Dando vueltas en la noria del periodismo escribí no pocas veces de tranvías. El 14 de marzo de 1900 corrió el primero. Eran muy hermosos, pintados con azul obscuro y franjas doradas. En sus flancos se leía Mapocho, con escudo de la ciudad. La campana era dorada y diferente. Los ruidos de la ciudad eran diferentes. Creo escuchar aquella, muy agradable.
En Valparaíso corrió el primer “carro de sangre” el 9 de enero de 1863. Diez centavos por persona en primera, cinco en segunda. Hubo fichas negras y coloradas de pasta, acuñadas expresamente para servir a los pasajeros. De entonces es la cueca 1:
Una ficha negra
Y una colorá
Y una conductora
Que no vale na…
¡Mentira! Valían mucho. En El Padre Padilla aparecían versos y caricaturas alusivos a las conductoras. Se conocieron novelas reales con heroínas conductoras. El rapto de cierta conductora bonita removió la vida de entonces. En Grecia hubiera sido tema de mitología. Nueva Elena. Cuando regresé de Europa en 1920 presencié una escena tranviaria que me llenó de asombro. Dos borrachos subieron a un tranvía, eléctrico entonces, y encararon a la conductora, chiquitita y morena, de manera ofensiva. Tomó ésta a uno por uno de los brazos, y les hizo bajar mediando puñetes de añadidura.
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"Boletera de tranvía" (1925)
Fuente: Archivo fotográfico Universidad de Chile, J .C. Sáez Editor. Segunda edición 2003 |
Entre 1900 y 1904 era excusa en el Liceo decir: “Se atrasó el carro”. En invierno solía atascarse; los caballejos se empotraban. Llegaba el postillón, huaso 2 bien montado con una cuerda fuerte provista de garfio, y lo zafaba. Las personas ilustres no se abarataban por ir en carro. Me contó un viejo santiaguino, hoy en el General 3, que vio a don José Manuel Balmaceda en carro, antes de ser Presidente.
Mezcla de sencillez y de grandeza. La gente se saludaba a gritos de una a otra acera. Las damas se abrazaban en las calles. Antes de subir al carrito saludaban al conductor, o conductora. Contaban detalles de su salud. En seguida:
- ¿Pasa por Merced? Dígame cuando llegue a Mosqueto. No vaya muy ligero, pues.
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Fuente: Archivo fotográfico Universidad de Chile, J .C. Sáez Editor. Segunda edición 2003 |
Los carritos de sangre paraban cuando les daba la gana. Si el aspirante a subir era antipático al conductor, seguía de largo. Si le era simpático, le llevaba y se detenía en la puerta de su casa.
Pasear en carro arriba era una fiesta. En el viejo Valparaíso el poeta Pezoa Véliz 4, durante sus crujidas, se metía de noche en un carro y se dormía. La conductora, maternal, le despertaba antes de la llegada matinal. Sucesor de Darío. Nadie es célebre en su tiempo. Falta la perspectiva. Faltan cien años de filtro.
Estampa de Santiago viejo. Íbamos con mi padre en coche de posta, negro, cuadrado, el cochero con poncho de castilla 5. Llegábamos a la entrada de una calle solitaria, por el lado del Santa Lucía. Día caluroso. El guardián soñoliento –el paco- nos detuvo con un brazo flaco en alto.
- No se puede pasar.
- ¿Por qué?
- Doña Victoria está con dolor de cabeza y no quiere que le metan bulla.
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"Lo que el viento se llevó: el Parque Inglés"
Portada revista Zig-Zag, 23-1-1941, nº1870.
Esta imágen fue recuperada por Myriam Gutiérrez para su Tesis de Maestría, titulada "Análisis de las transformaciones del paisaje urbano de Santiago: el caso de la Alameda Bernardo O'Higgins en el siglo XX" |
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"Inauguración Línea Tobalaba" (1907) Fuente:
The tranways of Chile 1858 – 1978, Allen Morrison. |
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"Modernización de la Alameda" (1921)
Fuente:
Luces de Modernidad, archivo Chilectra, biblioteca del Bicentenario 2003. |
La recopilación de imágenes fue realizada por Gabriela Muñoz para el Proyecto FONDECT
1020877, "VALPARAISO, SANTIAGO Y CONCEPCION: FORMACION DE SUS "BARRIOS ALTOS" ENTRE LA BUSQUEDA DE CALIDAD DE VIDA Y LA CONSTRUCCION DE IDENTIDAD SOCIAL (1892-1964)". |