuve un sueño" |
título: "quien no se aleja, no necesita ruedas" |
"Personalmente,
a mí me gusta el Concepción, por la historia que
hay detrás de sus iglesias y sus callejones de extrañas
encrucijadas" |
Destaco también el Cerro Santo
Domingo. Para los conocedores es el barrio más lindo de la ciudad,
pero su estado de abandono puede espantar a los neófitos. Otros
cerros que cada día están más de moda son el Concepción
y el Alegre, dos barrios señoriales que no tienen nada que envidiar
a los mejores de Europa. Hay ahí un ambiente muy especial, porque
en ambos vivieron acaudalados inmigrantes ingleses, alemanes y franceses.
Personalmente, a mí me gusta el Concepción, por la historia
que hay detrás de sus iglesias y sus callejones de extrañas
encrucijadas.
Y finalmente el Cerro Bellavista.
Su nombre lo dice todo. Es menos señorial pero tiene un trazado
muy atractivo, junto con aquella anarquía y caos que tanto admiraba
Neruda. Con la casa de la Fundación Valparaíso, el restaurante
Gato Tuerto, el Museo a Cielo Abierto y la Sebastiana, rápidamente
se está consolidando como un eje para Valparaíso en tanto
Capital Cultural de Chile.
En fin, Valparaíso es una
cebolla con docenas de capas. Uno piensa que conoce Valparaíso,
pero se engaña. Uno nunca termina de conocerlo. Jamás.
|
|
título: "desafiando sueños y la ley de gravedad "
|
título: "en algún lugar del paraíso" |
"En fin, Valparaíso es una cebolla
con docenas de capas. Uno piensa que conoce Valparaíso,
pero se engaña. Uno nunca termina de conocerlo. Jamás"
|