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Carmen y Sylviaseccion

Entrevista a Carmen García y Sylvia Dümmer, de Revista Plagio


Santiago en más de 100 palabras

Por: Revista bifurcaciones *

 

El concurso de cuentos breves “Santiago en 100 palabras” es el certamen literario de mayor convocatoria en Chile, pero a la vez constituye una de las intervenciones urbanas más originales y significativas que tienen lugar actualmente en Santiago. Desde hace cuatro años, la Revista Plagio organiza este concurso junto a Metro de Santiago (tren subterráneo) y Minera Escondida, cuyos cuentos ganadores se exponen en las estaciones del Metro.

¿Cómo es la ciudad vista por sus propios habitantes, transformados en improvisados cronistas? ¿Cuáles son las imágenes que construyen el Chile urbano actual? Acerca de estos y otros temas conversamos con Carmen García y Sylvia Dümmer, directora editorial y directora de arte de Revista Plagio, respectivamente, y principales gestoras de este proyecto que ha culminado exitosamente ya cuatro versiones, y que ha comenzado a expandirse a otras ciudades del país, de la mano de “Valparaíso en 100 palabras”.

Revista bifurcaciones: Cuéntennos acerca del origen de “Santiago en 100 palabras”

Revista Plagio: La idea de esta intervención nace circunstancialmente. Es decir, primero hicimos el proyecto y luego el fundamento, la conceptualización; ésta surgió de estar asociados con el Metro, que es un símbolo muy fuerte de la ciudad. Estábamos buscando financiamiento para la Revista Plagio, que partió como una revista súper chica y que hasta ese momento la financiábamos con fondos concursables de la Universidad Católica. Nosotros le presentamos Plagio a Metro y ellos nos dijeron “mira, nosotros no financiamos ese tipo de proyectos, pero preséntennos otro para que hagamos algo juntos”. Metro nos dio un pequeño espacio para ver como lo aprovechábamos. Y les presentamos un proyecto que les gustó, que aceptaron y que se transformó en esto: cuentos breves sobre la ciudad que se exponen en el Metro. Esa fue la fórmula mágica. De ahí derivó todo: nunca fue una cosa planeada, de decir “vamos a sacar plata de tal parte”, con un proyecto previamente definido... No partió como un “veamos cuáles son las representaciones urbanas…”, no. Fue más bien aprovechar las oportunidades que se nos estaban dando. Y el proyecto fue potente desde el principio, porque el hecho de trabajar con Metro ponía pies forzados, uno de los cuales tiene que ver con lo urbano, con la esencia del Metro, lo que éste representa... esa cosa ultra urbana que quisimos rescatar en el concurso. Fue entonces cuando la ciudad se convirtió en el fin, en el tema y en el medio.

Cuando hicimos la primera versión del concurso no “cachábamos” nada. Estábamos recién en segundo año de la Universidad y ya teníamos este megaproyecto; sólo una vez andando nos dimos cuenta de lo que significaba efectivamente, sobre todo por el nivel de participación que ha tenido, porque hay una necesidad de la gente de expresar las representaciones de la ciudad que se habita.

RB: Pero ahora están haciendo el concurso en Valparaíso, y ya no tienen el soporte del Metro. Ahí está la red Merval, pero que no es equivalente ni en simbolismo ni en calidad de hito al Metro...

RP: El hecho de que se relacione al concurso con el Metro no es casualidad. Ha sido parte de una estrategia de la empresa y nosotros la hemos acogido, porque se trata de nuestros auspiciadores, junto con Minera Escondida. Por esto, no podíamos hacer nada que atentara contra la imagen de Metro. Por ejemplo, en un principio el concurso se iba a llamar “Microcuentos en el metro”, pero tuvimos que cambiarle el nombre porque no podíamos utilizar la palabra “micro”. El logo original era amarillo; tuvimos que cambiarlo puesto que es el color de las micros. También se cambió el slogan de “Concurso de cuentos breves” a “Cuentos breves en el Metro”, para que la marca tuviera más presencia. Pero ahora que el concurso está tan consolidado ya no es una amenaza para Metro el que lo hagamos en otra ciudad.

RB: La divulgación que les puede dar Merval es mucho menor que la obtienen a través de Metro; por lo tanto, el impacto del concurso puede ser también menor. ¿Han considerado otras alternativas de difusión?

RP: La gente que utiliza Merval en Valparaíso es comparativamente poca, por lo que el fuerte de la difusión allá la haremos a través de postales. Hicimos 50 mil postales que repartiremos en un evento que se llamará “Encuentros de 100 palabras”. La idea es repartirlas por toda la ciudad y que a cada habitante le llegue una directamente o a través de alguien conocido. En Valparaíso los ascensoristas le van a entregar postales a la gente, y en los almacenes de barrio también se van a regalar a quienes vayan a comprar pan, por ejemplo. Al mismo tiempo, se repartirán otras 70 mil en Santiago; en este caso, nuestra idea es salir al espacio público, sacar al concurso del espacio del Metro. Queremos repartir postales en la Plaza de Armas, en el Paseo Ahumada, etc.

Con respecto a la difusión, alguna vez barajamos la posibilidad de trabajar con las micros y los paraderos, pero la desechamos porque sería muy difícil hacer alianzas con algún auspiciador, además de que la representación simbólica que tienen las micros es muy negativa. Por otra parte, como espacio visual las micros son demasiado inmediatas como para poner algo que requiera una lectura detenida, aun tratándose de textos breves.

Afiche Buzon Conteo
Parte de la cadena alimenticia del Concurso "Santiago en100 palabras": la publicidad, el envío de cuentos y las extensas revisiones y lecturas.

RB:¿Cuál creen ustedes que es el Santiago que se revela en los cuentos?

RP: Este año lo que más nos llamó la atención fue el tema de la violencia. Y es que los cuentos tienen un correlato súper fuerte con lo que pasa en los medios de comunicación. Según éstos, aumentaron exponencialmente los robos, los asaltos, etc., entonces evidentemente hay una resonancia de esta campaña mediática en las representaciones urbanas de los santiaguinos. Ahora bien, en términos más generales, cuando hicimos la edición del libro “Santiago en 100 palabras” (recopilación de los dos primeros concursos) nos dimos cuenta que había cuentos divertidos, simpáticos, nostálgicos, de amores, de soledad en la ciudad, de desamparo... pero que predomine cierto tipo de temáticas no es algo extraño, pues la literatura siempre ha sido más cercada a los sentimientos melancólicos que a los más “simpáticos”. Aunque también había algunos cuentos alegres muy buenos. En todo caso, es muy difícil hacer un análisis de la evolución a partir de los ganadores porque la calidad de éstos no representa la totalidad de los cuentos.

RB:¿les resulta paradójico que siendo este un concurso netamente urbano, la mayoría de los cuentos tengan una visión más bien antiurbana?

RP: Muchas veces hay cuentos muy desoladores, pero esto no es por culpa de la ciudad. La ciudad es solamente el escenario donde por ejemplo se pelean las parejas, donde el hombre abandona a su mujer. Y esto puede suceder en alguna plaza o algún café. Santiago no es el culpable de todas estas tragedias.

RB: En ese caso la ciudad sólo sería una excusa para participar en el concurso...

RP: Creo que esto sucede porque la gente vive a Santiago, y Santiago es el escenario natural y real de este tipo de situaciones. Las personas integran los problemas de la ciudad, como por ejemplo la delincuencia, que forma parte de ésta. Una de las ganadores de este año hizo un cuento sobre un robo en el centro, y quiso ponerse en el lugar del ladrón y en la víctima (cuento "Paseo Ahumada")...

"Paseo Ahumada", Daniela Montesino
"Fácil", María Elena Edwards
Corres sin un rumbo definido, corres para lograr salvar lo que llevas en tus manos, corres para cuidar tu libertad y continuar el nuevo día. Corres, corres y te pierdes en medio de la gente. Y mientras tú corres yo estoy parada en medio del Paseo Ahumada mirándote como te llevas mi cartera.
Cuando al Guarén lo engañó su polola, comenzamos a decirle Laucha. Asaltando taxistas, el Laucha cayó preso, y adentro sus compañeros le llamaban Ivancito. Una mañana lluviosa, arrancando por la Alameda, Ivancito se molió una rodilla; entonces tenemos al Cojo ingresando al negocio de la pasta, innovando con un poquito de tiza. La clientela angustiada con la estafa, le dejó un nudito de carne al Tiza justo donde antes tenía la oreja. Ayer vimos al Tiza, y fue tan fácil como cambiar la “i” por la “a”.

RB: Algo así como “los dos vivimos en esta ciudad…”

RP: “...y los dos tenemos razones para hacer lo que estamos haciendo”. Había también un cuento que trata de un tipo que va a la cárcel porque vende pasta base; esto es una realidad súper terrible, pero el autor lo cuenta de una manera que no crea conflicto, porque se trata de algo que forma parte de la ciudad. Es casi como una picaresca moderna. Por otra parte, el tema del ruido, de la contaminación, es una cosa súper asumida. La gente lo critica a través de los cuentos o de sus opiniones, pero tampoco está dispuesta a renunciar a Santiago por eso. Es parte del escenario. Obviamente hay asaltos, ruido, smog, micros, pero los cuentos no dicen necesariamente: “¡Con esto tenemos que acabar!”

RB: Hay entonces una suerte de resignación con la ciudad...

RP: Claro, y además una identificación. Como si la gente dijera: “”Aunque tenga todos estos problemas, igual ésta es mi ciudad”.

RB: ¿Recuerdan algún cuento sobre “afuerinos”, sobre gente que llega a la ciudad?

RP: En este tipo de cuentos existe la constante de atacar la ciudad por la ciudad. Por lo distinta que resulta frente a lo que se conoce, por su tamaño o por lo impersonal que puede llegar a ser. El año pasado ganó un cuento llamado Buitre, que trataba sobre un niño de Graneros. Este cuento decía algo así como “Graneros tiene cosas buenas y malas, Santiago también, pero elijo Santiago porque es como miel a las abejas, como carne a los buitres”. En este caso, él opta por Santiago sabiendo cuáles son sus cosas buenas y cuáles son sus cosas malas. Ahora bien, creo que de verdad hay una cosa muy institucionalizada acerca de que a Santiago no se lo puede alabar mucho; no es muy bien visto hacerlo. Con Santiago pasa algo similar a lo que como lo que sucedió con los alemanes tras la Segunda Guerra Mundial, cuando abandonaron todo nacionalismo. En el caso de los habitantes de Santiago creo que hay una cierta culpa, un cierto cargo de conciencia por ser los centralistas, los que consumen todos los recursos del país, los que contaminan... Eso les da vergüenza, quizás, y les impide alabar la ciudad públicamente. Tal vez todos son felices acá en Santiago y aceptan las cosas malas que tiene, pero no en el discurso.

"Buitre", Waldo Adasme
Tenía la cartola completa frente a mí, sólo faltaba poner Graneros o Santiago. Pensé por un momento, Graneros estaba más cerca y era tranquilo; Santiago en cambio significaba levantarse muy temprano y poca seguridad. Pensé en todos los pros y contras. Por último, pensé en mi familia. Estando cerca podría ayudar en la casa, a mi mamá y mi hermano, además ahorraría dinero. Sin embargo, Santiago era oportunidades, movidas, plata... Cogí el lápiz y escribí Santiago, ya que esta ciudad es como la miel a las abejas, como la sangre a los buitres, pájaro que es muy parecido a mí.

RB: Esto es distinto entonces al “orgullo porteño” o al “orgullo penquista”...

RP: Por supuesto. El otro día leí en internet el cuento de un señor que no quedó seleccionado dentro de los 100 mejores, pero que igual publicó su cuento en la red. Y decía algo así como: “El señor Punta Arenas tiene su encanto…” y así con varias ciudades. Al final remataba con: “Y el señor Santiago, de ése ni me hablen”. Es como si todos tuvieran que estar en contra de Santiago, y Santiago se viera obligado a no resaltar mucho para no generar más anticuerpos, a pesar de que la ciudad tiene muchas cosas positivas y elementos para resaltar. Santiago tiene hartas cosas entretenidas que hacen que la gente viva acá, más allá del tema de las mayores oportunidades laborales, aunque esto ciertamente influye.

"¿Y el Santiago?", Carlos Castillo
El Valparaíso usa chaqueta negra, bufanda y barba, es bohemio y parrandero. El Coquimbo lleva un gorro blanco y jeans, es alegre y relajado. La Concepción se pone parka y guantes, y tiene un trato suave; el Valdivia, ojos profundos y risueños; la Rancagua, manos partidas. El Punta Arenas lleva su vida aparte, él con su familia. El Arica es silencioso y sonríe, no como la Serena que cada vez que me ve hace un desprecio, y eso que yo nunca la miro con lascivia. - ¿Y el Santiago? - ¡A ése ... ni me lo nombren!

RB: Nos gustaría preguntarles ahora por el tono de los cuentos que han concursado en Valparaíso, en relación al “discurso contra Santiago” del que hemos estado conversando.

RP: En Valparaíso todos los cuentos giran en torno a la ciudad, aunque no como escenario sino más bien como protagonista. Pero esto mismo sucedió eso en la primera versión del concurso en Santiago: el tema de la representación fue mucho más potente. Creo que cuando se trata de una primera aproximación, los cuentos tienen mucho que ver con el “pensar la ciudad”; ahora bien, como en Santiago ya estamos en la cuarta versión, la ciudad se toma más como un escenario. Respecto de Valparaíso, recuerdo un cuento ganador de una mención honrosa que describe a una ciudad que acoge lo bohemio, las putas, los travestis, los marinos. Este cuento presenta a Valparaíso como un travesti y dice que al que no le gusta este travesti, puede irse donde la puta de al lado, que es Viña del Mar.

RB:¿Cuáles son los principales hitos de Valparaíso que aparecen en estos cuentos?

RP: Los cerros, los ascensores, los trolleys, las tiendas típicas de Valparaíso, la Iglesia de la Matriz, el Plan. El cuento que ganó tiene 16 palabras, y lo elegimos porque es súper porteño. Se llama “Bitácora en porteñol” y dice: “Se puso la salida de cancha y bajó al plan a comprar pan batido y fiambre”. Para un santiaguino esto es incomprensible, pero lo bueno es que logra sintetizar tan bien la identidad del porteño en el lenguaje, en la acción. Cumple con el objetivo del concurso. Incluso el título es genial, porque es literatura en porteñol. Creo que mientras los símbolos de los cuentos en Santiago son más universales, en los cuentos de Valparaíso aparecen símbolos propios, muy emblemáticos; hay muchos cuentos que pueden suceder aquí, en Río de Janeiro o en el DF, pero con Valparaíso esto no ocurre. Como en la “Bitácora en porteñol”, aparecen los cerros, el Plan, el lenguaje. El escenario es muy propio.

"Honesto y generoso", Rinaldo Vidal
"Bitácora en porteñol", Diego Valderrama

Valparaíso es un travesti. Un travesti honesto y hediondo a orines. No maquilla la miseria, ni se sonroja al ver al marinero entrando a un hotel de la mano de un compañero más afortunado. Perros sarnosos y gatos bohemios lo acompañan por estas estrechas y sucias calles, que hoy recorre y por las cuales ayer se arrastró. Da servicio a quien lo quiera: estibadores, estudiantes, borrachines, jubilados de la Plaza Echaurren e incluso soporta a los pseudopoetas que vagan por las aceras. Valparaíso no aparenta, es como es. Si no te gusta, puedes irte con la puta de al lado.

Se puso la salida de cancha y bajó al plan a comprar pan batido y fiambre.

RB: Nosotros estamos convencidos de que en los últimos años se ha producido en Santiago un renacimiento, una resignificación de lo urbano que no tiene que ver solamente con los progresos físicos ni con el mejoramiento de los índices, sino con otras cosas más profundas y subjetivas. Creemos que hay un renacimiento vinculado a las prácticas urbanas, a una serie de recorridos culturales, a la oferta mediática que se refiere a lo urbano como cool o cosmopolita… ¿Qué piensan ustedes de esto?

RP: Creo que esta “moda” que ha pegado fuerte en los últimos años tiene mucho que ver con las nuevas generaciones. Un ejemplo concreto puede ser lo que sucede los domingos en el Parque Forestal, que ahora ya parece una feria. Pero es la gente joven la que empieza estas cosas, la que ha repensado la ciudad con este nuevo impulso. Pero no sólo en Santiago se está viviendo este proceso, es una cosa que se da también en otras ciudades, por ejemplo en Valparaíso, que se lo puede atribuir a la necesidad de hacer ciudad. Y creo que nosotros hemos sido un gran aporte en todo esto; “Santiago en 100 palabras” vino a descubrir un nicho, pero de algo que ya existía, de una necesidad que ya estaba ahí.

RB: O sea, si no hubieran sido ustedes habría aparecido alguien más con algo parecido...

RP: Yo creo que sí. De hecho, nuestra idea nunca fue hacer “Santiago en 100 palabras” para siempre, sino ir cambiando el tema, hacer un “La noche en 100 palabras” o “Mi teoría en 100 palabras”, cualquier cosa. Y ahora, pensándolo bien, qué bueno que no lo hicimos, porque habría sido un fracaso rotundo. Tuvimos miedo de que esto se convirtiera en un fórmula y se agotara, pero al final nos dimos cuenta de que ha dado para mucho y que sigue con muchas posibilidades abiertas. Porque el formato de las 100 palabras por sí solo es muy potente, pero Santiago, que es el otro 50% de todo esto, es igual de potente. Creo que este tipo de manifestaciones responden a un saneamiento de la ciudad, porque teníamos la percepción de una ciudad fea, mala, y todo esto nace de los mismos habitantes que dicen “hagamos algo distinto, para que la ciudad en que habitamos sea mejor”.

RB: Pero también la ciudad ha cambiado, no es la misma ciudad de hace 15 años...

RP: Pero también hay una cuestión política entre medio, obviamente hace 15 años la ciudad no podía ser lo que es ahora, no podía tener la misma vida en la calle que ahora. Esto ha sido posibilitado por la apertura democrática; hasta los años 90 la ciudad no te pertenecía, no podías hacer nada.

RB: ¿Han considerado ampliar el concurso a otros formatos?

RP: Sería interesante hacerlo con fotografías. En todo caso, el proyecto más cercano es repetir la idea en otras ciudades del mundo. Todo depende de lo que consigan nuestros corresponsales en Madrid y Berlín. “Madrid en 100 palabras” está más encaminado, pero no sabemos si se concretará. Y además el próximo año volvemos a sacar el librito de los 100 mejores cuentos; nos hemos dado cuenta de que es nuestro proyecto más querido, el más recordado. Ese libro causó mucha felicidad a la gente, siempre nos preguntan cuando sale el próximo número.

RB: ¿Cuál creen ustedes que es el principal aporte de “Santiago en 100 palabras”?

RP: Creo que el gran aporte del concurso tiene que ver con la integración social, porque si bien literariamente participan buenos cuentos, lo más importante es que se produce una gran participación ciudadana. “Santiago en 100 palabras” permite que a través de la literatura se produzca un encuentro entre las personas. Y su éxito tiene que ver con esto, con la necesidad de la gente por expresarse. Pero no sólo por eso; hay un premio considerable, a eso no hay que bajarle el perfil. Y el tema de las 100 palabras es fundamental. Porque escribir un cuento de 100 palabras suena como algo fácil, pero no lo es.

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* Participaron de esta entrevista Diego Campos, Ricardo Greene y Carlos Sierralta. Volver

 

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